Marzo
del 39, la lluvia, la tristeza... En mi familia, como en tantas otras
familias de vencidos tras la guerra incivil que provocó aquel golpe de
estado, en marzo del 39 comenzó un largo invierno, una "larga noche de
piedra" de la que muchos (como mi abuelo y mis bisabuelos) ya no
pudieron despertar. Y ahora me pregunto si realmente hemos despertado o
simplemente nos cambiaron un poco el escenario para seguir
representando su papel. El terrible genocidio al que se sometió a
todos los que habían formado parte de los instrumentos representativos
del pueblo (sindicatos, partidos políticos de izquierda, grupos
culturales, casas del pueblo, ateneos, etc) no dejó más que un yermo
panorama para la reconstrucción y la recuperación de la democracia tras
la muerte del dictador. Diezmados, despojados, divididos, reprimidos y
pisoteados, tampoco se contó realmente con ellos, los pocos que aún
quedaban, cuando hubo que retomar lo perdido. Yo, como mi abuela, sigo
pensando que todo quedó allí parado, atrapado en un tiempo al que nadie
se atrevió a volver. Todo cuanto ocurre es fruto de nuestra historia, de
aquel marzo, de aquella lluvia, de aquella tristeza, y de todo el
silencio, el miedo, la muerte y la venganza que se impusieron por doquier
y enfangaron la tierra para siempre.
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OTRO ASUNTO. Hoy en Perroflautas del Mundo: Podemos y lo nuevo en la política, de Fernando Broncano
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