noviembre 22, 2024

Cuenca. Senda Júcar a ermita de San Julián, 8/11/2024

 Las fotos llevan una explicación y al relato lo precede un *asterisco. Lo copiado aparece "entrecomillado". Para VER las FOTOS, sus detalles, DEBEN AGRANDARSE clicando sobre ellas. Crónica anterior visita a Cuenca: 

Nacimiento Júcar-Cerro S. Felipe-Chorrera Molino-Nto. Río Cuervo, 28/4/24  https://paqquita.blogspot.com/2024/05/cuenca-nacimiento-del-jucar-cerro-s.html


1.-  Cuenca ciudad. Torre de Mangana, izdaSendero a la ermita de San Julián.


2.- Escalador en la pared, centro abajo.


3.- Roca como seta. Abajo, el Júcar cruzado por un puente.


4.- A izquierda de foto 1. Cuenca. álamos otoñando.



5.- Seta en el pinar, junto al camino. 

Ignoro su identidad.


6.- Dos setasIgnoro su identidad.


7.- Misma parte de la ciudad, vista desde más adelante.

8.- Los frentes rocosos y la vegetación.


9.- Detalle de roca de foto anterior.


10.- Ermita de San Julián.

11.- Fuente aneja.


12.- Fin del recorrido, pasada la ermita.


13.- Rocas como dos teteras.


14.- Rocas como gendarmes.


15.- Campos de Ribatajadilla, frente a nuestro alojamiento.


16.- A derecha de anterior. Cerro.



noviembre 21, 2024

Las principales zonas arroceras de Europa emplean el control biológico para prevenir de forma sostenible la proliferación de mosquitos

 17 Octubre, 2024

Un estudio liderado por el CSIC concluye que la gestión de los mosquitos se basa en el control temprano de sus larvas utilizando biocidas específicos que respetan la biodiversidad y protegen a las poblaciones cercanas


Imagen de una tabla de arroz anegada en la localidad de Los Palacios y Villafranca (mayo 2024, Sevilla). / Mikel Alexander González


Los arrozales, además de ser una fuente de alimento esencial y una importante actividad económica en todo el mundo, son también hábitats ideales para la proliferación masiva de diversas especies de mosquitos, entre ellos, los principales vectores de enfermedades como el virus del Nilo Occidental. Estudios realizados en Europa y Estados Unidos han confirmado que la distancia a estos cultivos es un factor de riesgo asociado a la exposición al virus del Nilo. Ahora, un equipo científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), organismo dependiente del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (MICIU), ha coordinado un análisis de los métodos de vigilancia y gestión de mosquitos utilizados en las principales zonas de cultivo de arroz en Europa. Este estudio, publicado en Journal of Environmental Management, ha sido realizado junto a especialistas en salud pública y control de vectores de 13 instituciones de España, Portugal Francia, Italia y Grecia.

La necesidad de gestionar de manera eficaz las poblaciones de mosquitos asociadas a los cultivos de arroz ha cobrado urgencia y especial relevancia en este año 2024 en España, donde un nuevo brote del virus del Nilo Occidental ha afectado a zonas de Andalucía occidental y Extremadura. Tal como sucedió durante el brote del 2020, los casos iniciales se concentraron en los municipios más cercanos a las zonas de cultivo de arroz y se extendieron con el tiempo a localidades más alejadas. Este aumento en el número de casos ha generado gran preocupación entre las autoridades sanitarias y la población local, con importantes consecuencias no solo para la salud pública, sino también a la economía local.

Jordi Figuerola, profesor de investigación del CSIC en la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y experto en el virus del Nilo, que cuenta con el apoyo de la Fundación “La Caixa” para investigar estrategias de prevención. “Todos los países analizados en el estudio cuentan con programas recientes de vigilancia entomológica y virológica, esenciales para la detección temprana y la adaptación de las estrategias de control según las necesidades de cada región”, subraya el científico.

Para gestionar las abundantes poblaciones de mosquitos en los arrozales, la mayoría de las regiones han optado por medidas sostenibles, como son el empleo de control biológico mediante Bacillus thuringiensis israelensis (Bti), un larvicida que combate los estadios inmaduros de mosquitos sin perjudicar al medio ambiente. En algunos países, este tratamiento se aplica de manera rutinaria en las producciones arroceras y zonas aledañas entre abril y octubre, mientras que, en otros, donde la enorme extensión de las áreas de cultivo lo impide, se han establecido cordones de protección de 500 metros de ancho, donde se pulveriza este larvicida biológico únicamente alrededor de las zonas urbanas para proteger a la población.

