Huerta El Campichuelo ha compartido la publicación de Ecologistas en Acción
La resistencia social a los proyectos y políticas que causan fuertes impactos sobre el medio ambiente tiene hoy más relevancia que nunca. El asesinato de la activista hondureña Berta Cáceres ha vuelto a poner en el centro del debate el papel que juegan las comunidades en defensa de la vida. A medida que el diagnóstico ambiental y climático sigue empeorando, las luchas en los territorios amenazados cobran un nuevo vigor, tanto más cuanto mayor es la percepción de que las soluciones no vendrán desde el plano institucional sino forzadas desde abajo..................................................
La resistencia social a los proyectos y políticas que causan
fuertes impactos sobre el medio ambiente tiene hoy más relevancia que
nunca
La relativamente reciente noticia sobre el asesinato de la activista hondureña Berta Cáceres ha vuelto a poner en el centro del debate el papel que juegan las comunidades en defensa de la vida
A medida que el diagnóstico ambiental y climático sigue empeorando, las luchas en los territorios amenazados cobran un nuevo vigor, tanto más cuanto mayor es la percepción de que las soluciones no vendrán desde el plano institucional sino forzadas desde abajo
Hoy se presenta en Madrid el Atlas de la Justicia Ambiental, un ambicioso proyecto de mapeo de estos conflictos a lo largo y ancho del globo
http://www.eldiario.es/ultima-llamada/Conflictos_socioambientales-justicia_ambiental_6_516958326.html La relativamente reciente noticia sobre el asesinato de la activista hondureña Berta Cáceres ha vuelto a poner en el centro del debate el papel que juegan las comunidades en defensa de la vida
A medida que el diagnóstico ambiental y climático sigue empeorando, las luchas en los territorios amenazados cobran un nuevo vigor, tanto más cuanto mayor es la percepción de que las soluciones no vendrán desde el plano institucional sino forzadas desde abajo
Hoy se presenta en Madrid el Atlas de la Justicia Ambiental, un ambicioso proyecto de mapeo de estos conflictos a lo largo y ancho del globo
Los procesos de degradación ambiental y
empoderamiento social corren en paralelo. A medida que aumentan el
metabolismo social y los procesos extractivistas, se agrava
consecuentemente la crisis ambiental y los ciudadanos protestan contra
dicha situación. Se visibiliza entonces también un creciente déficit
democrático en lo relativo a las decisiones que afectan a los recursos o
al medio en el que vivimos. A pesar de la existencia de un marco
formal de apariencia democrática, en el que existen canales para la
información, la reclamación y la participación, nos hallamos en realidad
ante un mero espejismo participativo. Permitir la participación implica
ceder poder y capacidad de decisión. Sin embargo la crisis ambiental
pone de manifiesto la existencia de una falta real de mecanismos de
control social sobre los procesos que generan la degradación ambiental,
sobre la gestión de los recursos o sobre las decisiones energéticas y la
producción de residuos contaminantes. La toma de conciencia respecto a
esta situación lleva unos años conduciendo a un empoderamiento social y
comunitario que es hoy más necesario que nunca. A medida que se percibe
de forma creciente que lo que mueve a las grandes corporaciones y a los
gobiernos que las amparan, no es precisamente el bien común, crece la
conciencia de que si la sociedad no toma las riendas para defender el
agua, la tierra o el aire,... nadie lo hará.
Y prueba
de este empoderamiento creciente de la sociedad está en la propia
respuesta dada desde el poder. La protesta es cada vez más duramente
reprimida. Cuando se fuerzan avances legislativos de protección en las
escalas más inmediatas de gobernanza (principalmente a nivel local o
regional), estos son revertidos por instancias superiores (nacionales o
supranacionales) o amenazados por los acuerdo comerciales (como en el
caso del TTIP), ignorando la voluntad popular. Y cuando la protesta se
produce, esta se criminaliza y reprime. Se niega a las comunidades
afectadas su derecho de autodeterminación e incluso el de consulta
previa. Las protestas por cuestiones ambientales han ofrecido resultados
antes impensables, tanto a la hora de concitar gente en las calles
(recordemos las más de 300.000 personas en las calles de Nueva York en
la marcha por el clima), como a la hora de forzar giros en las políticas
(el movimiento por la desinversión fósil, o el rechazo de la
administración Obama al oleoducto XXL son algunos ejemplos). Pero este
movimiento se está volviendo como decimos, cada vez más autónomo, y a
medida que avance la desobediencia civil avanzará previsiblemente la
represión. Tras el sabor amargo que el Acuerdo de París dejó en la sociedad civil, y bajo la máxima de “desobediencia” durante este mes se están llevando a cabo en todo el mundo acciones directas contra los combustibles fósiles, desde ocupaciones en minas de carbón a bloqueos de cumbres de empresas energéticas.
