Treinta años después de los primeros asentamientos cooperativos de viviendas en los terrenos calcáreos de Vaciamadrid (la Cooperativa de Viviendas Baratas, Covibar, promovida por afiliados de CCOO y el PCE, y la Pablo Iglesias, impulsada por socialistas y ugetistas), vivir seguía estando al rojo vivo y surgió un Banco del Tiempo y después otro, un Banco de Alimentos (las mayúsculas pretenden destacar la sustitución de la usura por la solidaridad) para paliar las necesidades básicas de decenas de familias empobrecidas por la crisis bancaria y económica. Mientras el martes el pleno del Congreso debatía sobre la pobreza infantil, cuartopoder
pulsó la realidad en Rivas-Vaciamadrid, un municipio de los de mayor renta per cápita del Reino de España.
pulsó la realidad en Rivas-Vaciamadrid, un municipio de los de mayor renta per cápita del Reino de España.
“Empezamos hace casi nueve años con el Banco del Tiempo y ante la prolongación de la crisis y la pobreza de muchas familias, decidimos crear el Banco de Alimentos”, explica
Luisa Villegas Vega mientras van llegando los miembros de la junta rectora a la Casa de las Asociaciones. Ya es sabido que la riqueza se oculta y la pobreza se esconde, pero los niños no engañan, y Rivas, pese a la renta media-alta, no está al margen de lo que ocurre en otros pueblos y ciudades: “Decenas de niños van al colegio en ayunas, algunos se desvanecen, no tienen gana de jugar, su rendimiento escolar es bajo”, añade Luisa.
Luisa Villegas Vega mientras van llegando los miembros de la junta rectora a la Casa de las Asociaciones. Ya es sabido que la riqueza se oculta y la pobreza se esconde, pero los niños no engañan, y Rivas, pese a la renta media-alta, no está al margen de lo que ocurre en otros pueblos y ciudades: “Decenas de niños van al colegio en ayunas, algunos se desvanecen, no tienen gana de jugar, su rendimiento escolar es bajo”, añade Luisa.
Esta era y es la situación cuando, hace dos años crearon el Banco de Alimentos. Cientos de familias trabajadoras sobreviven en precario, sin empleo, sin ingresos o con unos sueldos bajos que no alcanzan para llegar a fin de mes. Pero el simple hecho de tener una vivienda les deja fuera de las ayudas que podrían recibir de organizaciones humanitarias como Cruz Roja y Cáritas parroquial. “No dan el perfil”, resume Rosa de la Fuente, quien cedió su garaje al Banco de Alimentos y se ocupa de recoger el pan. “En Rivas no se tira nada”, asegura.
Con Jorge López Cardiel, ferroviario jubilado; Rosa Puig, funcionaria; Pilar Camacho, administrativa; Carlos, psicólogo en ejercicio; Rocío Villar, ama de casa y exempleada de la Universidad; Toñi Luengo, tejedora, y otros colaboradores, formaron una red de recuperación de alimentos, la RRA de Rivas, lanzaron la “operación kilo”, empezaron a recoger productos a punto de caducar de los comercios y comenzaron a suministrar cajas de comida a los colegios, de modo que las familias necesitadas pudieran recogerlas. En la actualidad suministran productos de primera necesidad –potitos, lácteos, galletas, pañales, legumbres, alimentos envasados, coles y frutas cuando llegan, jabones y otros elementos de higiene– a ocho colegios públicos y ayudan a mas de 150 familias.
“Procuramos que los alimentos vayan dirigidos especialmente a los críos”, dice Rosa, cuya empresa de sofás y tapizados se fue a pique después de cuarenta años de trabajo –“solo me quedaron deudas”, dice– y ahora está entregada a ayudar a los demás. “Nosotros llevamos las cajas con las bolsas de alimentos a los colegios en función de la información sobre el número de familias necesitadas que recibimos de los directores y ellos se ocupan de las entregas”, añade Luisa. A continuación explica que en los próximos días van a cambiar el procedimiento de entrega, de modo que las familias tendrán que recoger las bolsas en los dos locales municipales de los que ya disponen.