Mikel A. González, investigador del CSIC en la EBD-CSIC, señala que esta estrategia es habitual en las principales zonas arroceras de Europa, como Grecia, el norte de Italia y el Delta del Ebro en España, y subraya la necesidad urgente de aplicar medidas similares en los arrozales del Bajo Guadalquivir. “Debido al historial de circulación del virus del Nilo en la zona, sería necesario implantar medidas comparables a las que se ejecutan, por ejemplo, en el Delta del Ebro, adaptándolas a condiciones del cultivo del arroz en el Bajo Guadalquivir”, afirma González. Aunque la erradicación de los mosquitos no es posible, estas medidas contribuirían a mitigar significativamente sus densidades poblaciones y por ende reducir el impacto del virus del Nilo en los humanos.

Los costes de la vigilancia y los tratamientos

En este estudio se revisa también el controvertido tema de quién debe asumir los costos de la vigilancia, la gestión y los tratamientos. En Europa, las estrategias varían significativamente entre las regiones productoras de arroz y abarcan desde programas centralizados financiados por el gobierno hasta intervenciones locales apoyadas por entidades públicas y ejecutadas por empresas, ya sean públicas o privadas. Este enfoque diverso refleja las diferentes realidades económicas y organizativas de cada región, lo que plantea desafíos en la coordinación y la equidad en la implementación de estas medidas.

La interrelación entre la productividad agrícola y la salud pública destaca la necesidad de enfoques integrales en el cultivo de arroz y el control de mosquitos. Un enfoque One Health, que incluye a agricultores, operadores de control de vectores, profesionales de salud pública y la comunidad científica, señalan los investigadores, es fundamental para optimizar prácticas agrícolas, aplicar intervenciones sostenibles y desarrollar nuevas estrategias, asegurando tanto la seguridad alimentaria como la salud de la población. Dado el creciente riesgo del virus del Nilo en la región mediterránea europea y el impacto del cambio climático, la cooperación internacional, la vigilancia continua y la prevención son esenciales, concluye el estudio.

CSIC Comunicación Andalucía y Extremadura


noviembre 20, 2024

Fin de semana en la Sierra de Ayllón. Álvaro y familia, julio de 2024

 1.- Plaza porticada del pueblo de Cuevas de Ayllón

2.- Escalera de piedra. Cartel: La Botica de Maderuelo / Maderuelo

3.- Iglesia de San Miguel. "sencillos canecillos, de origen románico"


4.- Buitrago del Lozoya. Al fondo: Cuerda Larga y sierra de la Morcuera.


5.- Plaza mayor de Sepúlveda.   

6.- Calle del casco Viejo. Fondo: torre de foto anterior. Paseo cubierto.

7.- Sepúlveda. Algunos huertos.

8.- Casco Viejo.

9.-  Plaza mayor "porticada" de Pedraza (Segovia)

10.- Actuando. "Iglesia de San Juan: inicialmente construida en estilo románico"


11.- Calle del castillo. Al fondo: castillo de Pedraza.


12.- Vista atrás. Fondo: Iglesia de San Juan


13.- Parque infantil.

PAQUITA



noviembre 19, 2024

La Antártida, camino del colapso total al fundirse el glaciar del ‘juicio final’, de Joan Lluís Ferrer

  Joan Lluís Ferrer   27 SEPT 2024 

Si desaparece la masa helada Thwaites, el nivel del mar podría subir de golpe 65 centímetros frente a los 4 milímetros al año actuales

La Antártida, camino de derrumbarse por el glaciar del juicio final / AGENCIAS

La acción de desgaste que ejercen las mareas cálidas en la parte inferior del glaciar Thwaites, en la Antártida, acelerará «inexorablemente» su derretimiento en este siglo, según nuevas investigaciones de científicos británicos y estadounidenses. Los investigadores advierten de que ese deshielo acelerado podría desestabilizar toda la capa helada de la Antártida Occidental y provocar su derrumbe final. Ello haría subir de golpe el nivel de los océanos en una proporción nunca antes imaginada.

El enorme glaciar, que tiene el tamaño de Andalucía y Castilla-La Mancha juntas, interesa especialmente a los científicos por la rapidez con que está degradándose y el impacto que su pérdida tendría sobre el nivel del mar (de ahí su apodo de ‘glaciar del Día del Juicio Final’). También actúa como ‘ancla’ de la capa de hielo de la Antártida Occidental para que permanezca fijada en su emplazamiento.

Como el corcho de una botella

Con más de dos kilómetros de espesor en algunas zonas, Thwaites ha sido comparado con un corcho en una botella. Si se derritiera, el nivel del mar subiría 65 centímetros. Eso ya sería un aumento significativo, dado que los océanos suben actualmente 4,6 milímetros al año. Pero si finalmente se perdiera toda la capa de hielo, el nivel del mar aumentaría nada menos que 3,3 metros, según informa la agencia Bloomberg.

