Javier Nix Calderón · 30/8/2017
Si eres de izquierdas, y lo dices en voz alta, prepárate. Vas a ser
observado con lupa. Ten mucho cuidado con lo que haces, con lo que
comes, con la ropa que compras, con el coche que conduces, con la casa
en la que vives, con los lugares a los que viajas. Se espera de ti un
comportamiento intachable y ejemplar. Debes mantener una humildad
monacal. Prepárate para trascender la materia y alcanzar las más
elevadas cotas de virtuosismo moral. Pobre de ti si no lo haces. Pobre
de ti si eres un simple ser humano.
Si eres de izquierdas, vigila donde compras tu ropa. Ciertas marcas te están vetadas. Vístete con prendas de mercadillo, o compra en Alcampo o Carrefour. Pero observa antes la etiqueta. No compres nada que provenga de un país subdesarrollado. Cuidado con ir demasiado a la moda. Cuidado con ir demasiado bien vestido. Ten suficiente personalidad como para vestir con una túnica fabricada con productos ecológicos de una cooperativa de Senegal.
Si eres de izquierdas, cuidado con lo que comes. El marisco está prohibido. Los restaurantes de más de 50€ el cubierto, también. Pero no cometas el error de ir a restaurantes de comida rápida imperialistas. Ya sé que son baratos, pero son la representación del Mal radical. Si entras en uno, todo aquello en lo que crees, todo lo que defiendes, puede pudrirse tan rápido como una ensalada del McDonald’s al sol. Mejor come en casa. Con productos ecológicos a ser posible. Si puedes alimentarte exclusivamente de trigo y lechuga, mucho mejor.
Si eres de izquierdas, deberías producir tu propia energía. Utiliza tus heces para fabricar electricidad. Calienta tu hogar con el metano de tus ventosidades almacenado en botes. Tú que tanto criticas el inmenso poder de las industrias energéticas, tienes la solución en tus manos. Bueno, en tu ano. Aprovecha los recursos que te dio la Madre Naturaleza.
Si eres de izquierdas, tu casa no debería pasar de los 70 metros cuadrados. Y desde luego, debería estar en una zona no demasiado próspera. Cuanto más hacinado vivas, más consecuente serás con tus ideas. Si estás a favor de dar asilo a los refugiados, acógelos en tu casa. A todos los que puedas. No importa que ya pagues impuestos y que el Estado tenga la obligación de dar asilo y trabajo a estas personas. Hazlo tú, si tan de izquierdas eres.
Si eres de izquierdas, usa el transporte público. Si cometes la temeridad de tener un vehículo propio, más vale que sea uno eléctrico, no contaminante y de bajo precio. En realidad sabes que deberías ir andando a todas partes. Compensa esa incoherencia con un coche fabricado con productos ecológicos. Uno que puedas repostar con zumo de pepino y limón. Aún no se ha inventado, pero podrías esperar a que alguien lo hiciera. O yo que sé, cómprate una bicicleta. Cuando conduzcas tu bici y la lluvia te empape, recuerda que Jesucristo también se mojó por los caminos de Judea cuando predicaba la justicia universal.
Si eres de izquierdas y te casas, no celebres un banquete al uso. No te atrevas a descabezar una gamba. Cuidado con el vino que bebes. Vístete con un chándal y zapatillas de deporte. Mejor celébralo con un botellón. Alcohol barato, por supuesto. Y sin Coca Cola, no colabores con empresas imperialistas. Come panchitos y bebe ron del Mercadona con Speedway Cola del Lidl.
Pero si eres de izquierdas y no quieres hacer nada de esto, entiende que cualquier ser humano puede recriminarte la forma en que vives. Cada vez que te quejes de que el mundo es injusto, te dirán que sí, que el mundo es injusto y que de qué sirven tus quejas o tu indignación. Que así son las cosas desde que el mundo es un mundo. Y que si tanto te molesta, que te largues a Cuba, o a Corea del Norte. Te lo dirán, créeme. Y entonces, ríete. No digas nada. Solo ríete. Una buena carcajada. Una buena bofetada simbólica de ironía. Como ésta. Porque eres un ser humano, no un Mesías. Y el mundo es una mierda, sí, pero no lo puedes arreglar tú solo.
