Piper Beltza ha compartido un enlace en el grupo Mujeres Inconformistas. 5/4/2019
María Martín,
paradigma del sufrimiento de las víctimas del Franquismo, ha fallecido
esta madrugada. Nunca pudo recuperar los restos de su madre, Faustina
López, asesinada en 1936 y enterrada al pie de una carretera. Tampoco
saber si su primera hija había sido robada.
Hace dos meses la llamé otra vez. Su
voz, ya completamente rota, me transmitía que estaba muy cansada, mucho
más que cuando la conocí, en 2011. Me preguntó por mi familia y le dije
que estábamos bien. Me deseó mucha suerte y me dijo que ojalá nos
volviéramos a ver. Ayer la volví a llamar. Quería saber si seguía
viviendo en la misma casa o vivía con alguno de sus hijos, pues quería
enviarle una carta y unas fotografías de una proyección de Vencidxs
en Barcelona, donde ella había sido la protagonista, como le conté la
última vez. No me atendió las llamadas, pero su hijo me llamó después.
Me dijo que ya no tenía voz. Le dije que le dijera que había llamado. Me dijo que sí, que seguramente se acordaría de mí, que seguía teniendo mucha memoria. Esta mañana su hijo me llamó con la esperada noticia: María había dejado de sufrir.
“Su historia, su persona, su forma de ser, me impactaron profundamente. Era la persona más bondadosa del mundo.”
Otra
vez el mismo presentimiento cumplido. Aunque a mil quilómetros de
distancia, yo sentía muy de cerca a María. Su historia, su persona, su
forma de ser, me impactaron profundamente cuando la entrevisté para Vencidxs, en mayo de 2011. Tuve que parar un día la grabación de entrevistas. María
Martín, la persona más bondadosa del mundo que jamás he conocido, nos
recibió con galletas fritas y una montaña de papeles que había escrito a
las autoridades para pedir ayuda por el caso de su madre. María era también el paradigma del sufrimiento de las víctimas del Franquismo.
Víctima por ser arrancada de los brazos de su madre, Faustina, que fue asesinada por no pagar un chantaje de 1000 pesetas a los falangistas. Víctima del saqueo
de sus verdugos, recuerda cómo se repartían todas sus posesiones con
Faustina de cuerpo presente. Víctima de las palizas que propinaban a su
padre, que le hacían llegar a casa con la carne del brazo colgando. Víctima del aceite de ricino
y de las guindillas, que le hacían tomar a ella y a su hermana desde
los 6 años hasta los 17. También a las mujeres embarazadas, como a
aquella que le hicieron tragarse el doble de ración por defenderlas.
Mujeres que acababan inconscientes, en la cama, exhaustas de dolor y
humillación. Víctima de los encuentros callejeros con algunas gentes de derechas, que amenazaban constantemente con matarla como a su madre. Víctima del presunto robo de una niña, y digo presunto por ser lo periodísticamente correcto, porque me imagino que una madre sabe estas cosas. Víctima de la indiferencia de las autoridades
a las que constantemente pidió ayuda sin recibir respuesta, hasta que
la construcción de una carretera acabó con la posibilidad de recuperar
los restos de Faustina (...)
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