Mientras
los viejos partidos y los envejecidos recientemente continúan sus
bailes de salón, nuevas formas de política nacen y abren los horizontes
de otro mundo posible: mujeres (8M) y jóvenes por un mundo diferente.
Pasan de los modos y maneras de la política oficial, dicen las cosas
claras, plantean los problemas reales. Están por debajo de los radares
mediáticos, que no saben cómo se organizan ni cómo es posible que saquen
tanta gente a la calle. Están más allá de las burocracias y las guerras
por los puestos; levantan la vista al futuro que se les niega. En este
lamentable espectáculo que da la política oficial son la única luz de
este crepúsculo. Ellas y ellos son realmente el viejo topo de la
esperanza que hace su trabajo en la historia.
De Sidney a Copenhague. De Londres a Berlín. De Roma a Hong Kong.
Y, también, de Madrid a Barcelona pasando por Valencia o Sevilla. La
protesta de los estudiantes contra la inacción de los Gobiernos frente al cambio climático
se ha convertido este viernes en algo tan global como el calentamiento.
Tanto, que es complicado encontrar en el mundo una capital en la que no
se haya celebrado una manifestación dentro del movimiento Friday For Future, que promovía una huelga estudiantil emulando a Greta Thunberg,
la joven sueca que en agosto decidió parar todos los viernes como
protesta por la falta de ambición de su país ante el calentamiento
global.
(...) a falta de sanciones u otros instrumentos que obliguen a los países a cumplir el acuerdo, la presión social es fundamental para empujar a los Gobiernos a recortar con suficiente intensidad sus emisiones. Por eso, desde los partidos, organizaciones y asociaciones que llevan tiempo trabajando en la lucha contra el cambio climático se celebra la irrupción del movimiento estudiantil como elemento de presión a los gobernantes. "Al final, está calando en la sociedad la lucha. Estos jóvenes empujarán a sus padres", resume Tatiana Nuño, experta de Greenpeace en cambio climático (...)
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