Paquita Caminante · eldiario.es joaquim Bosch - 6/04/2020
Resulta
indecente instrumentalizar a los muertos, hablar interesadamente en su
nombre o utilizar de manera oportunista el dolor. Tampoco son aceptables
exigencias de exhibicionismo mediático de cadáveres para obtener
beneficios partidistas
El virus ha puesto en riesgo nuestras vidas y ha
desnudado nuestra fragilidad. Vivíamos con certezas muy sólidas sobre
cierta seguridad inexpugnable, pero se han desvanecido igual que la
gente se ha evaporado de las calles. Entre la algarabía torrencial de
voces de expertos profesionales y epidemiólogos aficionados, llegamos a
la conclusión de que no resultan sencillas las medidas a adoptar.
Tampoco está aún clara científicamente la propia naturaleza del patógeno
o el alcance de sus efectos. En palabras recientes de Jürgen Habermas,
nunca habíamos sabido tanto sobre nuestra ignorancia, ni sobre la
presión de actuar en medio de la inseguridad global.
Sí
que existe un consenso avalado por datos objetivos: la Covid-19 provoca
una letalidad bastante más elevada en las personas ancianas. Todos
conocemos casos cercanos de fallecimientos. En nuestro país se trata de
la generación que creció en la miseria sombría de la posguerra, que
padeció la brutalidad de una interminable dictadura y que contribuyó
decisivamente a la construcción de nuestra democracia. También es la
generación que, tras la crisis económica de 2007, se vio obligada a
rescatar con sus estrechas pensiones de jubilación a sus hijos y nietos
en riesgo de exclusión social.
(...) María Zambrano escribió que solo el amor descubre a la muerte, porque
sin ese sentimiento ignoraríamos lo poco que sabemos de ella. En tiempos
de pandemia, el virus dificulta los afectos finales y la muerte deviene
especialmente dolorosa para los familiares. Llega sin posibilidad de
besos, de abrazos, de palabras de cariño. Los parientes no pueden
amparar con su presencia a sus seres queridos en esos días tan tristes (...)
El papel de la oposición siempre debe ser útil para fiscalizar la acción
del Gobierno y aportar ideas alternativas que favorezcan una gestión
más positiva. Lo que necesitamos son opositores constructivos y no un
despliegue de improperios, crispación y bulos poco idóneos para mejorar.
Lo que necesitamos son ideas sensatas, análisis técnicos acertados y
soluciones oportunas para proteger la salud pública. El esfuerzo
colectivo de nuestra sociedad es un ejemplo a seguir. Como regla
general, la oposición debe aportar algo más que la nada (...)
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