Antonio Larrey Lázaro en EL TRASTERO DE LA IMAGINACION· 4 de abril · AUTE:
Supongo que es el peaje de seguir viviendo, hacerse mayor y, en el
camino, ir perdiéndolos. Todavía recuerdo el día que me enteré de la
muerte de Carlos Cano, en una pantalla del Metro, volviendo del trabajo.
Dejé pasar un convoy porque no salía de mi aturdimiento. He perdido
ídolos casi antes de tenerlos, como John Lennon; a otros, como Carlos
Cano, demasiado pronto. A José Luis Sampedro se lo llevó la Parca Dama a
la hora convenida, no tuvo prisa y es de agradecer. El
resto se me hace mayor, y los voy a ir perdiendo. Hoy he conocido la
muerte de Luis Eduardo Aute. Mi adolescencia no sería la que es, ni yo
sería quien soy, sin él y sin Don Joaquín (aguanta, maestro, no me
jodas…) He sentido una profunda pena. Y no sé si es una pena egoísta,
porque perder no pierdo nada, su música seguirá ahí y nunca lo conocí
como para perder algo más. Pero no es su música lo que pierdo. Hay
personas que te inoculan su talento de tal forma que te sientes una
parte de su vida, y ellos se convierten en una estrofa más de la melodía
de tu ser, así que cuando se van, se la llevan y dejan el vacío de su
ausencia. Son las estrofas vacías de mi canción. Ahí está la tuya, Aute,
al alba la recordaremos. Adiós, Luis Eduardo, tomaremos una cerveza
confinada a tu salud, es lo mínimo que podemos hacer.
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