Aunque algunos modelos informáticos sugieren que las reducciones de las emisiones de gases de efecto invernadero previstas en el Acuerdo de París de 2015 podrían mitigar el retroceso del glaciar, las perspectivas siguen siendo «sombrías», según un informe de la International Thwaites Glacier Collaboration (ITGC), un proyecto que reúne a investigadores del British Antarctic Survey, la National Science Foundation de Estados Unidos y el Natural Environment Research Council del Reino Unido.

Derretimiento acelerado desde hace 30 años

El Thwaites lleva retrocediendo más de 80 años, pero ese proceso se ha acelerado en los últimos 30, según declaró en un comunicado de prensa Rob Larter, geofísico marino que colaboró en la investigación. «Nuestros hallazgos indican que va a retroceder más y más rápido». Y otras dinámicas que actualmente no tienen en cuenta los modelos a gran escala podrían acelerar más su desaparición, según asegura esta investigación.

Utilizando un robot con forma de torpedo, los científicos determinaron que la parte inferior de Thwaites está aislada por una fina capa de agua fría. Sin embargo, en las zonas donde las partes del glaciar se separan del lecho marino y el hielo empieza a flotar, la acción de las mareas está bombeando agua de mar más caliente, a alta presión, hasta 10 kilómetros por debajo el hielo.

Forma en que el agua caliente del mar va socavando la parte inferior del glaciar

Forma en que el agua caliente del mar va socavando la parte inferior del glaciar / AGENCIAS

Este proceso está alterando la capa aislante y probablemente acelerará considerablemente la velocidad de retroceso de la zona de encalladura, es decir, la zona en la que el glaciar se asienta sobre el lecho marino.

Además, esto no ocurre solo en la Antártida, pues se ha observado un proceso similar en glaciares de Groenlandia, en el otro extremo del planeta y también sometida a una creciente pérdida de hielo por el calentamiento global.

El grupo de científicos plantea incluso una hipótesis aún más pesimista, según la cual se formarían acantilados de hielo de 100 metros o más en la parte delantera de Thwaites que se desprenderían rápidamente en forma de icebergs, provocando un retroceso glaciar galopante que podría elevar el nivel del mar en decenas de centímetros ya en este mismo siglo. Sin embargo, los investigadores afirman que es demasiado pronto para saber con certeza si este último escenario realmente puede producirse.

¿Es irreversible la pérdida del glaciar?

Una pregunta clave sin respuesta es si la pérdida del glaciar Thwaites es ya irreversible. Por ejemplo, las fuertes nevadas que se producen regularmente en la Antártida ayudan a reponer la pérdida de hielo, explicó Michelle Maclennan, climatóloga de la Universidad de Colorado en Boulder, durante una rueda de prensa. «El problema es que existe un desequilibrio: se está perdiendo más hielo del que las nevadas pueden compensar», explicó.

El aumento de la humedad en la atmósfera del planeta, causado por el calentamiento global que evapora las aguas oceánicas, podría dar lugar a más nieve antártica, al menos durante un tiempo. En un momento dado, sin embargo, se espera que se convierta en lluvia, causando el derretimiento de la superficie del hielo, creando así una situación en la que el glaciar se derrita tanto por arriba como por abajo. La rapidez con que esto ocurra dependerá en parte de los avances que los países hagan para frenar el cambio climático, señalan.

Libelos de sangre, bulos sin red y gente que elige creer. Opinión de Isaac Rosa

 23/8/2024


Las facilidades tecnológicas agravan el problema de la desinformación. Pero hay algo más grave: demasiada gente que quiere creérselo. Y aún peor: demasiada gente que, cuando ya sabe que es falso, sigue haciendo como que se lo cree, dándolo por bueno y compartiéndolo

Tú no te acuerdas porque eres muy joven, pero hubo un tiempo lejano, muy lejano, en que no existían las redes sociales ni Internet, y sin embargo los bulos corrían alegremente. Incluso más alegremente que hoy, con más éxito, sin webs de verificación ni posibilidad de desmentirlos con una simple búsqueda en Internet.

Desde la antigüedad, bulos y fake news han circulado con fuerza, y provocado consecuencias políticas y sociales, violencia incluida. Luchas de poder, querellas religiosas, guerras, revoluciones y contrarrevoluciones eran terreno abonado para manipular a la población con todo tipo de mentiras. Y sin redes sociales, ya digo.

