Antonio Larrey Lázaro en EL TRASTERO DE LA IMAGINACION · 1/10/2019
ALMEIDA Y EL RESPIRAR:
¿De quién era aquella frase de “más vale permanecer en silencio y parecer un idiota, que hablar y despejar las dudas? Lo digo por pedirle permiso para una adaptación: “más vale dar una respuesta y parecer un idiota, que tratar de explicarla y dejarlo claro”. Al alcaldísimo de Madrid unos niños, siempre certeros por su poca mochila de prejuicios, le hicieron elegir entre Notrodame y el Amazonas. Y ante el estupor de los alumnos, dotados, no solo de pulmones, sino de sentido común, eligió el excelso monumento. Hasta ahí la primera parte de mi frase. Después vino la segunda, porque explicó la razón de su preferencia, el por qué optaba por ver un monumento a seguir respirando: básicamente porque el monumento era un símbolo europeo y nosotros estábamos en Europa. Zasca. Toma ya, ahí, despejando dudas. Y este tipo ha sido elegido por los madrileños, entre otras cosas, para velar por la calidad del aire de nuestra ciudad. Y yo creyendo que el plan municipal era que respiráramos humo, y empiezo a pensar que tal vez sean ladrillos los que nos pidan respirar. Y el sentido común que le falta al cultureta de nuestro alcalde, y le sobra a nuestros niños, es el que te permite entender que para ver la magnitud de la catedral gala es necesario estar vivo, y para estar vivo nuestros pulmones nos demandan oxígeno. Pero estos terraplanistas camuflados, dignos representantes del casposismo trumpiano, confían demasiado en la adaptabilidad del ser humano, o subestiman la capacidad de la naturaleza para ignorarnos y lanzarnos al olvido. Al final todo gira en torno a lo mismo, estos eternos chovinistas de lo nuestro, deben pensar que nos bastará, llegado el día, con respirar himnos y comer banderas. Y a la tierra, perdonadme la franqueza, nuestros salmos patrios y nuestros coloridos trapos le importan una mierda.
¿De quién era aquella frase de “más vale permanecer en silencio y parecer un idiota, que hablar y despejar las dudas? Lo digo por pedirle permiso para una adaptación: “más vale dar una respuesta y parecer un idiota, que tratar de explicarla y dejarlo claro”. Al alcaldísimo de Madrid unos niños, siempre certeros por su poca mochila de prejuicios, le hicieron elegir entre Notrodame y el Amazonas. Y ante el estupor de los alumnos, dotados, no solo de pulmones, sino de sentido común, eligió el excelso monumento. Hasta ahí la primera parte de mi frase. Después vino la segunda, porque explicó la razón de su preferencia, el por qué optaba por ver un monumento a seguir respirando: básicamente porque el monumento era un símbolo europeo y nosotros estábamos en Europa. Zasca. Toma ya, ahí, despejando dudas. Y este tipo ha sido elegido por los madrileños, entre otras cosas, para velar por la calidad del aire de nuestra ciudad. Y yo creyendo que el plan municipal era que respiráramos humo, y empiezo a pensar que tal vez sean ladrillos los que nos pidan respirar. Y el sentido común que le falta al cultureta de nuestro alcalde, y le sobra a nuestros niños, es el que te permite entender que para ver la magnitud de la catedral gala es necesario estar vivo, y para estar vivo nuestros pulmones nos demandan oxígeno. Pero estos terraplanistas camuflados, dignos representantes del casposismo trumpiano, confían demasiado en la adaptabilidad del ser humano, o subestiman la capacidad de la naturaleza para ignorarnos y lanzarnos al olvido. Al final todo gira en torno a lo mismo, estos eternos chovinistas de lo nuestro, deben pensar que nos bastará, llegado el día, con respirar himnos y comer banderas. Y a la tierra, perdonadme la franqueza, nuestros salmos patrios y nuestros coloridos trapos le importan una mierda.