junio 09, 2016

La impunidad política, la impunidad familiar, la impunidad laboral y la impunidad literaria, de Marisa Peña

COPIADO de la pág de fb de Marisa Peña  en 9/5/2016
En mi vida he sentido varias veces, demasiadas quizá, el zarpazo cruel de la impunidad. La impunidad política, la impunidad familiar, la impunidad laboral y la impunidad literaria.
La impunidad política se cebó con mi familia: aquellos que asesinaron a mi bisabuelo y a mi tía, encarcelaron y torturaron a mi abuelo, arrastraron y golpearon a mi abuela hasta hacerla perder a su segundo hijo y les quitaron sus bienes y trabajos al resto de mi familia, quedaron impunes al abrigo de un país que hizo de la impunidad fascista su bandera. 
La impunidad familiar: personas que me hirieron gratuitamente con hechos y palabras que ya ni puedo recordar (ni tampoco hace falta), y personas que siguen haciéndolo y continúan, como si nada pasara, impunemente, porque la vida sigue y es mejor no enmendar ciertas planas ni airear trapos sucios. 
La impunidad laboral: jefes y jefecillos que al amparo de su cargo presionan ningunean y alardean de su absurdo poder hasta que tú te trasladas y ellos siguen allí, impunemente. 
Y la impunidad literaria: personajes y personajillos de mayor o menor valía con mucho ego y mucha mala baba, que un día ya muy lejano decidieron poner tu vida patas arriba, amenazarte, difamarte, insultarte y cerrarte puertas con la esperanza de que nunca más asomarías la cabeza en su Parnaso, y que, por las ya conocidas reglas de la impunidad, siguen su vuelo sin que nada cambie sus plácidas carreras literarias. Impunidad... 
Allá por donde pasa deja un viento frío. Hoy, no sé por qué, he sentido ese frío en algún rincón oscuro de mis entrañas. Mañana será otro día. Hoy, permitidme la debilidad.
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OTRO ASUNTO. Hoy en Perroflautas del Mundo:
EEUU: trabajadores agrícolas obligados a llevar pañales ante la prohibición de ir al baño

 

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