COPIADO de la pág. de fb de Javier Nix Calderón ·el 15/6/2017
Pero estamos
tranquilos. El Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, el señor
Martos, ha tenido una idea que cambiará el curso de la Historia. Para
combatir la ola de calor, la máxima autoridad en Sanidad de la Comunidad
de Madrid ha ideado un sistema infalible: los alumnxs deben arrancar
una hoja de papel de sus cuadernos y, tras un eficaz dobla-dobla-dobla,
crear potentes abanicos que ahuyenten el calor del ambiente y de sus
cuerpos. Respiramos aliviados, por fin. Tenemos en nuestras manos el
arma definitiva contra la canícula. Todos nos ponemos manos a la obra.
Creamos 10, 100, 1000 abanicos. Comenzamos a abanicar con toda la fuerza
que nuestros brazos son capaces de ejercer. Como por arte de magia, el
calor desaparece y la temperatura desciende hasta unos amables 22
grados. Hemos conseguido crear un microclima dentro de las aulas.
Asustado, pido a los chavales que paren de abanicar. Temo que una ola de
frío siberiano se alce desde nuestro instituto y arrase con tormentas
de nieve la zona norte de Madrid. La situación se estabiliza y seguimos
con la clase de manera totalmente normal.
El señor Martos, desde su despacho climatizado, nos ha enseñado el camino. Permítame, señor Martos, que le cuente la idea que he tenido yo al escuchar su consejo. Coja usted tres hojas de papel de su escritorio. Dóblelas una, dos, tres, cuatro, cinco y seis veces. Cuando las hojas tengan un grosor adecuado, levántese de su poltrona. Bájese los pantalones y abra sus nalgas unos centímetros. Introdúzcase las hojas por el ano, hasta que todo el papel haya desaparecido en su recto. Cuando haya terminado, vuelva a sentarse. Si le molesta, no se preocupe. Los gobernantes deben sentir lo mismo que los ciudadanos a los que gobiernan. Jódase un poco, señor Martos. Tal y como nosotros nos jodemos.
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El señor Martos, desde su despacho climatizado, nos ha enseñado el camino. Permítame, señor Martos, que le cuente la idea que he tenido yo al escuchar su consejo. Coja usted tres hojas de papel de su escritorio. Dóblelas una, dos, tres, cuatro, cinco y seis veces. Cuando las hojas tengan un grosor adecuado, levántese de su poltrona. Bájese los pantalones y abra sus nalgas unos centímetros. Introdúzcase las hojas por el ano, hasta que todo el papel haya desaparecido en su recto. Cuando haya terminado, vuelva a sentarse. Si le molesta, no se preocupe. Los gobernantes deben sentir lo mismo que los ciudadanos a los que gobiernan. Jódase un poco, señor Martos. Tal y como nosotros nos jodemos.
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