La psicoanalista y profesora de la UBA Nora Merlin advierte sobre esta moda que invade a las escuelas. 29 de Abril de 2017 http://www.lacapital.com.ar/educacion/las-neurociencias-van-contra-del-pensamiento-critico-n1386456.html Marcela Isaías
"Las neurociencias van en contra del pensamiento
crítico", se planta la psicoanalista y profesora de la Universidad de
Buenos Aires (UBA), Nora Merlin, sobre esta moda que invade las aulas
argentinas. Asegura que la intención que persiguen es borrar las
singularidades humanas, uniformar y disciplinar conductas. Y que detrás
de todo está el mercado de los medicamentos.
Desde hace buen
rato las neurociencias vienen pujando por un lugar en las escuelas. La
intención se oficializó el año pasado cuando el Ministerio de Educación y
Deportes de la Nación firmó un convenio con la Fundación del Instituto
de Neurología Cognitiva (Ineco, que preside el neurólogo Facundo Manes)
para crear el Laboratorio de Neurociencias y Educación, que —según sus
impulsores— promueve la articulación entre unas y otra "con el fin de
potenciar los procesos de enseñanza y aprendizaje a partir del
conocimiento acerca de cómo funciona el cerebro".
Merlin invita
a desandar en forma didáctica aquella afirmación que hoy circula como
verdad y panacea a distintos males. "Las neurociencias son disciplinas
que estudian el sistema nervioso y pretenden explicar la conducta y el
padecimiento mental según bases biológicas. Los psicoanalistas pensamos
que son un anacronismo, porque el aprendizaje, la afectividad pasan por
otro carril, no responden a la lógica de la neurona", sostiene quien
también trabajó con Ernesto Laclau, es profesora de psicoanálisis en la
UBA y magíster en ciencia política. Su trabajo de investigación lo
desarrolla alrededor de la articulación de política y psicoanálisis, de
los temas de cultura y medios. También es autora de Populismo y
Psicoanálisis (Letra Viva).
Insiste que lo que hoy se presenta
como una innovación en ciencia es en realidad un anacronismo. En 1895
Sigmund Freud, siendo neurólogo, considera que esa disciplina no le
servía para explicar lo psíquico: "Lo que hoy venden como la novedad
quedó desterrado en 1895. Es como dice la canción de Silvio Rodríguez
«Un servidor de pasado en copa nueva»". Freud enseña que el cuerpo
psicológico no coincide con el orgánico, y que la palabra importa cuando
se habla de salud y enfermedad.
La autora llama la atención
sobre el momento político, económico, de época en que las neurociencias
irrumpen la cultura y la educación, la vida cotidiana de las personas:
"El neoliberalismo avanza tomando toda la cultura, estableciendo un
criterio sobre qué es normal y qué es patológico. Esos criterios de
normalidad, salud y enfermedad están determinados por los departamentos
de marketing de los laboratorios (farmacéuticos), una de las industrias
que mueven el mundo. Criterios que se difunden luego por los medios de
comunicación y por todos los aparatos de imposición simbólica. Se crean
necesidades, se instalan determinadas patologías y definen los síntomas
que incluyen".
Estas imposiciones del mercado de los
laboratorios —describe— vienen acompañadas por grandes movidas
publicitarias que consisten en apadrinar congresos, viajes,
capacitaciones, publicaciones y hasta campañas de prevención. "Todo un
aparato preparado para imponer determinado medicamento. Para eso primero
necesitan desarrollar enfermedades. Es fácil deducir que vamos a
obtener como resultado una cultura cada vez más medicalizada".
Merlin
menciona como enfermedades "de moda", impuestas por ese mercado, el
ataque de pánico y el trastorno bipolar en los adultos. Y en los más
pequeños el famoso TDH: el trastorno de déficit de atención por
hiperactividad. "En 1895 Freud llamó al ataque de pánico neurosis de
angustia. Es decir, todos los síntomas que aparecen hoy como ataques de
pánico ya los describió Freud, no son una novedad. La diferencia es que
ahora vienen medicalizados", repasa la psicoanalista de la UBA para
remarcar que a esa depresión manifestada por una persona se le pone una
mordaza química. "Esa persona va a tener dos problemas: va a seguir con
la angustia y tendrá que resolver la dependencia al psicofármaco. En
lugar de escuchar lo que se manifiesta en el cuerpo con sudoración o
taquicardia (por ejemplo) se le da un medicamento y se quita la
oportunidad de expresar en palabras ese sufrimiento".
