Marisa Peña 2/4/21
Cuando yo era pequeña le preguntaba a mi abuela Carmen cuál fue el día más triste de su vida... Y ella me respondía que hubo muchos, demasiados, días tristes. Pero que sin duda, entre los más tristes y desesperanzados, estuvo el 1 de abril de 1939 y el 2, y el 3, y el 4 y los tristes años que los siguieron... al comprobar que no había salida, ni paz, ni piedad, ni perdón, sólo fascismo, venganza y abandono de todas las democracias occidentales. Vivir se había convertido en mera supervivencia. Cárceles, largas colas para un racionamiento que no mermaba el hambre, escuchar llorar al padre, escuchar llorar a la madre, escuchar el llanto callado de la España soterrada. Me lo contaba con los ojos llenos de estrellas muertas y las manos de barro temblorosas y frágiles, porque de todas las muertes y las pérdidas que los republicanos españoles sufrieron, una de las más dolorosas fue la de la esperanza. Y como escribió nuestro lúcido Larra / Mariano José de Larra, donde yace la esperanza sólo hay silencio, silencio, silencio...
©Marisa Peña, Mi bella miliciana.
Marisa Peña 1/4/21
Tal día como hoy de hace 82 años se cerraron a cal y canto las ventanas abiertas, las puertas de las escuelas laicas y de los ateneos y casas del pueblo. Tal día como hoy se condenó a la supervivencia, al silencio y a la difamación a millones de españoles, a sus descendientes y a sus ilusiones de un mundo nuevo. Tal día como hoy comenzó la campaña de difamación contra la II República, el Frente Popular, el marxismo, el anarquismo y la masonería. En el adjetivo "rojo" iba todo el odio y el desprecio de los señoritos, los caciques, los generalotes, la curia nacionalcatólica y la alta burguesía que habían visto peligrar sus privilegios y ahora se tomaban la ansiada revancha. El enfermizo rechazo y la fobia a todo lo que tuviera que ver con la España republicana y sus valores fue profundamente inoculado en las venas de varias generaciones de españolitos, que entre penuria y penuria aprendieron a rechazar y a difamar a toda una generación de hombres y mujeres valientes que quisieron cambiar la historia y pagaron cara su osadía.
Tal día como hoy media España impuso a sangre y fuego el fascismo al hispánico modo.
Y consiguió que se borraran de su historia las huellas de lo que pudimos haber sido. Sólo fuera de España se puede conocer y reconocer el sufrimiento de los republicanos, de los que se fueron y de los que se quedaron. Sólo fuera de España no se iguala a los golpistas traidores con los leales a un gobierno elegido por el pueblo. Sólo fuera de España puede ondear sin pudor la bandera republicana como símbolo de lo que pudimos haber sido. Aquí siempre habrá quien considere al dictador un venerable gobernante, al golpe de estado una cruzada, a la España nacionalcatólica una España de orden y a los "rojos" los enemigos de la patria. Y así nos va.
©Marisa Peña.
Marisa Peña 28/3/21
En Madrid han perdido los enfermos y los muertos y han ganado el individualismo, el hedonismo y el consumismo disfrazados de libertad. En Madrid se valora positivamente una gestión que abre locales y entierra ancianos que mueren solos, que permite aglomeraciones en las calles y en las UCIS, que aún no ha vacunado a los que tienen 70 años pero recibe a los jóvenes extranjeros con los brazos (y los bares) abiertos para que vomiten su borrachera en las esquinas de nuestras emblemáticas calles.
Madrid nos ha abandonado a los que sólo queríamos cumplir las normas sanitarias y cuidar nuestra salud. Madrid está en manos de neoliberales y empresarios sin escrúpulos, de franquistas venidos a más y de una clase trabajadora sin conciencia que ha perdido el norte, el sur y todos los puntos cardinales. En Madrid se vota irresponsabilidad y frivolidad, se vota "anticomunismo" desde la ignorancia y el desconocimiento de nuestra historia, se vota economía, ocio y luces de neón frente a salud, cultura y cuidados para los vulnerables. Pero no nos engañemos, Madrid es un símbolo de algo que es propio de la distopía capitalista en la que vivimos, de esta sociedad de la bonanza econòmica y la insolidaridad. Madrid es el reflejo de una sociedad alienada, manipulada y zafia, llena de gallinas ciegas que juegan despreocupadas y alegres al borde de un precipicio.
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