22 de noviembre de 2023 Javier Gallego
Podemos es un partido más incómodo que Sumar, no obstante, no siempre se consigue más con los zurdazos que con la mano izquierda. El ideal sería que convivieran ambos, aunque hoy parece imposible ese matrimonio de conveniencia
Sumar ha dejado a Podemos fuera del Gobierno. No ha sido Pedro Sánchez, aunque es lo que Podemos va contando porque le interesa presentarse como la oposición desde dentro. Pero Sánchez prefería pagar el peaje y atar los cinco votos morados. Ha sido Yolanda Díaz la que ha vuelto a vetar a Irene Montero precisamente porque está harta de que Podemos sea la oposición a Sumar desde dentro. Quién tiene razón, mamá o papá, en este divorcio. Pues como diría todo hijo de vecino, los dos y ninguno. Lo normal es que Podemos hubiera elegido el nombre de su ministro, pero lo normal también sería que Podemos no llamase “izquierda servil” a la formación en la que se ha integrado desde las elecciones para no perder ingresos. Sorber y soplar la sopa de siglas no se puede al mismo tiempo.
Yolanda Díaz no debería haber vetado a Irene Montero, pero Ione Belarra aceptó pulpo con la autorización de los inscritos y ahora se lo tienen que comer con patatas. Es eso o el grupo mixto. Pero si te quedas, no puedes pasarte el día dando cera a Sumar y poner el cazo esperando recibir lo tuyo. Tampoco es muy coherente ni elegante formar parte de Sumar y decir que Sumar es la “marca blanca del socialismo”. Todos menos tú. Tú eres la izquierda verdadera, el único garante de las políticas progresistas del Gobierno, los demás son serviles al Régimen. Son serviles Izquierda Unida y Compromís, son serviles Ernest Urtasun, Pablo Bustinduy, Sira Rego, Mónica García, no digamos Yolanda Díaz, aunque subiera el salario mínimo y firmase la insuficiente pero necesaria reforma laboral.
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PERROFLAUTAS DEL MUNDO: Palestina, sí; pero el Sahara Occidental, no: cuando los principios se topan con los intereses, de Jesús A. Núñez
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