"Las
neurociencias quieren borrar las historias, la afectividad y entonces
hablan solamente de una lógica cerebral. Claro que hay una lógica
cerebral, pero la neurona no coincide con el sufrimiento humano",
subraya.
Chicos con "trastornos"
Los niños y las
niñas en edad escolar no escapan a esta lógica de salud y enfermedad
motorizada por el mercado. Es corriente escuchar a docentes y familias
hablar de chicos que no aprenden o tienen problemas de conducta por
padecer déficit de atención. La derivación y la medicalización es lo que
sigue a estas rotulaciones.
Nora Merlin menciona al TDH como
la enfermedad que está a la orden del día. "Quienes impulsan estas
patologías incluyen como déficit lo que son características propias de
los niños: si un niño se mueve se afirma que tiene déficit de atención,
cuando son características propias de la infancia. Qué niño no se mueve,
no es activo. A eso las neurociencias lo transforman en un trastorno
neurobiológico, en un desorden del cerebro. Y no solo eso sino que piden
hacer un diagnóstico temprano para determinar si esos síntomas se
presentan con una frecuencia superior a lo normal. Ahora ¿cuál es el
límite si un chico se mueve mucho? ¿Quién dice qué es lo normal? Ellos.
¿Qué hacen con esto? Medican. Hay muchísimos niños medicados por un
supuesto trastorno que en la mayoría de los casos no existe. Uno de los
mayores éxitos de la cultura neoliberal es haber instalado la creencia
de una supuesta normalidad psíquica que se debe alcanzar, donde una vía
para lograrlo es la medicalización".
—¿Cómo se manifiesta esta situación en el día a día en las escuelas
—Hay
toda una bajada de línea a los docentes quienes se ponen a estudiar
neurofisiología y tratan de homologar la lógica de que si un chico tiene
problemas de atención hay que derivarlo al neurólogo. Muchas veces lo
hacen de buena fe. Pero cada niño tiene su tiempo de aprendizaje. Hay
momentos singulares para cada niño que hay que respetar. No se puede
sostener que porque los chicos se mueven tienen déficit de atención o un
trastorno. Son desafíos para los docentes, porque estamos ante un
problema muy serio en la cultura, donde se busca medicalizar. Una
cultura que tiende al no respeto por la diferencia, más bien a una
supuesta normalidad, y los que no están ahí es porque les falla algo en
la sinapsis neuronal que hay que resolver con medicación.
—Ante este bombardeo de "neurociencias y educación" ¿qué preguntas debiera hacerse una docente?
—¿Qué
hay detrás de todo esto? ¿Por qué el ideal de una supuesta normalidad y
uniformidad? ¿Por qué todos los niños deben responder a determinada
cifra, ser cuantificados? ¿Y por qué abandonar la singularidad y la
diferencia si los niños no son iguales, todos tienen su propia historia?
La afectividad es el motor del aprendizaje: si un niño está triste,
tiene inhibiciones, seguramente no va a poder aprender. Ahora, eso no
responde a una lógica neuronal. Seguramente hay repercusiones en el
cerebro, pero eso no significa que el cerebro sea la causa de su
tristeza. Los docentes no son pasivos receptores, y porque viene una
resolución "de arriba" hay que someterse. Tienen responsabilidad en sus
actos. Un docente debe preguntarse por su acto. Hay que deconstruir
entonces todos estos mensajes comunicacionales.
—Las neurociencias promueven entonces un pensamiento uniforme.
—Las
neurociencias van en contra del pensamiento crítico. Hay que someterse a
determinada medida y supuesta normalidad, quienes no se someten a eso
les caben las patologías. El objetivo es promover un pensamiento
ahistórico, eliminar la política, la subjetividad, la singularidad y
convertir una masa de gente medicalizada, uniforme, adaptada,
disciplinada. Ese es el verdadero objetivo.
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OTRO ASUNTO. Hoy en Perroflautas del Mundo: La charca que nos ahoga, de RAFAEL MATESANZ ..................................... EXDIRECTOR DE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL DE TRASPLANTES
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