Por Rafael Cabanillas 23/5/2025
Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo- Eduardo Galeano
Charla con Juan Delibes en la biblioteca de Azután.Biblioteca de Azután
El 10 de mayo de 1933 ha pasado a la historia universal de la infamia, que diría Borges, por el inicio de la quema de libros de la Alemania nazi. Quema realizada públicamente en la plaza de la Ópera de Berlín, de manera ostentosa e intimidante, por profesores, estudiantes y miembros del partido nazi. De autores tan "peligrosos" como Bertold Brecht, Albert Einstein, Sigmund Freud, Joseph Conrad, James Joyce, Oscar Wilde, Ernest Hemingway, John Dos Passos o Máximo Gorki. Muy "peligrosos". Un plan —Aktion wider den undeutschen Geist— que pronto se extendió a otras ciudades y duró hasta el inicio de la II Guerra Mundial. En la magnífica novela y película La ladrona de libros — esencia poética del amor por la lectura, igual que El lector de Bernhard Schlink— se describe a la perfección. Se empieza quemando unos libros en la calle con una lata de gasolina, bien mezclada con odio y bravuconería, y se acaba provocando la muerte de 50 millones de seres humanos: judíos, comunistas, homosexuales y gitanos.
¡Tiempos lejanos de barbarie!, pensarán algunos, quizás porque no sepan que Trump está prohibiendo libros, que es otra manera de quemarlos, en los Estados Unidos del año 2025. El listado de libros proscritos y estigmatizados lo ha sacado el Departamento de Defensa y la prohibición afecta a cerca de 70.000 estudiantes de los centros que administran. Entre los títulos figuran la obra maestra Un mundo feliz de Aldous Huxley, Cometas en el cielo — otra buena novela y también película—, incluso el cuento infantil Freckleface Strawberry, de la actriz Julianne Moore, último fichaje de Pedro Almodóvar, sobre una niña con la carita llena de pecas. Libros todos ellos, como pueden comprobar, de un peligro extraordinario, hipertóxico y radioactivo, pandémico y galáctico.
También Trump acaba de despedir a Carla Diane Hayden, la bibliotecaria del Congreso, primera directora afrodescendiente de esta institución. ¿La razón? “Aplicar políticas de diversidad, equidad e inclusión en la Biblioteca, contrarias a las necesidades de los contribuyentes”. Suerte que en vez de ser quemada en una hoguera, como les habría gustado a algunos, el despido vino vía correo electrónico remitido por la oficina presidencial: “Carla: en nombre del presidente Donald Trump, le escribo para informarle que su puesto como bibliotecaria del Congreso concluye con efecto inmediato. Gracias por su servicio.” Quizás ahora, ya que los ha indultado, nombre director a uno de esos energúmenos con piel de oso y cuernos de bisonte que invadieron el Congreso jaleados por él.
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La pregunta es: ¿qué riesgo atómico encierran las páginas de los libros para ser quemados o prohibidos? ¿Qué peligro nuclear se esconde entre las hojas de papel? ¿Quizás un veneno que se impregna en la yema del dedo al pasar la página como en El nombre de la rosa de Umberto Eco? ¿Por qué causan tanto miedo los libros? Tú lo sabes bien: los libros evitan la manipulación a manos de los poderosos y nos proporcionan ideas propias creando un juicio crítico para que nadie tergiverse la verdad. Los libros no son el veneno, son el antídoto contra el engaño y la estupidez. Si las bombas, ahora que se ha desatado la suicida carrera armamentística, son armas de destrucción masiva —el genocidio de Gaza está devorando la poca dignidad como seres humanos que nos quedaba—, los libros son de construcción de pensamiento y libertad universal. Los libros y la educación, nunca los tanques, son, como bien dijo Nelson Mandela, "el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo".
Pero ¿cómo se combate a los quemadores de libros? ¡Ojo, la Iglesia es la institución que más libros, autores incluidos, ha quemado, con mucho humo negro, muy oscuro y viscoso, y poca fumata blanca de cardenales de capas y zapatitos rojos de Prada, con sus monjitas sirviéndoles como esclavas! Monjas-mujeres que no pintan nada. ¿Cómo se lucha contra los nuevos inquisidores del siglo XXI? ¿Cómo se vence a un individuo como Trump, con sus decisiones dañinas y disparatadas, de aranceles al 145%, a invadir Groenlandia; de mandar a inmigrantes encadenados a cárceles de El Salvador, a querer convertirse en Papa?
La solución nos la da el maestro Eduardo Galeano: "Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo". De ahí nace la historia que hoy vengo a contarles. Escucha:
Azután es un pequeño pueblo de 289 habitantes de la provincia de Toledo. Al sur, cerca de Lagartera, Oropesa y de El Puente del Arzobispo, ya en la raya, que dirían en Los santos inocentes, de Extremadura. Conocido por la presa homónima sobre el río Tajo, la presa de Azután. Sus gentes se han dedicado tradicionalmente a la agricultura y la ganadería los hombres y a los bordados lagarteranos las mujeres. Las vistas de las crestas nevadas de la Sierra de Gredos desde Azután, con el valle del Tiétar, impresionan de verdad. Igual que la fortaleza —visitable—, a la orilla escarpada del río Huso, de Ciudad de Vascos, antigua medina árabe de Al-Ándalus, a tan solo 6 km.
