Publicado el Miércoles, 12 de Mayo de 2010 por ©Pierre Miró www.elpobrecitoveedor.net/blog/
Resultaba forzado, cuando no estrafalario. El periodista se esforzaba por encontrar el término que él creía apropiado. Pero su expresión rayaba en lo ridículo: deficiente visual; discapacitado visual; invidente. Todo para no llamar ciego a quien no ve. Sabemos que hay ciegos que abominan de los eufemismos. Suelen ser quienes no se compadecen de sí mismos a todas horas ni están obsesionados con su ceguera. Minusvalía iba a decir. Y aquí sí cabría esa calificación. El contexto de la frase puede que lo pida. No critico tanto al locutor, que cuando se escuche, probablemente no se gustará, como a esa moda del lenguaje políticamente correcto que todo lo contamina.
Con tantas cortapisas a la comunicación verbal, dudo que hoy en día se hubiera podido parir esa bella sentencia que adorna los jardines del Generalife:
Dale limosna mujer,
que no hay en la vida nada
como la pena de ser
ciego en Granada.
—
Nota.- Este texto lo iba a titular como eufemismos. Tuve la prudencia de consultar el buscador del blog y ya escribí hace año y medio algo titulado precisamente así, sobre el modo de manipular el lenguaje, a propósito de los subterfugios para referise a ricos y pobres.
#2 by PAQUITA on 12/Mayo/2010 - 9:09
Si es que llevamos mucho tiempo que parece, que todos -casi-, “nos la cogemos con papel de fumar”. Un gusto encontrarte de mañanA: PAQUITA
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