Editorial En defensa de la coeducación http://www.redescristianas.net/
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"Más de 200 grupos, comunidades y movimientos católicos de base del Estado español hemos constituido una plataforma llamada “Redes Cristianas”. Desde estos colectivos, pertenecientes a la base eclesial, queremos ayudar a dar respuesta a los grandes problemas que hoy en día tiene planteados tanto la sociedad como la misma Iglesia.
Pretendemos ser otra voz crítica y alternativa y coordinarnos para dar una respuesta conjunta en pro de la transformación democrática de la Iglesia y de la sociedad.
Somos mujeres y hombres, personas laicas y clérigas, seglares y religiosas, no teólogas y teólogas, homosexuales y heterosexuales, y todas y todos, desde posiciones de igualdad, estamos movidas por los mismos deseos de transformación y cambio.
Desde nuestra opción por los pobres y excluídos, queremos luchar por la Justicia en el mundo, denunciando lo que otros callan. Como seres humanos y cristianos que somos, nos escandaliza lla distancia cada vez mayor que se está abriendo entre los que lo tienen todo y los que no tienen casi nada. Desde esta constatación queremos trabajar codo con codo con otros colectivos que luchan por otra ciudad y otro mundo posibles y en contra del sistema socio económico injusto en el que vivimos.
CARTA DE IDENTIDAD
Un amplio colectivo católico de ámbito estatal, con talante crítico y aperturista, inspirado en el Evangelio y en el espíritu del Vaticano II, ante la compleja situación que están atravesando la sociedad y la Iglesia -que entendemos como consecuencia de un cambio radical de civilización, frecuentemente ignorado por estas instituciones- hemos decidido coordinarnos para actuar con mayor eficacia y responsabilidad, según las exigencias y posibilidades de nuestros días. Como seguidores de Jesús de Nazaret nos proponemos anunciar con alegría la Buena Noticia del Reino, presente ya como semilla en este mundo y en la Iglesia, pero abierto a su plenitud en el futuro.
> Como punto de partida, nos está doliendo profundamente la creciente masa de empobrecidos y dominados que se multiplican en nuestro mundo. Son personas y pueblos que sufren, excluidos del don de la vida, y sometidos por un sistema capitalista inhumano y por una sociedad, nuestra sociedad, que se muestra insensible y sin entrañas ante tanto dolor. Se trata de seres humanos, hermanos y hermanas nuestros, por desgracia los más débiles, que son víctimas de la represión política, del olvido y la exclusión por toda índole de motivos socioeconómicos y étnicos, de orientación sexual y de género, de religión y de modo de pensar y de ser. Por motivos similares, muchos miembros de nuestros colectivos llevan las marcas de dicha exclusión. Desde nuestra conciencia actual, nos preocupa igualmente la brutal explotación que está sufriendo, en nuestros días, la Tierra, madre de la vida y casa común de la humanidad. También ella está siendo víctima de la codicia y la usura, de la irresponsabilidad y el egoísmo de una humanidad sin conciencia.
> En esta situación, nos parece oportuno y urgente volver nuestros ojos y nuestros oídos a aquella mirada y escucha que Jesús tuvo para con el mundo de su tiempo y que recupera de algún modo para la Iglesia la constitución Gaudium et Spes.
Con esta conciencia nos proponemos:
1. Revisar nuestro estilo de vida y los medios y métodos que utilizamos en las comunidades, movimientos y grupos desde el criterio evangélico de la “diaconía” o “actitud de servicio al otro”. Con esta actitud, tratamos de romper la relación vertical con esa jerarquía que crea desigualdad entre las personas dentro de la Iglesia, especialmente con la mujer, y promover y apoyar unas relaciones horizontales que, a través de los ministerios y servicios mutuos y hacia fuera de la comunidad, favorezcan la igual dignidad y fraternidad entre las personas.
2. Manifestar con acciones y compromisos públicos, con gestos y escritos, a través de los medios y de otras redes de comunicación virtual, este nuevo paradigma de comunión y de organización, inspirado en el Evangelio de Jesús y guiados siempre por la búsqueda, el diálogo, el espíritu crítico y autocrítico y la convicción de estar defendiendo en todo momento los intereses de los más pobres y excluidos por la sociedad y por la Iglesia. Con la seguridad también de estar expresando el sentir profundo de muchas otras personas que apuestan por “otro mundo posible” y “otra forma de ser y de hacer Iglesia”.
3. Organizar encuentros, foros, convivencias, para compartir información, formación y experiencias entre grupos y personas que se sientan identificadas o próximas a esta Carta de Identidad.
4. Establecer una relación estrecha con otras redes nacionales e internacionales y movimientos similares de otras religiones.
5. Contribuir desde todas nuestras posibilidades a la transformación radical de la Iglesia y de su presencia en el mundo. Desde el estilo que rezuma el Evangelio, creemos que nuestra Iglesia necesita una transformación profunda en todas sus dimensiones: bíblicas y teológicas, éticas y morales, pastorales y litúrgicas, místicas y organizativas. Siguiendo las huellas de muchas personas y movimientos cristianos que en el pasado han dado testimonio de una Iglesia encarnada y servidora del mundo, necesitamos recobrarla hoy como ámbito de vida y libertad, de denuncia y de propuesta, de búsqueda y creatividad, de amistad y alegría. Entre todas y todos vamos intentar sorprender al mundo con la Buena Noticia de que la Iglesia ya se está poniendo en actitud de ser “la sal de la tierra y la luz del mundo”, que quiere el Evangelio.
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