Las últimas décadas el consumo de carne a nivel mundial no ha parado de crecer; desde 44 millones de toneladas en 1950 a 284 millones de toneladas en 2009 y todo indica que seguirá incrementándose en los próximos años.
Este aumento de consumo de carne lleva obviamente aparejada un aumento de la producción animal, lo cual genera enormes problemas de sostenibilidad, consumo de agua y de competencia directa con el derecho a la alimentación de millones de personas. Así se estima que un 35% de la cosecha de grano del mundo (760 millones de toneladas) es utilizada con fines de producción animal.
El sector cárnico, en las últimas décadas y de forma paralela, ha sufrido una enorme transformación marcada por una mayor industrialización y verticalización del sistema de producción. Así vemos cómo en pocos años este proceso ha hecho desparecer silenciosamente miles de granjas familiares y la aparición en su lugar de factorías o fábricas de producción animal, cada vez más grandes y por eso es cada vez más frecuente encontrarse en la prensa el fenómeno de las mega granjas, con cientos y miles de animales. En este momento solo las cuatro primeras empresas cárnicas controlan el 85% del mercado mundial.
EL USO DE ANTIBIÓTICOS
Pero para que este despropósito de factorías de miles animales hacinados haya sido posible es imprescindible contar con la inestimable ayuda de los antibióticos, el consumo del cual no ha hecho nada más que crecer.
Las sustancias antimicrobianas se emplean en veterinaria con fines terapéuticos y profilácticos para tratar infecciones. Pero los antibióticos también pueden ser empleados en producción animal por otras dos razones, además de la curativa. Las dos razones son la preventiva y como promotores de crecimiento. Las condiciones de la ganadería industrial ha provocado un grado variable, pero existente, de inmunosupresión en los animales haciéndolos más propensos a enfermar.
Tal es su importancia que el aumento masivo y global de la producción de carne en factorías se prevé que en el año 2030 su uso se habrá incrementando en un 67%, lo que representa una "amenaza para la salud pública", según afirma un estudio recientemente publicado en el Proceedings of the National Academy of Scientists (PNAS) de Estados Unidos.
El uso de antibióticos se duplicará en Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) debido a la transformación de su sector hacia sistemas intensivos de producción .El estudio afirma que el uso de antibióticos ya está dando lugar a una crisis de resistencia a los antibióticos en los EE.UU. y en la Unión Europea.
Según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) (año 2012), la resistencia de la bacteria Salmonella spp. aislada de los casos que han afectado a humanos, se sitúa cerca del 50% para los antibióticos más utilizados. Es decir, que la mitad de la veces que alguien enferma de Salmonella y es tratado con antibióticos, estos no funcionan. La media europea se sitúa entre un 25 y un 30% en función del antibiótico. En el caso de Campylobacter, las cepas aisladas en los casos que han afectado a humanos, vemos que más del 80% de las cepas aisladas que afectaban a humanos en España eran resistentes a los seis antibióticos más usados. Y finalmente, analizando las cepas de Escherichia coli aislada en los casos de contaminación de alimentos vemos que para la carne de pollo la resistencia rondaba el 30% y para la carne de cerdo el 25%. No solamente la EFSA confirma esta situación, así según datos del atlas mundial de la OMS, en España la tasa de Escherichia coli (responsable, por ejemplo, del 80% de infecciones urinarias) es resistente al 34,5%.
En la Unión Europea la Directiva 1831/2003 prohibió los llamados Antibióticos Promotores del crecimiento en Europa a partir del 2006. Es decir, no se pueden administrar estas substancias (normalmente a través del agua de bebida, pienso o a través de implantes subcutáneos en los animales) en la producción animal europea. Aún así según el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades calcula que la resistencia a los antibióticos provoca cada año 25.000 muertes
Aunque, como vemos, la situación europea dista de ser ideal, sí es cierto que se han dado pasos importantes en el control del excesivo uso de antibióticos para ganadería. Lo que nos encontramos en EE.UU respecto de los antibióticos promotores del crecimiento, por el contrario, ha sido, y es, muy diferente. Los antibióticos son usados de forma rutinaria en la producción animal estadounidense, como se habían estado en la UE antes de 2006. De acuerdo con la FDA, aproximadamente el 80% de todos los antibióticos usados en los Estados Unidos se destinan a ganadería y solamente el 20% a la salud humana.
De estos datos se podría desprender que estamos frente a los efectos colaterales de un proceso de evolución normal del sector, pero nada más lejos de la realidad. En verdad son el resultado directo de la aplicación de políticas públicas con el objetivo de favorecer los intereses de grandes corporaciones cárnicas. Así en Estados Unidos el número de factorías de vacuno lechero se ha doblado (incremento del 93%) en la última década y actualmente agrupan a más de 5 millones de vacas. Una media de 650 vacas, cada día, han pasado a ser criadas en este tipo de explotaciones ganaderas.
El número de animales destinado a vacuno de carne en granjas factoría (los famosos feedlots) agrupan a más de 14 millones de animales, añadiendo 1.100 animales cada día en la última década a estos sistemas de producción. La media de una granja de feedlot en EEUU es de 3.800 animales.
Por lo que respecta a la producción de carne de cerdo, en una década se han incrementado un 36% el número de granjas factoría y actualmente más de 65 millones de cerdos se producen en este tipo de granjas. 4.600 animales, cada día, han pasado a engrosar las filas de este tipo de producción. El tamaño medio de las granjas se ha incrementado un 42% y actualmente es de 5.200 animales.
EL TTIP, UNA AMENAZA PARA LA SALUD PÚBLICA
Estas grandes empresas necesitan ahora una vuelta de tuerca más. Se trata del ensanchamiento del mercado, y a esto es a lo que responde el TTIP, que tiene como uno de sus ejes fundamentales, no tanto el “abrir” fronteras a los alimentos estadounidenses, sino “abrir” los órganos reguladores agroalimentarios europeos. Se trata por tanto de eliminar las barreras reguladoras que limitan los beneficios potenciales de las corporaciones transnacionales a los dos lados del Atlántico.
Para mantener sus enormes beneficios necesitan urgentemente derribar las restricciones al uso de antibióticos en Europa y así poder comercializar y producir a mayor escala, eso sí, externalizando el coste de los perjuicios causados en la salud de la población. Y es ni más ni menos que asuntos como este lo que se está ahora mismo negociando entre Estados Unidos y la Unión Europea. Es imprescindible y urgente por tanto que los ciudadanos sepamos lo que nos estamos jugando en este acuerdo y reaccionemos. Si no somos capaces de hacer descarrilar este tratado en los próximos meses sufriremos consecuencias que ni siquiera podemos llegar a imaginar.
Javier Guzmán
Director de VSF Justicia Alimentaria Global
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