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OTRO ASUNTO. Hoy en Perroflautas del Mundo: Chile. El país de Nunca Jamás, de Manuel Cabieses Donoso
Si eres de izquierdas, vigila donde compras tu ropa. Ciertas marcas te están vetadas. Vístete con prendas de mercadillo, o compra en Alcampo o Carrefour. Pero observa antes la etiqueta. No compres nada que provenga de un país subdesarrollado. Cuidado con ir demasiado a la moda. Cuidado con ir demasiado bien vestido. Ten suficiente personalidad como para vestir con una túnica fabricada con productos ecológicos de una cooperativa de Senegal.
Si eres de izquierdas, cuidado con lo que comes. El marisco está prohibido. Los restaurantes de más de 50€ el cubierto, también. Pero no cometas el error de ir a restaurantes de comida rápida imperialistas. Ya sé que son baratos, pero son la representación del Mal radical. Si entras en uno, todo aquello en lo que crees, todo lo que defiendes, puede pudrirse tan rápido como una ensalada del McDonald’s al sol. Mejor come en casa. Con productos ecológicos a ser posible. Si puedes alimentarte exclusivamente de trigo y lechuga, mucho mejor.
Si eres de izquierdas, deberías producir tu propia energía. Utiliza tus heces para fabricar electricidad. Calienta tu hogar con el metano de tus ventosidades almacenado en botes. Tú que tanto criticas el inmenso poder de las industrias energéticas, tienes la solución en tus manos. Bueno, en tu ano. Aprovecha los recursos que te dio la Madre Naturaleza.
Si eres de izquierdas, tu casa no debería pasar de los 70 metros cuadrados. Y desde luego, debería estar en una zona no demasiado próspera. Cuanto más hacinado vivas, más consecuente serás con tus ideas. Si estás a favor de dar asilo a los refugiados, acógelos en tu casa. A todos los que puedas. No importa que ya pagues impuestos y que el Estado tenga la obligación de dar asilo y trabajo a estas personas. Hazlo tú, si tan de izquierdas eres.
Si eres de izquierdas, usa el transporte público. Si cometes la temeridad de tener un vehículo propio, más vale que sea uno eléctrico, no contaminante y de bajo precio. En realidad sabes que deberías ir andando a todas partes. Compensa esa incoherencia con un coche fabricado con productos ecológicos. Uno que puedas repostar con zumo de pepino y limón. Aún no se ha inventado, pero podrías esperar a que alguien lo hiciera. O yo que sé, cómprate una bicicleta. Cuando conduzcas tu bici y la lluvia te empape, recuerda que Jesucristo también se mojó por los caminos de Judea cuando predicaba la justicia universal.
Si eres de izquierdas y te casas, no celebres un banquete al uso. No te atrevas a descabezar una gamba. Cuidado con el vino que bebes. Vístete con un chándal y zapatillas de deporte. Mejor celébralo con un botellón. Alcohol barato, por supuesto. Y sin Coca Cola, no colabores con empresas imperialistas. Come panchitos y bebe ron del Mercadona con Speedway Cola del Lidl.
Pero si eres de izquierdas y no quieres hacer nada de esto, entiende que cualquier ser humano puede recriminarte la forma en que vives. Cada vez que te quejes de que el mundo es injusto, te dirán que sí, que el mundo es injusto y que de qué sirven tus quejas o tu indignación. Que así son las cosas desde que el mundo es un mundo. Y que si tanto te molesta, que te largues a Cuba, o a Corea del Norte. Te lo dirán, créeme. Y entonces, ríete. No digas nada. Solo ríete. Una buena carcajada. Una buena bofetada simbólica de ironía. Como ésta. Porque eres un ser humano, no un Mesías. Y el mundo es una mierda, sí, pero no lo puedes arreglar tú solo.
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OTRO ASUNTO. Hoy en Perroflautas del Mundo: Chile. El país de Nunca Jamás, de Manuel Cabieses Donoso
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