Lo que intentaron los racistas esta semana, acusando a los “moros” del asesinato del niño de Mocejón, es la versión actual de un clásico de la Europa medieval: el “libelo de sangre”. En un pueblo desaparecía un niño, y se acusaba en falso a los judíos de haber secuestrado y asesinado al crío para hacer horrendos rituales con su sangre. Era todo falso, pero los propagadores del libelo lograban su objetivo: miembros de la comunidad judía eran ajusticiados o expulsados, y a veces se desataban disturbios que terminaban en matanzas masivas. Lo mismo ha pasado a lo largo de la historia con el pueblo gitano, víctima preferente de bulos que culminaban también en matanzas y expulsiones.

noviembre 18, 2024

Los alimentos de consumo diario están contaminados con más de 100 plaguicidas

 18 sept 2024

En 2022 se vendieron alimentos con al menos 106 plaguicidas, de los que 59 eran disruptores endocrinos y 32 sustancias no autorizadas



Los alimentos de consumo diario están contaminados con más de 100 plaguicidas. En 2022 se vendieron alimentos con al menos 106 plaguicidas, de los que 59 eran disruptores endocrinos y 32 sustancias no autorizadas, según el informe 'Directo a tus hormonas.
  • En 2022 se vendieron alimentos con al menos 106 plaguicidas, de los que 59 eran disruptores endocrinos y 32 sustancias no autorizadas, según el informe ‘Directo a tus hormonas. Residuos de plaguicidas en los alimentos españoles’, que presenta Ecologistas en Acción.
  • 97 de los plaguicidas detectados fueron aplicados en campos españoles, con el consiguiente impacto en la salud y la biodiversidad.
  • El abuso de plaguicidas afecta directamente a las personas que trabajan en los invernaderos, como denuncia el documental ‘La voz del invernadero’, producido por Ecologistas en Acción.

Ecologistas en Acción presenta el estudio ‘Directo a tus hormonas. Residuos de plaguicidas en los alimentos españoles’, que analiza los datos de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) sobre la presencia de plaguicidas en los alimentos vendidos en España en 2022 (últimos datos disponibles a fecha de hoy).

Aunque los datos de AESAN son poco representativos (solo 3,61 muestras por cada 100.000 habitantes, lo que sitúa a España a la cola de la UE en el número de muestras tomadas), permiten ver que los alimentos estaban contaminados con 106 plaguicidas diferentes. El 36% de las muestras tenían restos de una o más sustancias, porcentaje que aumenta hasta el 43% en el caso de frutas y verduras.

De los 106 plaguicidas detectados, 59 (incluido el DDT) fueron disruptores endocrinos, sustancias que afectan al sistema hormonal y que se relacionan con graves enfermedades; 32 fueron sustancias no autorizadas por la Unión Europea y 17 fueron plaguicidas candidatos a ser sustituidos debido a sus efectos cancerígenos, tóxicos para la reproducción, de disrupción endocrina o por cumplir dos de las tres siguientes características: persistencia, bioacumulación y toxicidad.

El elevado uso de plaguicidas expone a la población y al medio natural a pequeñas pero múltiples cantidades de sustancias sobre cuyo efecto combinado alerta la comunidad científica. El cóctel de sustancias queda patente en el 22% de las muestras, que presentaban contaminación múltiple con varios plaguicidas. Otro dato que visibiliza el cóctel tóxico es que los tomates españoles tuvieran residuos de 31 sustancias diferentes.

Al menos 97 plaguicidas tóxicos fueron liberados en cultivos españoles, poniendo en riesgo al medio natural y a las personas que cultivan y viven en las zonas cercanas.

La experiencia de las y los trabajadores de los invernaderos españoles queda plasmada en el cortometraje documental La voz del invernadero, realizado por el fotoperiodista Santiago Donaire y producido por Ecologistas en Acción, para hablar de una verdad incómoda, la de trabajadoras que enferman de bronquitis y Parkinson, entre otras enfermedades para alimentar a la población.

Kistiñe García, portavoz de la organización ecologista, ha declarado: “Las explotaciones agrarias deben respetar los derechos humanos de sus trabajadoras, darles la formación y las EPIS obligatorias y mantener prácticas de aplicación de fitosanitarios que se atengan a la ley. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación está perdiendo una gran oportunidad: la de convertir a España en el productor de alimentos más saludables, en lugar de ser el segundo estado miembro en ventas de plaguicidas”.

“¿Hasta cuándo van a mirar las autoridades y la población hacia otro lado, ignorando la pérdida de salud, biodiversidad y la precaria situación de las y los trabajadores agrícolas por el excesivo uso de plaguicidas para producir alimentos?”, concluye García.

Ecologistas en Acción