En Rivas, la localidad de mayor crecimiento urbanístico de Europa en la última década, donde también funciona Cáritas Parroquial, este banco laico de alimentos socorre a un número cada vez mayor de familias con su acción solidaria. “Son familias con tres y cuatro hijos, tenemos dos con nueve personas”, dice Rosa. “Un cálculo por encima –añade Jorge, que conoce bien Rivas–, permite hablar de una ayuda directa a unas novecientas personas”. Luisa quiere que conste la generosidad del pequeño comercio y de algunas cadenas de establecimientos. Cita expresamente Aldi, Plaza y Ahorramás. “En cambio otras como Mercadona, Día y Carrefour, establecidos en el municipio, nos han negado la colaboración”, añade. También menciona la ayuda de la Fundación Seur y de varios músicos y actores para sufragar un campamento que este verano han organizado en la Serranía de Cuenca para 36 niños cuyas familias no podían disfrutar vacaciones por falta de medios económicos.
Con todo, la entrega de alimentos básicos para novecientas personas no pasa de ser una gota de agua en un piélago de pobreza infantil, con casi tres millones de niños en situación de pobreza y exclusión social, según el último informe de la ONG Save The Children que esgrimió en el Congreso el diputado de UPyD Toni Cantó para instar al Ejecutivo a ampliar la partida de 17 millones de euros anuales de ayuda a la infancia. Pero también es verdad que sin iniciativas solidarias como los bancos de alimentos, el asalto de los contenedores de basura sería el pan suyo de cada noche.
Para la diputada de Izquierda Unida (IU) Caridad García Plaza no sólo hay que preguntarse, como hizo Cantó al comenzar su intervención en el Congreso, en qué se parece un niño rumano, un griego, un lituano y un español –“en que ninguna familia recibe ayuda por ellos”, dijo Cantó–, sino también cuestionar el “carácter endémico de los nuevos pobres con contrato, un éxito de la reforma laboral del Gobierno de Mariano Rajoy”. Un 38,7% de los españoles llega a fin de mes con mucha dificultad, pero no son los peor parados de la crisis, ya que desde 2007 se ha duplicado el número de familias que no recibe ningún tipo de subsidio o renta, situándose en una cifra cercana a dos millones de hogares.
Estos datos y el próximo informe de Cáritas –la organización cuya fiabilidad ha puesto en duda el ministro de Hacienda
Cristobal Montoro–, señalando que la pobreza severa (menos de 307 euros al mes) golpea a 6,4% de la población, y no baja de tres millones de personas, permiten evaluar “cuán grande” está siendo la recuperación económica y cuán acertada puede ser la reforma fiscal que detraerá 6.000 millones de euros de recaudación de impuestos en beneficio de las rentas más altas.
Cristobal Montoro–, señalando que la pobreza severa (menos de 307 euros al mes) golpea a 6,4% de la población, y no baja de tres millones de personas, permiten evaluar “cuán grande” está siendo la recuperación económica y cuán acertada puede ser la reforma fiscal que detraerá 6.000 millones de euros de recaudación de impuestos en beneficio de las rentas más altas.
En todo caso, el lenguaje de las grandes cifras y de los porcentajes de crecimiento del PIB, siempre en revisión, resulta incomprensible para Toñi Luengo, una mujer de mediana edad, madre de una hija, que dejó de trabajar hace ya más de tres años cuando las tiendas en las que recogía prendas de vestir para hacer arreglos recortaron gasto y prescindieron de sus servicios. Su exmarido, un funcionario de la escala C, le pasa una pensión mínima que apenas le alcanza para pagar los gastos de la casa. “Me apunté al Banco del Tiempo –explica–, dedico una mañana a la semana a repartir con mi coche la ayuda del banco de alimentos, recibo mi bolsa y gracias a eso, a la niña y a mí no nos falta comida”.
Toñi está apuntada al paro, no recibe prestación alguna, “ni siquiera me mandan ya información para hacer cursillos”, dice. Pero como muchos otros desempleados no se ha quedado de brazos caídos. “Yo presto horas al Banco del Tiempo, hago lo que sé, tejer, coser y enseñar a los niños a nadar. A cambio, cuando he necesitado que me arreglen un electrodoméstico, el ordenador, un grifo o que me corten el pelo, lo he tenido gratis”.
El sistema posee una web en la que los usuarios anotan las horas que prestan y las que reciben. En un boletín mensual
publican ofertas e iniciativas de personas que saben cocinar, cuidar niños, dirigir actividades artísticas, enseñar matemáticas, organizar fiestas, promover la lectura. También se cambian libros. En este Banco de capital humano, amable y diverso, hay pintores de brocha gorda y de los otros, músicos, “facilitadotes” de trámites burocráticos, gente que enseña a manejar Internet, acompañantes de ancianos, psicólogos, practicantes, masajistas, personas que comparten coche o hablan contigo en inglés. El impacto de esta y otras iniciativas está siendo analizado por los teóricos de la economía, así que igual las regulan y a lo peor les aplican gravámenes.
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