mayo 04, 2009

Piratas somalíes (28.1) gatazos orondos y chuchos astrosos...(+ Lansky)

(Publicado por Lansky en 7:23 AM del día: 23-abr-2009. Un texto estupendo, como los otros dos que hasta el momento le he copiado y re-publicado. Que lo disfrutéis. PAQUITA)
http://www.lansky-al-habla.com/

Cuando el primer Roosevelt (Teodoro, el malo y belicista para entendernos, no Franklin Delano, el socialista del New Deal y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial) le declaró la guerra a España –sí, hemos estado en guerra con Estados Unidos, en el 98 famoso, y la perdimos- con un falso pretexto, un ataque inexistente a uno de sus acorazados, y una razón real, quedarse con Cuba para convertirla en el casino y prostíbulo de yanquilandia, afirmó en privado: “vamos a tener una guerrita que podamos ganar”.

Las “guerritas que se pueden ganar” a veces salen bien, como la de Cuba y a veces no, como Corea o Vietnam, pero siempre se declaran con el cálculo de que va a ser sencilla la victoria. La guerrita que vamos ganar de hoy en día no es ninguno de esos enconados conflictos que llevan años enquistados, sino contra los “malvados” piratas somalíes. El periodista Isaac Rosa comentaba el oto día que no eran piratas sino superhérores mutantes y que sus superpoderes se los habían concedido los residuos radiactivos a los que llevan expuestos desde hace años. Mejor lo explico.

Somalia es una región maravillosa del cuerno africano –el cuerno en sí- junto a Etiopía, pero no es una nación, puesto que no tiene estado, aunque si un país y un paisanaje. El paisanaje es de los grupos humanos más bellos del planeta, allí el más feo es más guapo que Obama, y ellas no digamos, parecen modelos vestidas de trapillo étnico. Aprovechando que la ausencia de poder centralizado e instituciones permite cualquier tropelía, algunos somalíes armados, como pasa siempre, abusan de sus paisanos, pero la mayoría de los abusos los cometen las naciones occidentales del Primer Mundo, esas que ahora están siendo pirateadas.

No justifico la violencia ni cualquier medio para obtener fines, pero lo cierto es que los primeros piratas fueron los barcos ahora pirateados o pirateables de las naciones ricas. Somalia, la costa suahili, está en la vía de comunicación: Mar Rojo- Aden-Suez, entre el Atlántico, el Mediterráneo y el Índico, y entre Europa, Asía y África, una de las rutas del mayor tráfico de buques mercantes del mundo. También es la ruta del preciado atún rojo en sus migraciones. Los atunes recorren los océanos en grupos nutridos que son el equivalente acuático de los grandes rebaños de antílopes de las vecinas sabanas. En los caladeros tradicionales de los países con tradición pesquera, como el Mediterráneo español e italiano, las costas atlánticas norteamericanas o Japón, han sido esquilmados, pero aún abundan frente a las costas del este africano. Y nada más fácil que abandonar de paso que estás allí en la playa unos cuantos residuos peligrosos que las modernas y “ecológicas” naciones avanzadas no admitirían en sus suelos.

Los primeros piratas somalíes fueron guardacostas espontáneos, hartos de tanta arbitrariedad. Más tarde descubrieron –no digo que no- el negocio de los secuestros. Al fin y al cabo se trataba de recuperar parte del expolio neto al que se les sometía. Apenas han producido víctimas, normalmente liberan los barcos tras recibir el rescate sin daños para las tripulaciones que, en la mayoría de los casos, han reconocido que el trato no incluía maltrato. Pero hace poco cometieron el error de raptar al capitán norteamericano como rehén del resto de la tripulación que liberaron; tres de ellos fueron abatidos con nocturnidad y alevosía con armas sofisticadas por tiradores de elite con infrarrojos; para que aprendan.

En la vieja y tonta polémica sobre la superioridad del perro o el gato como animal doméstico, el humorista catalán Perich reivindicaba el gato bajo el argumento de que no hay gatos policías. Eso no es exacto; yo tengo un amigo que tiene un gato tan cabrón que no es un gato policía, sino un gato portero de discoteca; la discoteca en la que no te deja entrar es el piso de arriba de la casa que defiende. Y en cambio mi perra es tan pacífica que el cervatillo Bambi sería a su lado un asesino en serie y estaría dispuesta a dejarse morder por el conejo Tambor; sólo responde con alguna impaciente pero eficaz dentellada ante los ansiosos requerimientos de otros machos, pues ella es muy suya y sólo le ponen los chuchos verdaderamente astrosos.

Los chuchos astrosos somalíes, por mal nombre piratas, están sintiendo los dientes de los gatazos bien armados y orondos de Occidente. Y aplaudimos el espectáculo como una lección de justicia; pero, como las cuestiones semánticas son siempre importantes y no me parece mal llamar piratas a estos desposeídos –al fin y al cabo es el honroso nombre corriente con que se denominaba a los libertarios miembros de la Hermandad de la Costa en las Antillas del XVIII-, entonces debemos buscar un término diferente para los buitres financieros, para los que desvalijan las pensiones de las viudas, para los que desmantelan los servicios de la sanidad y la educación públicas, para los que viven en política de crear problemas y no de resolverlos, para los que les toca sospechosamente la lotería todos los meses, para los que ganan millones con una simple firma que consagra un campo de patatas en solar edificable, que compra como campo y revende como solar, y para los que meten en un saco común a los cadáveres de los milicos que previamente embarcaron en aviones descosidos de quinta mano. Si os parece.

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