26/9/22
Las tardes de domingo
dibujaba jaulas con puertas abiertas.
Siempre sin pájaros.
Grandes llaves isleñas
como muletas,
en blancas hojas de papel, con lápiz negro.
Nunca con colores.
El, a quien tanto gustaban los colores,
menos el negro y el blanco.
Dibujaba incluso ramas
secas, sin hojas.
El, a quien gustaba el mar
y el color verde.
Eran domingos que pasaron
con una jaula, en variaciones infinitas,
dibujada en blancas hojas de papel
con lápiz negro.
Un día, cuando terminaron los domingos
y quedaron las tardes de todo el mundo,
comenzó a perseguir las iglesias,
cuando estaban vacías y solas,
desterrado, desconocido, solo,
sin jaulas, sin ramas, sin muletas,
pidiendo ayuda,
buscando un final,
pidiendo por favor un mismo principio.
Hasta que se perdió y se olvidó
aquel hombre que dibujaba
sobre estas hojas blancas de papel.
Y vinieron otros tiempos.
Nikos Karydis, incluido en Antología de la poesía griega. Desde el siglo XI hasta nuestros días (Ediciones Clásicas, Madrid, 1997, ed. de José Antonio Moreno Jurado).
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