COPIADO a Javier Nix Calderón el 27/4/2015, pág. de fb
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Se llamaba Abel Martínez y era profesor de historia, como yo. Interino,
también como yo. Tenía 35 años. Murió de un machetazo asestado por un
niño de 13 años, que acudió una mañana al instituto dispuesto a acabar
con la vida de todo aquel que se le pusiera por delante.
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Se llamaba Abel Martínez y era profesor de historia, como yo. Interino, también como yo. Tenía 35 años. Murió de un machetazo asestado por un niño de 13 años, que acudió una mañana al instituto dispuesto a acabar con la vida de todo aquel que se le pusiera por delante.
Abel
Martínez era su nombre. Escribo hoy esto, 12 días después, porque sé que
la actualidad vertiginosa pronto desterrará este caso a una nota a pie
de página, reduciendo su muerte a una anécdota terrible de nuestro
decadente sistema educativo que recordaremos como si de un mal sueño se
tratase. Me niego a que esto ocurra. Debemos recordar su nombre.
Abel Martínez, lo repito, era su nombre y era profesor de historia. Estoy seguro de que amaba esta profesión como yo y muchos de mis compañeros la amamos, que sus razones para ser profesor brotaban de fuentes profundas y de que en estas razones no faltaban las palabras compromiso, conciencia, futuro, libertad y amor. Al final, enseñar historia o cualquier otra materia es solo un pretexto para educar en el respeto, el amor al conocimiento y la libertad de pensar por nosotros mismos. Así es, al menos, para los que creemos en el poder de la educación. Porque una persona instruida es válida, pero una persona educada es libre.
Abel muere una vez más a manos de Caín. Caín no es el niño. Caín es este sistema, los recortes en educación, las aulas masificadas, la falta de equipos de psicólogos en colegios e institutos, la dictadura de las calificaciones en selectividad, la pasividad de los padres, la competitividad que se inculca en las aulas en lugar de la solidaridad, el creciente aislamiento que nos circunda.
Por eso, para no olvidar, yo invoco su nombre: Abel Martínez, profesor interino de historia, asesinado mientras realizaba su trabajo. Que tu muerte nos ayude a despertar y nos haga amar, aún más si cabe, esta profesión.
--- ADEMÁS: Comunicado de José Fernández González
¡Victoria! El gobierno concede la Cruz Alfonso X el Sabio por méritos en la docencia a Abel Martínez, el profesor fallecido por el ataque de un estudiante
Abel Martínez, lo repito, era su nombre y era profesor de historia. Estoy seguro de que amaba esta profesión como yo y muchos de mis compañeros la amamos, que sus razones para ser profesor brotaban de fuentes profundas y de que en estas razones no faltaban las palabras compromiso, conciencia, futuro, libertad y amor. Al final, enseñar historia o cualquier otra materia es solo un pretexto para educar en el respeto, el amor al conocimiento y la libertad de pensar por nosotros mismos. Así es, al menos, para los que creemos en el poder de la educación. Porque una persona instruida es válida, pero una persona educada es libre.
Abel muere una vez más a manos de Caín. Caín no es el niño. Caín es este sistema, los recortes en educación, las aulas masificadas, la falta de equipos de psicólogos en colegios e institutos, la dictadura de las calificaciones en selectividad, la pasividad de los padres, la competitividad que se inculca en las aulas en lugar de la solidaridad, el creciente aislamiento que nos circunda.
Por eso, para no olvidar, yo invoco su nombre: Abel Martínez, profesor interino de historia, asesinado mientras realizaba su trabajo. Que tu muerte nos ayude a despertar y nos haga amar, aún más si cabe, esta profesión.
--- ADEMÁS: Comunicado de José Fernández González
¡Victoria! El gobierno concede la Cruz Alfonso X el Sabio por méritos en la docencia a Abel Martínez, el profesor fallecido por el ataque de un estudiante
14 may 2015 — Se
llamaba Abel y era “profe” de instituto. Su familia y amigos nunca se
olvidará de su persona. Ahora, gracias a este reconocimiento que el
Gobierno le ha concedido, su labor como docente también perdurará en el
tiempo.
Te escribo para contarte novedades sobre la petición que pedía un reconocimiento para Abel Martínez, el joven profesor que falleció hace algunas semanas por el ataque de un alumno en un instituto de Barcelona.
La semana pasada el Ministerio de Educación anunció que el Consejo de Ministros, a propuesta del Ministro de Educación Jose Ignacio Wert, ha decidido otorgarle a Abel Martínez Oliva la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio a título póstumo por su labor docente. La Gran Cruz en concreto se otorga para premiar méritos extraordinarios como ha sido en este caso el sacrificio de Abel.
Este reconocimiento supone un hito y reconoce la labor de Abel junto con la de otros profesores que han contribuido a modelar y dignificar la labor docente en España, también implica una victoria para la iniciativa que con vuestras firmas habéis respaldado a través de Change.org y no puedo más que escribir estas líneas para expresaros mi más profundo agradecimiento: Quiero dar las gracias a cuantos con su firma dieron apoyo a mi petición, a la petición clamorosa de todo el colectivo de docentes y de la sociedad en general, gracias a Change.org por hacer de las causas perdidas, objetivos alcanzables.
Y quiero expresar también mi gratitud al Sr. Ministro de Educación, Cultura y Deportes, D. José Ignacio Wert, por haber recogido el testigo y llevar la propuesta al consejo de ministros del día 8 de mayo, es justo reconocer que el sr. Ministro ha escuchado el clamor de la sociedad.
Gracias a todos. Nada puede devolverle a su familia a Abel, pero que sus padres lleven bien alta la cabeza. La última lección que Abel impartió, nos hace a todos querer ser mejores.
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Te escribo para contarte novedades sobre la petición que pedía un reconocimiento para Abel Martínez, el joven profesor que falleció hace algunas semanas por el ataque de un alumno en un instituto de Barcelona.
La semana pasada el Ministerio de Educación anunció que el Consejo de Ministros, a propuesta del Ministro de Educación Jose Ignacio Wert, ha decidido otorgarle a Abel Martínez Oliva la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio a título póstumo por su labor docente. La Gran Cruz en concreto se otorga para premiar méritos extraordinarios como ha sido en este caso el sacrificio de Abel.
Este reconocimiento supone un hito y reconoce la labor de Abel junto con la de otros profesores que han contribuido a modelar y dignificar la labor docente en España, también implica una victoria para la iniciativa que con vuestras firmas habéis respaldado a través de Change.org y no puedo más que escribir estas líneas para expresaros mi más profundo agradecimiento: Quiero dar las gracias a cuantos con su firma dieron apoyo a mi petición, a la petición clamorosa de todo el colectivo de docentes y de la sociedad en general, gracias a Change.org por hacer de las causas perdidas, objetivos alcanzables.
Y quiero expresar también mi gratitud al Sr. Ministro de Educación, Cultura y Deportes, D. José Ignacio Wert, por haber recogido el testigo y llevar la propuesta al consejo de ministros del día 8 de mayo, es justo reconocer que el sr. Ministro ha escuchado el clamor de la sociedad.
Gracias a todos. Nada puede devolverle a su familia a Abel, pero que sus padres lleven bien alta la cabeza. La última lección que Abel impartió, nos hace a todos querer ser mejores.
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