Esta situación represiva cobra aún mayor relevancia en
países donde la corrupción institucional es mayor y el arraigo de los
sistemas democráticos menor. En ellos, la defensa de la vida y el
territorio puede salir muy caro, al tolerarse la acción de grupos
paramilitares y mafiosos que en defensa de los intereses de algunas
empresas, acosan, persiguen y matan a aquellos activistas que se atreven
a dar un paso al frente en defensa de los comunes. Es el caso
lamentable del asesinato en
Honduras de la activista Berta Cáceres, pero también el de muchos otros
activistas anónimos que cada año son asesinados en diferentes partes
del mundo por su obstinación en la defensa del medio. Algunos de los más
los más recientes, el de un monje budista y
una mujer en una protesta contra una represa hidroeléctrica en Arunchal
Pradesh en la India, y el de un activista en KwaZulu Natal en Sudafrica
defendiendo las dunas contra la minería de titanio a cargo de una
empresa australiana. El de Cáceres es sin embargo un buen ejemplo de que
la lucha social da resultados, como lo demuestra el hecho de que se
retiraran del proyecto hidroelectrico contra el que luchaba algunos de
los actores más significativos, como un banco holandés, el Banco
Mundial, o la empresa china Sinohydro.
Dar
visibilidad a estas realidades es hoy muy necesario. Y este es uno de
los propósitos del Atlas de la Justicia Ambiental (EJAtlas, por
Environmental Justice Atlas) que presentamos hoy miércoles 18 en Madrid,
explicando sobre todo los casos de conflicto en España y Portugal.Este
proyecto que arrancó en el ICTA de la Universidad Autónoma de Barcelona
(UAB) en 2012, tiene el objetivo de documentar y catalogar conflictos
ambientales en todo el mundo. A día de hoy recoge más de 1730 casos de
movilizaciones de comunidades y movimientos sociales surgidos en
respuesta a determinadas actividades como la construcción de
infraestructuras, la contaminación, el vertido de residuos, u otras
actividades generadoras de impactos ambientales. La visibilización de
los conflictos ambientales permite poner en el centro del debate temas
como los conflictos distributivos, la deuda ecológica o la
responsabilidad ambiental.
El EJAtlas pretende
demostrar la existencia de un Movimiento Global por la Justicia
Ambiental que empuja a la sociedad y la economía en la dirección de la
sostenibilidad ambiental. El proyecto ENVJUSTICE dirigido por Joan
Martinez Alier, que acaba de recibir un “Advanced Grant” por parte del
Consejo Europeo de Investigaciones, conjuntamente con el nuevo proyecto
Acknowl-EJ dirigido por Leah Temper (con fondos del ISSC[1], también
gestionado desde el ICTA de la UAB), pretende ahora analizar nuevos
casos que nutran el EJAtlas, con la aspiración de convertirse en un
instrumento útil para investigaciones comparativas y estadísticas de
ecología política. Los conflictos ecológico-distributivos son el objeto
de estudio de la ecología política y son causados por el aumento del
metabolismo social. ENVJUSTICE analizará las conexiones entre los
cambios del metabolismo social y los conflictos ecológico-distributivos.
La investigación a partir del EJAtlas estudiará los movimientos de
resistencia que nacen de tales conflictos y las redes internacionales
que se forman en el Movimiento Global de Justicia Ambiental. ¿Quiénes
son los actores sociales y las víctimas en esos conflictos?, ¿cuáles son
las formas de movilización y las variables que explican los “éxitos” en
crear nuevas alternativas? Visibilizar toda esta realidad, a través de
este atlas, ayudará a fortalecer las redes de resistencia al actual
modelo depredador y a la construcción colectiva de una sociedad
diferente.
[1] International Social Science Council
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OTRO ASUNTO. Hoy en Perroflautas del Mundo: Teresa Rodríguez interviene en el parlamento con el corazón en la garganta
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OTRO ASUNTO. Hoy en Perroflautas del Mundo: Teresa Rodríguez interviene en el parlamento con el corazón en la garganta
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