mayo 10, 2025

Bruno Díaz, especialista en cetáceos: "Las ballenas se comportan como si fueran granjeros que llevan fertilizantes"

 13.03.2025   JORDI URIOS (RNE)

  • Un estudio de la Universidad de Vermont muestra que las ballenas transportan nitrógeno en su orina, entre otros nutrientes

  • Favorecen el desarrollo de toda la red trófica marina, la absorción de CO2 y la liberación de oxígeno a la atmósfera

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  • Tiempo de lectura3 min.

    Las zonas de los océanos, que son ricas en nutrientes, son sinónimo de vida. Favorecen el crecimiento de algas, plancton y alimentan a algunos peces. La cadena trófica— transferencia de nutrientes entre especies— se genera a través del ciclo de la vida y se ha descubierto que un hábito de las ballenas contribuye notablemente a esta cadena alimentaria, se trata de su orina. Un proceso en el que se aporta nitrógeno, entre otros nutrientes, y que alimenta la totalidad el ecosistema marino. "En general, el océano va a depender de estos nutrientes. Las ballenas se comportan como si fueran granjeros que están llevando fertilizantes para favorecer y enriquecer esas aguas cálidas, que son pobres en nutrientes y así favorece que se rehaga todo el ciclo de la red trófica marina (red de cadenas alimentarias interconectadas)", ha explicado en Las Mañanas de RNE, el ecólogo Bruno Díaz, especialista en cetáceos y director del Instituto BDRI, para la conservación de la Biodiversidad Marina.

    Las ballenas realizan largas migraciones de miles de kilómetros, en las que viajan desde las frías aguas de los círculos polares hasta las más cálidas, cercanas al ecuador. En los polos, el agua es muy rica en plancton —uno de los alimentos principales de las ballenas —y aprovechan para comer grandes cantidades al día, ya que tienen que almacenar la energía necesaria para la migración.

  • Ya sabíamos que las ballenas aportaban nutrientes a la cadena trófica a través de sus heces, pero ahora un estudio liderado por la Universidad de Vermont y que publica Nature Communications, nos muestra que las ballenas contribuyen también a esta cadena transportando nitrógeno, entre otros nutrientes. Sin embargo, llama la atención que también lo hagan a través de sus excreciones, porque lo hacen mediante la orina. 

  • Una vez llegan a las zonas cálidas, se acercan a la costa y allí, además de aparearse, desprenden grandes cantidades de orina que es muy rica en ese nitrógeno, que ya habían ingerido en los polos y del que también dependen las aguas ecuatoriales, como a explicado Bruno Díaz. "Muestra la importancia que tienen estas especies para mantener el equilibrio del ecosistema marino, porque nos ayudan incluso a luchar contra el cambio climático. Estos nutrientes lo que hacen es enriquecer la superficie del agua [...] de nitrógeno y otros elementos fundamentales para que se desarrollen pequeños organismos vegetales (como el fitoplancton), que va a favorecer el comienzo y desarrollo de toda la red trófica marina, la absorción de CO2 y la liberación de oxígeno a la atmósfera", ha añadido.

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  • Investigación de la Universidad de Washington confirma que los excrementos de ballena contienen cantidades significativas de hierro que puede haber ayudado a fertilizar océanos en el pasado

     11 FEBRERO, 2025

    La pérdida de ballenas debido a la caza comercial puede haber tenido consecuencias de largo alcance sobre la vida marina que se extienden más allá de simplemente disminuir el número de depredadores marinos en el medio ambiente.

    Imagen: jamesteohart – Depositphotos.

    • Las ballenas fertilizan los océanos → Excrementos ricos en hierro y nitrógeno estimulan el fitoplancton, base de la cadena alimentaria.
    • El fitoplancton captura CO₂ → Ayuda a reducir gases de efecto invernadero y produce más del 50% del oxígeno del planeta.
    • Secuestran carbono al morir → Sus cuerpos hundidos almacenan hasta 33 toneladas de CO₂ por ballena durante siglos.
    • Caza de ballenas = menos fitoplancton → Disminución de ballenas redujo la productividad marina y la capacidad del océano de absorber CO₂.
    • Restaurar poblaciones = ecosistemas sanos → Más ballenas → más fertilización oceánica → mejor captura de carbono.
    • Beneficio económico del ecoturismo → Alternativa sostenible frente a la caza de ballenas.
    • Las ballenas ayudan a frenar el cambio climático → Su conservación es clave para la salud de los océanos y del planeta.

