El 92% de los afectados por el calentamiento global vive en países pobres
A la guerra de Siria, con más de cinco millones de desplazados, le precedió una intensa sequía
Estados Unidos es el mayor emisor de gases de efecto invernadero
Ya lo advertía el politólogo
Moisés Naím hace cinco años, en una
entrevista concedida a Ethic:
«Hay más desplazados por el clima que por la guerras». Una aseveración
que causaba asombro entonces, pero hoy está totalmente asimilada.
Incluso muchos de los refugiados que provienen de países en conflicto
han sufrido guerras con el deterioro medioambiental como telón de fondo.
El cambio climático puede devastar el planeta, pero mucho antes la raza humana. A la cruenta
guerra de Siria,
con más de cinco millones de refugiados desplazados, le precedió una
intensa sequía que había provocado la diáspora del campo a las ciudades,
y generado las consecuentes tensiones por el aumento de la precariedad.
El aumento de temperatura de los océanos produce huracanes que
asuelan regiones enteras. El año pasado fue en el que más se
registraron, desde que se tienen datos. Algunos científicos ya
establecen una relación entre los movimientos tectónicos y el
calentamiento global.
Las lluvias torrenciales destrozan cosechas con la misma virulencia que las sequías.
Medios de vida milenarios en los que se han apoyado decenas de
generaciones se están interrumpiendo abruptamente en los últimos cinco
años. Con la misma celeridad con la que
desaparecen terrenos habitados: las islas Fiji, por ejemplo, sufren el imparable avance del aumento del nivel del mar.
Esto provoca que la gente abandone sus tierras para sobrevivir:
a día de hoy, existen más de 25 millones de desplazados por el cambio climático,
lo que crea una crisis de refugiados sin precedentes. El mundo
desarrollado es el mayor causante del deterioro de la biosfera, y al
mismo tiempo, el más reticente a acoger a los afectados de los países
del tercer mundo.
Un problema que requiere soluciones urgentes, y que se trató el viernes pasado en la jornada
Migraciones climáticas, organizada en la sede madrileña de Caixaforum por la plataforma
Enlázate por la Justicia, en la que confluyen Cáritas, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y Redes.
«Hasta ahora estábamos encapsulados: unas ONG se ocupaban de los
pobres de aquí, otras de los lejanos, otras de los osos del Ártico… Pero
los problemas están entrelazados, y las soluciones también», señalaba
Víctor Viñuales, director de
Fundación Ecología y Desarrollo
(Fundación Ecología y Desarrollo), a modo de autocrítica: «Por eso
tenemos que cambiar el foco. No se puede defender la justicia en un
planeta machacado».
Hay ejemplos incontestables del deterioro que causa el cambio
climático en muchas sociedades, lo que no solo deriva en más
empobrecimiento, sino que mina las posibilidades de un posterior
desarrollo. La ONU advirtió recientemente de que,
al año, se pierden 480 millones de jornadas escolares
porque no hay agua potable. Sobre todo entre las niñas. «No habrá
manera de resolver el desafío de movimiento poblacional si no se
resuelve antes el del agua,
el objetivo 6 de los ODS»,
advierte Viñuales, y sentencia: «Es el desafío de este siglo de la
humanidad. Necesitamos titanes. Superhéroes. A Superman. O mejor gente
corriente, pero en clave heroica».
Las tres rupturas del siglo XX
Durante la jornada se señalaron tres fenómenos que se iniciaron el
siglo pasado, ocasionadores del cambio climático. Uno es la brecha entre
la economía y el medio ambiente: cuanto mejor le va a la industria,
pero le va a la naturaleza. «
Llamamos producción de petróleo a lo que es extracción.
Un eufemismo, porque no se está produciendo nada. Se produce en un
cultivo; aquí solo se extrae. Y en cada extracción nos quedamos un poco
más pobres», advierte Viñuales. La segunda ruptura es entre los propios
individuos: la religión, la raza y el territorio han abierto brechas
cada vez más grandes, que dificultan la acción unificada que requiere la
lucha contra el calentamiento global. Finalmente, se ha dado la ruptura
en nuestro propio yo: «En el año 2000, hubo más muertes por suicidios
que por tráfico y terrorismo. Esto delata un desapego a la vida, y por
extensión, al planeta en que vivimos», señala Viñuales.
El 92% de las víctimas del cambio climático
reside en países empobrecidos,
pero cada vez hay más fenómenos en países desarrollados, como la sequía
persistente en California. «La diferencia es que allí tienen
aseguradoras que pueden cubrir los daños en el tejido agrícola; en Mali,
no», señala el director de Ecodes.
Mali casi no emite gases de efecto invernadero,
y está entre los cinco países más afectados por el calentamiento
global, según el último índice de impacto publicado por la ONU; Estados
unidos es el primer país emisor del mundo.
¿Y qué hacen las empresas?
La actores de la industria son los principales causantes de los gases
de efecto invernadero. «Pero sería muy contraproducente culpabilizar y
dar la espalda a las empresas. Hay que contar con ellas necesariamente
en la lucha contra la contaminación y sus consecuencias», apunta
Viñuales, y se refiere a un cambio de modelo que empieza a ser una
realidad. «Poco a poco se abandona el del siglo XIX, en el que
las compañías buscaban el beneficio del accionista a costa de lo que sea. Algunas cosas sí están cambiando. 7.000 científicos
han firmado una carta
en la que advierten de la urgencia en la toma de medidas. Ya no hay
tiempo y asistimos a una revolución energética y de modelo económico.
Las empresas tienen en su mano que esto cambie».
El director de Ecodes pone como ejemplo el sector de la automoción:
«El Toyota Prius fue disruptivo, porque lograba reducir las emisiones en
un 40%. ¿Pero de qué sirve eso ahora, si ya somos 7.000 millones de
personas? La siguiente disrupción son las empresas de
carsharing: que 20 personas compartan el mismo coche
no es solo innovación tecnológica, también social».
Viñuales señala que el cambio también pasa necesariamente por el
ciudadano y su manera de consumir. «¿Cómo vamos a ayudar a las víctimas
si no reducimos nuestra huella de carbono? ¿Cómo vamos a exigirle a la
UE que cumpla su reducción del 40% en 2030, si nosotros no lo hacemos en
nuestro día a día?».
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