Fernando Broncano R 23/6/21
Del pequeño comercio, que algún tiempo fue un espacio de encuentro e intercambio de información en los territorios comunes del barrio o pueblo, ahora ya sustituido por una sucesión de franquicias automatizadas, solo las farmacias parecen conservar aún cierta función de escucha. Las dependientas sonríen, comentan los remedios a las múltiples dolencias y otras charlas de la gente, sobre todo mayor, pero no solo, y se forman a veces unas curiosas colas en las que te enteras de la vida de los habitantes del entorno. Ojalá no entren franquicias como la CVS estadounidense, un supermercado de chuches, remedios, periódicos y alimentos insanos. Yo iba los domingos a comprar el NYTimes, la leche y el tyenol ocasional y me asombraba de como un lugar que en España era tan misterioso, como la farmacia, se había convertido en algo tan banal. Roguemos a los hados que nos protejan.
Las librerías también cumplen esta función, pero el público es más selecto y la conversación más restringida.
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PERROFLAUTAS DEL MUNDO: Viviendo del engaño
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