    Las ballenas: arquitectas del ecosistema marino y aliadas contra el cambio climático

    Las ballenas, los seres más colosales que han habitado nuestro planeta, desempeñan un papel esencial en la salud de los océanos y en la mitigación del cambio climático. Más allá de su majestuosidad, estos cetáceos actúan como ingenieras del ecosistema, influyendo en la dinámica marina de maneras sorprendentes.

    Fertilización de los océanos

    A través de sus excrementos, ricos en nutrientes como hierro y nitrógeno, las ballenas fertilizan las aguas superficiales. Este proceso estimula el crecimiento del fitoplancton, microorganismos fotosintéticos que forman la base de la cadena alimentaria marina y son responsables de producir al menos el 50% del oxígeno que respiramos.

    Además, el fitoplancton desempeña un papel crucial en la captura de dióxido de carbono (CO2), contribuyendo significativamente a la reducción de gases de efecto invernadero en la atmósfera.

    Las excreciones de las ballenas pueden contener hasta 10 millones de veces más hierro que el presente en el agua del océano, lo que impulsa grandes proliferaciones de fitoplancton. Estos microorganismos, a su vez, absorben miles de toneladas de carbono de la atmósfera cada año.

    Secuestro de carbono

    A lo largo de su vida, una ballena puede confinar hasta 33 toneladas de CO2. Cuando mueren, sus cuerpos se hunden en las profundidades oceánicas, llevando consigo el carbono almacenado y manteniéndolo fuera de la atmósfera durante siglos o incluso milenios.

    Este fenómeno, conocido como «caída de ballena«, proporciona además hábitat y alimento para diversas especies de las profundidades marinas.

    Impacto de la caza de ballenas

    La caza intensiva de ballenas durante el siglo XX redujo sus poblaciones en más del 85%, alterando significativamente los procesos ecológicos marinos.

    Esta disminución no solo afectó a las propias especies de ballenas, sino que también tuvo repercusiones en la productividad de los océanos y en la capacidad de estos para absorber CO2.

    Importancia de la conservación

    Proteger y restaurar las poblaciones de ballenas es esencial para mantener la salud de los ecosistemas marinos y combatir el cambio climático. Al promover la recuperación de estos cetáceos, se potencia la fertilización oceánica, el secuestro de carbono y la biodiversidad marina.

    Además, las ballenas contribuyen al desarrollo económico a través del ecoturismo, ofreciendo beneficios sostenibles que superan con creces los obtenidos por su caza.

    Las ballenas son mucho más que gigantes marinos; son pilares fundamentales en el equilibrio ecológico de nuestros océanos y aliadas indispensables en la lucha contra el cambio climático. Su conservación y protección deben ser prioridades en las agendas ambientales globales, reconociendo su invaluable contribución a la sostenibilidad del planeta.

    Vía www.washington.edu   Más información: www.nature.com

    Las ballenas: guardianas del carbono oceánico

    Las ballenas desempeñan un papel fundamental en la captura y almacenamiento de carbono. A lo largo de sus extensas vidas, estos gigantes marinos acumulan carbono en sus cuerpos, contribuyendo a reducir la cantidad presente en la atmósfera.

    Algunas especies pueden vivir más de un siglo, lo que amplifica su capacidad de actuar como depósitos naturales de este elemento.

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  •  PERROFLAUTAS DEL MUNDO  CÓMIC ‘El Eternauta’, la obra maestra del cómic que describió en viñetas la muerte llegada del cielo 


    mayo 09, 2025

    Europa quiere que los cazadores dejen de envenenar la naturaleza con 14.000 toneladas de plomo al año, de Raúl Rejón

    de Raúl Rejón   5/3/2025

    Una temporada cualquiera en un coto cualquiera de caza comercial de perdiz roja, la estrella de la caza menor de lujo en España. Matar unas 15.000 aves deja tirados en el suelo del campo más de 70.000 perdigones tóxicos, unos nueve kilos de plomo por hectárea. Multiplique por el tamaño de la finca y los años de actividad de las escopetas: 

    el resultado es la cantidad de metal pesado vertido al medio ambiente. La Comisión Europea ha decidido por fin mover ficha ante el problema del plumbismo, el envenenamiento por plomo de la fauna y la flora.

