CONOCIDO gracias a Una Mirada - Publicado en 06/04/2007 http://antoncastro.blogia.com/2007/040601-el-cuento-de-los-ninos-libres-.php por Antón Castro
Este mismo lunes, alguien, como si fuese un aparecido envuelto en lluvia, se acercó a mi casa y dejó un paquete. Era “El libro de los escolares de Plasencia del Monte”, una pequeña joya literaria y de la memoria educativa que publica el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Huesca, bajo la iniciativa del Museo Pedagógico de Aragón y de su director Víctor Juan Borroy. Este volumen, tal como recuerda la consejera Eva Almunia, refleja “una escuela abierta, participativa, alegre. Una escuela moderna y ejemplar y, sin embargo, una escuela de hace más de 70 años”. Detrás de este rescate incompleto (es una edición en facsímil de un libro escolar de 1936 compuesto e impreso siguiente el método Freinet, y ha perdido algunas páginas en el camino del tiempo) hay muchas personas, un concepto educativo, un modo de entender y de fomentar el conocimiento.
El libro lo redactaron los alumnos de Simeón Omella, en los años que precedieron a la Guerra Civil, aunque fue impreso en 1936 por una imprenta artesanal y escolar. Era un trabajo que estaba inspirado en los trabajos de Celestin Freinet (1886-1966): un extraordinario pedagogo francés que fue pastor de niño en los Alpes Marítimos y combatiente herido en la Primera Guerra Mundial. Dejó al mundo un gran legado: una serie de ideas e ideales teóricos que acompañó “de técnicas e instrumentos para el trabajo escolar”. El maestro quedaba en un segundo plano y todo el trabajo escolar giraba en torno al hecho de que “los escolares expresen lo que piensen y lo que sienten sin inhibiciones de ninguna especie”, tal como recuerda el investigador y prologuista mexicano Fernando Jiménez Mier y Terán. Y así surgirán los famosos “textos libres”, que serán recogidos, ordenados, escritos, maquetados e impresos mediante “la prensa escolar o imprenta Freinet”. Esa forma de trabajar la heredó, entre otros, el inspector escolar Herminio Almendros, padre del director de fotografía Néstor Almendros, que la inició en Lérida varios años y debió transmitírsela a Simeón Omella en el único curso en que estuvo en Huesca. Omella, republicano, moderno y condenado posteriormente al exilio y al olvido, la puso en práctica en un libro que no llegó a divulgarse apenas porque estalló el conflicto bélico.
Los padres de Elena Ruiz Gallán guardaron aquel libro. Y lo depositaron junto a otros en la falsa de su casa. Y allí, en las “tardes lluviosas o tediosas”, subía a leerlo Elena. Dice: “Era un libro especial, diferente a los demás y sobre todo totalmente diferente a los de mi escuela. Para empezar, explicaba cosas de mi pueblo y estaba escrito por los niños de entonces que ahora conocía como hombres hechos y derechos, vecinos míos. Yo estaba fascinada con las cosas que me mostraba: historias antiguas, cómo se vivía antes de la guerra y hasta mucho antes, cuentos, historietas absurdas como sólo los niños escriben y entienden. Por él supe quién había sido ‘Cucaracha’, oí hablar por primera vez de las guerras carlistas”. Los niños tenían entre 8 y 12 años. Hablaban con la gente, investigaban, visitaban lugares (por ejemplo, cuentan, asistieron al Aero Club de Huesca para ver los vuelos sin motor y fueron invitados para que concurriesen con un aparato suyo), entraban en contacto con la naturaleza, observaban los animales y vaciaban un libro de ciencia para resumir las características de “La abeja caucásica”. O recordaban que el médico don Demetrio Laguna había entregado 450 pesetas a Simeón Omella para sus fines educativos.
He aquí un libro extraordinario. Un fragmento de memoria. Una invitación a replantearse la educación. Y, sobre todo, el elogio de la creatividad de los niños, estimulada por un hombre de acción y pedagogía como Simeón Omella.
*Todos los viernes, publico un artículo en la edición de Heraldo de Huesca. El de hoy es éste, dedicado a “EL LIBRO de los escolares de Plasencia del Monte”. Edición facsímil. Textos de Eva Almunia, Víctor Juan Borroy, Elena Ruiz Gallán, Fernando Jiménez Mier y Terán, y los alumnos de Simeón Omella. Edita: Gobierno de Aragón y Ayuntamiento de Huesca.(La foto corresponde a Herminio Almendros y la he tomado del blog de Herminio Lafoz Rabaza, el gran historiador del siglo XIX en Aragón,en particular de la Guerra de la Independencia).
No hay comentarios:
Publicar un comentario