En Azután nunca hubo biblioteca, al igual que en la mayor parte de los pueblos españoles de esa dimensión. Si no queda ni un bar, ni panadería, ni médico rural ¿quiere usted que haya libros? ¿Para qué? ¿Para leerlos?
Sin embargo, Azután tiene hoy una de las mejores y más hermosas bibliotecas de España. Más de 5.000 ejemplares bien catalogados y ubicada en una antigua Casilla de Camineros, cedida por el Ayuntamiento, con sus vigas de madera a la vista, una chimenea y sus anaqueles repletos de libros. ¡Qué bella metáfora en el nombre Casilla de Camineros!
Los artífices del milagro de lo pequeño se llaman Chon y Felipe. Jubilados residentes en Madrid que se han trasladado a vivir a Azután, llevándose con ellos los 3.000 ejemplares —comprados uno a uno a lo largo de una vida— para crear ahora la Biblioteca Municipal. ¡Galeanos en estado puro! Jubilados de otra pasta. Con alma y sensibilidad. Convertidos en pequeños héroes para cambiar esta sociedad.
Pero mejor entremos en detalles: Chon, Asunción, era una abogada de prestigio. Abogada de Familia, muy reconocida profesionalmente dentro y fuera de la capital. Felipe, hasta hace poco, cirujano, profesor de la Universidad Complutense, Jefe de Servicio de Cirugía General y Aparato Digestivo en el Hospital 12 de Octubre de Madrid. Según leo, uno de los mejores cirujanos de Europa especialista en obesidad. ¡Casi na! Acostumbrados a estos gobernantes esperpénticos, patanes y analfabetos, con esa prepotencia, sorprende aún más la humildad de esta pareja. Su capacidad para metamorfosear, igual que las crisálidas de mariposa, quirófano y despacho de abogados… por biblioteca. ¡Olé vuestros corazones!
Al jubilarse, y reorganizar sus vidas, se preguntaron: ¿Qué hacemos con estos 3.500 libros de estas estanterías? Los 500 de medicina, los donaron a la biblioteca del 12 de Octubre, y el resto emprendieron el viaje rumbo a Azután. Cargamento que habría envidiado el periodista y novelista Christopher Morley, autor de La librería ambulante. O la propia Helene Hanff, la protagonista y autora de la magistral 84 Charing Cross Road, al hermanarse en cantidad de ejemplares con la librería londinense Marks & Co. Incluso los miembros de La sociedad literaria del pastel de piel de patata de Guernsey.
Antes habían hablado con la alcaldesa, que muy a las claras les dijo:
"Podemos cederos la Casilla de Camineros, que un día soñó con ser biblioteca, pero nada más. Pues no tenemos ni un duro: ni personal, ni libros, ni mobiliario".
A lo que contestaron: "Todo eso, se puede arreglar. Con los libros, traeremos las baldas, mesas, sillas y aparadores. Ahora hay que buscar a los bibliotecarios".
El siguiente paso fue reunir a los vecinos, vecinas mayoritariamente, para explicarles el proyecto y evaluar su grado de implicación. La respuesta fue desbordante. Como si una utopía se estuviera convirtiendo poco a poco en realidad.
En la actualidad, la biblioteca la atienden diariamente, por turnos, una pareja de bibliotecarios y bibliotecarias vecinos, Chon y Felipe los primeros, entre los muchos inscritos. Además, los martes hay un taller de lectura y de escritura, así como otro infantil, con cuentacuentos y manualidades, al que acuden los 10 niños del pueblo. Hasta la fecha, se han realizado 800 préstamos, registrados en 6 cuadernos, y están a punto de editar, en plan artesanal, el segundo libro de relatos del taller de escritura. También, de vez en cuando, aparece por la Casilla de Camineros una escritora o escritor a presentar su libro: Ángeles Cantero, Imelda Sánchez, Manolo Rico.
Cuando la noticia corrió, llevada por el viento de lo mágico y prodigioso, por estas y otras tierras del Macondo patrio, comenzaron a llegar las donaciones. Personas anónimas que querían colaborar con la biblioteca. Por eso ya son casi 6.000 los ejemplares. Tantos, que algunos se repiten, y van a donarlos a Torrico, el pueblo vecino, para crear otra biblioteca municipal similar. Multiplicando el milagro de peces y libros.
Una usuaria, que no se entretiene mucho para no llegar tarde a la cita, dice: "A mí esta biblioteca, las lecturas y las compañeras, me han cambiado la existencia. Cosiendo desde los ocho años, sin saber que existían los libros y que dentro de cada uno se esconden cien vidas".
Cuando hace unas semanas los visitó el naturalista Juan Delibes, para hablar de la obra de su padre y contarles multitud de anécdotas de don Miguel, por lo alto de la biblioteca, allá entre las vigas viejas, revoloteaba el espíritu de todos aquellos escritores y escritoras cuyos libros han sido quemados o prohibidos. Una visita obligada, de agradecimiento y orgullo, porque entre esas paredes ya se está fraguando el pan y el barro, con un soplo de aliento, para cambiar el mundo.
El día que pasé este escrito a Felipe, para que me autorizaran a publicar su historia, Chon me contestó de inmediato, con todos los parabienes y palabras conmovedoras, pero añadiendo una petición muy profesional: "Por favor, ¿puedes decir que todos los autores y libros que has mencionado, los tenemos en la biblioteca por si alguien quiere llevárselos?"
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