(Publicado por Naveganterojo el miércoles 18 de noviembre de 2009. Otro Homenaje a los Brigadistas Internacionales. HOMENAJE TAMBIÉN A NAVEGANTE ROJO -cierre temporal de su blog-. PAQUITA)
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Este año -pasado- se cumplieron 70 años de la disolución del Batallón de Internacionalistas canadienses Mackenzie-Papineau, que luchó en la defensa de la República en suelo español durante la Guerra Civil. Siete décadas, de lo que fuera la relación más honorable que hayan tenido como naciones Canadá y España en su historia. Pero es una historia que se ha ocultado y se ha tratado de olvidar, incluso aunque viva en algún libro, en la memoria de veteranos y familiares y en la gente de izquierda de Canada y de España.
Los primeros canadienses que viajaron a luchar en defensa del gobierno español legítimo, se enlistaron en el Batallón Abraham Lincoln y en el Batallón George Washington y partieron desde los Estados Unidos, en cada batallón iban 44 brigadistas canadienses. En abril de 1937 el gobierno canadiense aprueba una ley en la que deja fuera de la ley a cualquier ciudadano canadiense que participe en guerras en el extranjero, se prohibía la exportación de armas. La ley dejaba muy mal parados a los Brigadistas solidarios que para salir del país, tenían ahora que inventar falsos pretextos y mentir.
Los Brigadistas canadienses eran trabajadores, a diferencia de los británicos y de los estadounidenses que eran mayormente estudiantes e intelectuales. Eran obreros que habían experimentado ya la persecución en su país en los tiempos de la Gran Depresión y muchos de ellos conocían por experiencia propia el encierro en los campos de trabajo (Relief Camps).
Los Brigadistas entendíeron muy bien lo que significaba el conflicto en España, sabían sobre la repercusión que podría tener en el mundo; enfrentaban al fascismo naciente. Comenzaron su viaje desde los puertos de Montreal y Nueva York, de allí partían a Francia y cruzaban a España.
Desde Francia, los Brigadistas cruzaban los Pirineos a pie, muchos sin calzado adecuado. Y recibían un mínimo de instrucción militar en Albacete, a 250 kilómetros de Madrid. Se integraban entonces a la XV Brigada Internacional. Su primera acción en la guerra tuvo lugar en Jarama, cerca de Madrid, entre febrero y junio de 1937, allí perdieron nueve hombres. Luego, dos meses despues, se forma el Batallón Mackenzie-Papineau, bajo el comando de Edward Cecil-Smith, periodista, escritor y sindicalista de Montreal -es el tercer batallón de la XV Brigada Internacional. En febrero de ese mismo año la Liga de Naciones prohibe la participación de voluntarios extranjeros en la Guerra Civil de España -habían ya unos 1200 canadienses involucrados en el conflicto armado.
El Batallón Mackenzie-Papineau fué el de contingente más numeroso, siguiendo al de Francia, en proporción a la población de ambos países. Participaron en las batallas de Aragón, entre agosto y octubre de 1937, de Teruel en diciembre del mismo año y abril de 1938, y del Ebro, Cataluña, entre julio y septiembre de 1938. Los Brigadistas canadienses lucharon con gran entusiasmo y disciplina, pese a la adversidad de que el enemigo que enfrentaban contaba con el apoyo de Alemania Nazi y de la Italia Fascista, aparte del apoyo tácito del resto de las naciones occidentales que nada hizo en favor de la República española sino que al contrario trataron de evitar le llegara cualquier ayuda solidaria.
Las victorias fueron pocas; la derrota final incluye una retirada masiva a fines de 1938, el 21 de septiembre el Primer Ministro español Juan Nerín obliga a las Brigadas Internacionalistas a que abandonen el país. Lo hace en parte porque ve el final inevitable y en parte porque, quizás muy inocentemente, piensa que al hacerlo Hitler y Mussolini puede retiren su apoyo al Frente Nacional de Franco. El Batallón Mackenzie-Papineau deja de existir en enero de 1939, y los Brigadistas canadienses abandonan España.
De los 1546 canadienses conocidos que lucharon en la Guerra Civil de España, 721 perdieron sus vidas, cifra no muy exacta. Los sobrevivientes Brigadistas encontraron dificultades en volver, se las puso el gobierno canadiense que los había catalogado antes como “prematuros anti-fascistas”. Algunos fueron arrestados en Francia e incluso al retornar a Canadá en diferentes tiempos. La policía federal canadiense los investigó, catalogó de “politicamente desconfiables” y se les negó hasta el empleo por mucho tiempo después.
Los canadiesnses que murieron luchando en la Guerra civil de España, no fueron incluidos en el Libro de Conmemoración en la Torre de la Paz y su sacrificio no es conmemorado aún en las ceremonias del día de los veteranos de guerra, que se celebran cada año el 11 de noviembre. No se les otorgó tampoco ninguno de los beneficios que reciben los veteranos de guerra. Pese al olvido que se ha tratado de imponer desde el poder, se les han levantado dos monumentos en Canadá, uno está en Victoria (British Columbia) y el otro en la capital, Ottawa. Se incluyen alli los nombres de los 1546 voluntarios Brigadistas y entre ellos figura el Doctor Norman Bethune, uno de los pocos Brigadistas que ha recibido algún reconocimiento por crear una unidad médica móvil en los campos de batalla. Es el mismo Bethune revolucionario que fue un héroe durante la Revolución China y miembro de las tropas de Mao que fue muerto en la región de Tang en 1939.
España parece hoy distante de la Guerra Civil, lejanos están también, sin embargo, los otros, los que motivados por principios e ideales de solidaridad, y en condiciones bastante precarias, lucharon contra Franco y el fascismo. Aquellos que cruzaron el océano para hacerlo y alistaron su corazón para morir en el conflicto, en el que efectivamente una mitad de ellos perdería la vida.
Recordemos el esfuerzo de esos internacionalistas que lucharon y murieron con honor. De todas partes llegaron, se convocaron en España a defender la República y la libertad en nombre de todos. Lucharon ayer y luchan hoy contra quienes con falsos símbolos defienden las más oscuras tradiciones del totalitarismo y la opresión.
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