Pelayo Martín ha actualizado su foto de portada. ·
Yo
no creo en ese infierno de calderos hirvientes y lenguas de fuego... yo
hace tiempo que pienso que el infierno debe de ser como un gran
mercado, uno donde todo se vende y se compra, donde nada es tuyo... ni
tú mismo. En ese horrible lugar nada te pertenece, nada está a salvo y
todo, absolutamente todo, depende de una oferta, de una promoción, de
las últimas rebajas y ese anuncio que ofrece tu alma de regalo al
comprar el nuevo blanqueador dental.
Creo en un infierno poblado de seres vacíos de puro débiles, un infierno helado donde no hay nada más caliente que la sangre congelada por la codicia... un lugar oscuro tan solo iluminado por anuncios de neón promocionando cosas sin valor... nuestras lágrimas, nuestro amor, nuestros sueños... eso que antes hacía hombres a los hombres.
Creo en un infierno poblado de seres vacíos de puro débiles, un infierno helado donde no hay nada más caliente que la sangre congelada por la codicia... un lugar oscuro tan solo iluminado por anuncios de neón promocionando cosas sin valor... nuestras lágrimas, nuestro amor, nuestros sueños... eso que antes hacía hombres a los hombres.
Creo en un infierno que no es uno... sino que es muchos... esos pequeños
y grandes, breves y eternos infiernos a los que cada uno de nosotros se
condena cada día... por un mes más de trabajo... por una semana más de
compañía.
Y creo más... creo que ese infierno no ha de llegar... y no ha de llegar por una sencilla razón, porque vivimos en él.
Y creo más... creo que ese infierno no ha de llegar... y no ha de llegar por una sencilla razón, porque vivimos en él.
Paquita Caminante Yo
estoy liberada de esa cruz, el consumo compulsivo. Inicialmente me
eduqué así, anticonsumo, tuve una crisis en la edad adulta y la resolví
reafirmándome. Buscar la felicidad a través del consumo es triste,
denota carencia de objetivos valiosos. Hala, ya tienes comentario.
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