Lucio Martinez Pereda 23/2/21
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DE VERDAD EL 23 F
Aquella mañana llegué algo tarde a “Río Frío” (1) y Don Sabino ya estaba allí, en la mesa habitual donde nos sentábamos los sábados y con vistas a la plaza de Colón. Tenía un café delante, un vaso de agua, y ojeaba los periódicos del día. Nada más saludarnos me senté y casi sin mediar más palabras sacó unos folios doblados del bolsillo interior de su chaqueta y me dijo:
Ten, este es uno de los “Recuerdos” que estoy escribiendo. Lo escribí anoche casi de un tirón. Quiero que lo leas aquí y ahora y me des tu opinión.
Yo cogí aquellos folios y me puse a leer con verdadero interés. Reproduzco aquí las notas que allí mismo tomé a vuelapluma y cuando él me lo autorizó, pues no quiso dejármelos ni para sacar fotocopias. Los folios estaban escritos de su puño y letra. Y recordaré siempre su bella letra.
“Aquella tarde, la tarde del 23 de febrero de 1981, yo estaba en mi despacho revisando papeles, como casi todas las tardes, cuando de pronto irrumpió sin ni siquiera llamar a la puerta, Fernando Gutiérrez* y casi gritando me dijo:
¡Sabino, rápido, conecta la radio!
Inmediatamente conecté la radio y ambos escuchamos con asombro lo que todos los españoles: los gritos de Tejero y los tiros… y sentí como un latigazo en todo mi cuerpo. Debí ponerme blanco en segundos y sin pensarlo di un salto y me fui directo al despacho del Rey.
Cuando entré, tampoco yo llamé a la puerta, vi que el Rey y la Reina ya estaban pegados a la radio y escuchando atentamente. Eso sí, tranquilos.
– ¡Señor!, ¿qué está pasando en el Congreso?
– Sabino, por favor, no te alteres. ¡Estás pálido!
– ¡Señor, si ha habido tiros!.
– Lo sé, yo también lo he oído.
– Majestad, esto es muy grave. ¡Puede haber muertos!
– Tranquilo, hombre, tranquilo. No hay que perder la calma en situaciones difíciles. Ponte en contacto rápido con Seguridad y entérate de lo que está pasando.
– Señor, por si acaso voy a dar instrucciones para reforzar la seguridad del Palacio.
– Sí, me parece bien. ¡Hazlo!
La Reina no había dicho nada, aunque su cara era un poema. Pero, cuando fui a salir sonó el teléfono y el Rey, mientras lo cogía, me pidió que esperase.
Entonces Su Majestad, ya al teléfono, dijo muy alterado:
– ¡Alfonso!, ¿qué pasa? ¿Qué han sido esos tiros?
– …¿?
– Naturalmente yo no escuché bien las palabras del otro lado del teléfono ni me enteraría salvo por las respuestas del Rey.
– ¡Qué coño es eso de intimidación! ¡Eso no estaba previsto! ¡Quiero saber urgentemente lo que está pasando ahora mismo allí.
– … ¿? (...)
....................
Aquella mañana llegué algo tarde a “Río Frío” (1) y Don Sabino ya estaba allí, en la mesa habitual donde nos sentábamos los sábados y con vistas a la plaza de Colón. Tenía un café delante, un vaso de agua, y ojeaba los periódicos del día. Nada más saludarnos me senté y casi sin mediar más palabras sacó unos folios doblados del bolsillo interior de su chaqueta y me dijo:
Ten, este es uno de los “Recuerdos” que estoy escribiendo. Lo escribí anoche casi de un tirón. Quiero que lo leas aquí y ahora y me des tu opinión.
Yo cogí aquellos folios y me puse a leer con verdadero interés. Reproduzco aquí las notas que allí mismo tomé a vuelapluma y cuando él me lo autorizó, pues no quiso dejármelos ni para sacar fotocopias. Los folios estaban escritos de su puño y letra. Y recordaré siempre su bella letra.
“Aquella tarde, la tarde del 23 de febrero de 1981, yo estaba en mi despacho revisando papeles, como casi todas las tardes, cuando de pronto irrumpió sin ni siquiera llamar a la puerta, Fernando Gutiérrez* y casi gritando me dijo:
¡Sabino, rápido, conecta la radio!
Inmediatamente conecté la radio y ambos escuchamos con asombro lo que todos los españoles: los gritos de Tejero y los tiros… y sentí como un latigazo en todo mi cuerpo. Debí ponerme blanco en segundos y sin pensarlo di un salto y me fui directo al despacho del Rey.
Cuando entré, tampoco yo llamé a la puerta, vi que el Rey y la Reina ya estaban pegados a la radio y escuchando atentamente. Eso sí, tranquilos.
– ¡Señor!, ¿qué está pasando en el Congreso?
– Sabino, por favor, no te alteres. ¡Estás pálido!
– ¡Señor, si ha habido tiros!.
– Lo sé, yo también lo he oído.
– Majestad, esto es muy grave. ¡Puede haber muertos!
– Tranquilo, hombre, tranquilo. No hay que perder la calma en situaciones difíciles. Ponte en contacto rápido con Seguridad y entérate de lo que está pasando.
– Señor, por si acaso voy a dar instrucciones para reforzar la seguridad del Palacio.
– Sí, me parece bien. ¡Hazlo!
La Reina no había dicho nada, aunque su cara era un poema. Pero, cuando fui a salir sonó el teléfono y el Rey, mientras lo cogía, me pidió que esperase.
Entonces Su Majestad, ya al teléfono, dijo muy alterado:
– ¡Alfonso!, ¿qué pasa? ¿Qué han sido esos tiros?
– …¿?
– Naturalmente yo no escuché bien las palabras del otro lado del teléfono ni me enteraría salvo por las respuestas del Rey.
– ¡Qué coño es eso de intimidación! ¡Eso no estaba previsto! ¡Quiero saber urgentemente lo que está pasando ahora mismo allí.
– … ¿? (...)
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