Publicado por Antonio en viernes 18 de junio de 2010 Cosas de Antonio antoniopc.blogspot.com/ Datos personales: 59, Hombre, Acuario y Tigre, Ubicación: Málaga (Andalucia), Psicólogo y Diplomado en Enfermería, especialista en salud mental. En tránsito hacia la madurez. (Emigro a Barcelona en 1967, en la que vivo, trabajo y estudio hasta 1977, trasladándome a Málaga en donde resido en la actualidad. Desde 1981 me dedico a la gestión hospitalaria, ocupando diversos puestos en la dirección de distintos hospitales de Málaga hasta 1998 (Carlos Haya, Marítimo, Clínico, etc.) En 1991 inicio mi actividad como profesor asociado en la Universidad de Málaga donde gano plaza de titular de escuela universitaria en 1999 hasta mi jubilación por enfermedad en 2005. Mis cursos, ponencias y publicaciones están básicamente relacionados con la actividad enfermera, la psicología y las humanidades.
Aclaraciones conceptuales previas.
Dar, Donar: Traspasar graciosamente a otro algo o el derecho que sobre ello se tiene.
Intercambiar: Cambiar entre sí ideas, informes, publicaciones, etc.
Trueque: Intercambio directo de bienes y servicios, sin mediar la intervención de dinero.
Compartir: Repartir, dividir, distribuir algo en partes. Participar en algo.
Buscando en mi interior el acumulo de experiencias y el bagaje que me dio la vida, descubro mi primigenia formación de enfermero, que luego completó la de psicólogo y me reafirmo en los planteamientos de “suplencia y ayuda”. Nos enseñaron a suplir las deficiencias que presentaban los pacientes en su autocuidado y en la cobertura de sus necesidades básicas. Pero, a la vez, en la ayuda, se establecía un proceso de aprendizaje para que el sujeto fuera autosuficiente o capaz de resolver por sí mismo la cobertura futura de esas necesidades. Creo que aquí radica mi componente humanista y no sé si es primero el huevo o la gallina. Me hice enfermero y psicólogo por mi humanismo, o me decanté por el humanismo al estudiar y ejercer esas profesiones…
Un sujeto es más libre en tanto es más capaz de cubrir sus propias necesidades, a la par que es más subordinado si esa cobertura depende de otros. El poder lo da el tener aquello que otro quiere y no tiene. Por tanto, podemos influir sobre el otro para que haga lo que nos interesa a cambio de darle lo que tenemos nosotros y él desea.
En este sentido, lo importante no es dar, sino enseñar a conseguir lo que necesita, aunque ya lo tengamos nosotros. Si le damos lo que tenemos sin más, no aprenderá nunca a conseguir por sí mismo lo que precisa, mientras que si en el proceso de dar incluimos el enseñar, le haremos más libre y menos dependiente y nosotros podremos usar nuestras capacidades para seguir centrándonos en el desarrollo personal. Traigo a colación aquella expresión tan acertada de: “Dale un pez y comerá hoy, enséñale a pescar y comerá todos los días”.
Lo perverso vendría si el otro se acopla al recibir, a que le den, considerando que se establece el derecho a disfrutar lo que hagan los demás, al parasitismo. Podríamos llegar a la situación de que el otro tomara lo que nos es suyo sin permiso del dueño. Es decir, ese tiene lo que quiero, pues lo tomo y se acabó. En el fondo, la vida y los conflictos se han desarrollado históricamente desde esa perspectiva, la guerra se justifica en tomar aquello que tiene el otro y nosotros no tenemos. El botín, la riqueza natural, los bienes y el propio trabajo del vencido, son los motivadores más generales de los conflictos bélicos.
Volviendo de los Cerros de Úbeda al tema, el compartir también implica el intercambiar. El intercambio ha sido la base principal del desarrollo humano. Uno por sí mismo es incapaz de conseguir todo lo que necesita, por tanto, nos coaligamos y organizamos para ese intercambio. De esta forma, en teoría, nadie es parásito de nadie y cada uno produce para hacer el trueq ue. No da, cambia. Así se produce el desarrollo personal, en función de las potencialidades que se tengan para desempeñar una actividad determinada.
En el blog “Grito de lobos”, Ciberculturalia plantea un interesante procedimiento, como es el intercambio de tiempo, en su artículo “Tiempos extraños”. Entiendo que la moneda de cambio es la unidad de tiempo. No se da nada, sino que se intercambia. No es que se necesite producir algo material, pues puede que el otro solo quiera la compañía o el diálogo, que le dediques tu tiempo. Aconsejo su lectura y los enlaces que tiene. (http://gritodelobos.blogspot.com/2010/06/tiempos-extranos.html)
En conclusión, a mí me gusta compartir. Lo suelo hacer con mis amigos muy a menudo. Tu te llevas lo que quieras, el otro lo que le apetezca y yo lo que estime adecuado. Ya nos conocemos y sabemos lo que nos gusta, nadie se aprovecha de nadie y todos valoramos lo que aportamos desde nuestra propia evaluación y en ello va el propio valor de la amistad y la confianza, del afecto y los sentimientos de grupo. Todo sobre la mesa y a comer y beber…. Pero sobre todo, a hablar a intercambiar y compartir ideas, pensamientos y experiencias, a divertirnos y relajarnos, reír y crear ambiente receptor y de buen rollo, de química y simbiosis. Mi bodeguilla es un lugar creado para compartir y me siento satisfecho de haberla hecho y de su función. Mira las fotos…
Caminante dijo... 24 de junio de 2010 08:26:00
1º.- ¡Qué bodeguilla más guapa! e íntima.
2º.- Compartir es buena clave, como la de enseñar. Esto es más trabajoso pero mucho más eficaz en el tiempo. Pone a todos en un nivel parecido, sin subordinación extrema, sin "estar" vendido.
3º.- La gente que se pretende "necesaria" de por vida se hace útil en su momento, pero está de sobra en el tiempo. No permite el desarrollo ajeno, pretende su bienestar a costa del malestar del resto. No es, realmente" buena gente. Hace más daño del que pretende solucionar. Cómo me estiro. Buen día, caluroso día: PAQUITA
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