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Despoblación, arte y naturaleza de Enrique Satué.
Huesca, una provincia rica en paisaje y diezmada por la despoblación
POR ENRIQUE SATUÉ 21/10/2018
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Este
mes de octubre he tenido oportunidad de observar y reflexionar sobre
dos artes que mantienen una estrecha parentela y de los que poseemos un
enorme caudal no aprovechado.
(...)
Antes de que el artista contemporáneo intervenga en el paisaje, sociedad e instituciones, deberían tener en cuenta dos campos que me parecen prioritarios:
Primero: Que nuestra provincia, como tantas otras, posee un gran potencial paisajístico que emite, de modo autónomo, arte. Es el arte efímero que podemos contemplar estos días en los bosques que cambian de color, en las coladas de hielo que luego se formarán en los barrancos, en los ritmos de los plegamientos, en los retablos de color que los atardeceres forman en las cortadas... Pero el problema es que este capital no todo el mundo lo sabe ver, porque no se le ha educado. Y, por todo ello, aquí tenemos un capítulo para invertir, hacia unos escolares alejados del paisaje, que no saben penetrar en él, y hacia unos adultos que lo miran a través de objetivos, pero que no hablan con él.
Segundo: Que nuestra geografía mantuvo a una sociedad autosuficiente que, de modo obligado, llegó a un costoso clímax con la naturaleza, e intervino en el paisaje para crear bellísimas formas que inexorablemente se están desdibujando. Este hecho se puede revertir en alguna medida si se pone en valor la "huella antrópica tradicional". Aunque fotógrafos como Fernando Biarge la han preservado en buena medida, hoy, con nuevos medios como son los drones, se deberían hacer trabajos sistemáticos. Esto, junto a la preservación programada de ciertos elementos y la incorporación de dicho capital a la dinamización de los territorios despoblados (creación de rutas senderistas, programas educativos, etc.)
(...)
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Antes de que el artista contemporáneo intervenga en el paisaje, sociedad e instituciones, deberían tener en cuenta dos campos que me parecen prioritarios:
Primero: Que nuestra provincia, como tantas otras, posee un gran potencial paisajístico que emite, de modo autónomo, arte. Es el arte efímero que podemos contemplar estos días en los bosques que cambian de color, en las coladas de hielo que luego se formarán en los barrancos, en los ritmos de los plegamientos, en los retablos de color que los atardeceres forman en las cortadas... Pero el problema es que este capital no todo el mundo lo sabe ver, porque no se le ha educado. Y, por todo ello, aquí tenemos un capítulo para invertir, hacia unos escolares alejados del paisaje, que no saben penetrar en él, y hacia unos adultos que lo miran a través de objetivos, pero que no hablan con él.
Segundo: Que nuestra geografía mantuvo a una sociedad autosuficiente que, de modo obligado, llegó a un costoso clímax con la naturaleza, e intervino en el paisaje para crear bellísimas formas que inexorablemente se están desdibujando. Este hecho se puede revertir en alguna medida si se pone en valor la "huella antrópica tradicional". Aunque fotógrafos como Fernando Biarge la han preservado en buena medida, hoy, con nuevos medios como son los drones, se deberían hacer trabajos sistemáticos. Esto, junto a la preservación programada de ciertos elementos y la incorporación de dicho capital a la dinamización de los territorios despoblados (creación de rutas senderistas, programas educativos, etc.)
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