    La Comisión acaba de presentar su propuesta para prohibir la munición de plomo en cualquier actividad al aire libre además de los pesos de pesca: unas 44.000 toneladas al año, según el cálculo –conservador– de Bruselas. Eso incluye la caza (un 32% del total, unas 14.000 toneladas) y el tiro deportivo. No ha sido una decisión rápida: el paso llega dos años después de que la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA) recomendara vetar este material para ahorrarle al medio ambiente unas 630.000 toneladas de plomo en 20 años (un 70% menos). “Reducirá significativamente el riesgo de envenenamiento silvestre” y “protegerá” a los que ingieran carne de caza, concluyó la ECHA.

    La caza con plomo circunscrita a los humedales de la Unión Europea ya fue proscrita en febrero de 2023 porque las aves de estos ecosistemas se habían revelado especialmente vulnerables a los perdigones perdidos al ingerirlos, pero eso supone una parte ínfima del problema. De las aproximadamente 6.000 toneladas de plomo que se liberan al medio ambiente en España cada añosolo 50 corresponden a zonas de humedales donde se matan las aves acuáticas.

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  • CTXT. El negocio de la vivienda: un derecho inalienable. Por Emilio de la Peña  


  • La herencia tóxica de las escopetas: aún quedan por sacar toneladas de plomo en la duna favorita de los gansos de Doñana

     Raúl Rejón   Parque Nacional de Doñana (Huelva). — 16 de noviembre de 2023 

    A pesar de que hace 40 años que no se pega un tiro en Doñana, en las arenas de la duna más alta del parque nacional todavía quedan toneladas de perdigones de plomo olvidados que envenenan a los gansos que acuden allí cada amanecer. La herencia ponzoñosa de las escopetas, ante la cual la única solución es extraer la munición, perdigón a perdigón.

    La duna se llama Cerro de los Ánsares. A su cresta, los humanos llegan cruzando desde el océano Atlántico el cordón de arenas erizadas de corrales de pinos y enebros que se levanta entre el mar y la marisma. Una vez allí, basta con ascender a pie para ver a simple vista, entremezclados con la arena de la duna, los perdigones tóxicos que dejaron las cacerías de gansos.

    “Hay que sacarlos a mano, uno a uno”, cuenta sobre la cumbre del cerro Carlos Dávila, el delegado de la SEO Birdlife en Doñana que encadena semanas llevando voluntarios al paraje para sacar el veneno. Nada de tamices sofisticados o imanes especiales. “Desde 1999 habremos extraído algo más de 300 kilos”, calcula. “La mayoría, de la zona más superficial, donde van a reposar los gansos, que ahora está bastante limpia”.

    Al alba, grandes bandadas de gansos que pasan el invierno en Doñana vuelan hasta esa duna para comer arena que les ayude a triturar las duras semillas que han ingerido. Esa querencia los condenaba antes a las escopetas escondidas en el cerro y, ahora, a intoxicarse con el plomo que ha quedado mezclado con la arena que tragan.

    El problema es que esos centenares de kilos de metal pesado que ya han limpiado del parque nacional suponen apenas entre un 6% y un 17% de lo que aún contienen las 150 hectáreas de duna utilizadas como cazadero durante décadas. La estimación es que en la duna hay unos 26 kg por hectárea, según el estudio que realizó el investigador Rafael Mateo en 2000.

    Lo primero que llama la atención al recoger los perdigones ahora en noviembre de 2023 es lo accesibles que son en la superficie y su minúsculo tamaño. Aun así, “cinco o diez bastan para tener efectos letales sobre los gansos”, recuerda Dávila mientras enseña un puñado de metales.

    El plomo persiste en la molleja de los gansos hasta 21 días. Cada cartucho del calibre 6 –los disparados habitualmente para matar aves– tiene unos 250 perdigones de algo más de dos milímetros cada uno y unos 0,12 gramos por proyectil. Siguiendo el cálculo del investigador Mateo, quedaron en la duna los restos de más de 30 millones de proyectiles.

    Además, los investigadores calculan que más del 50% de la munición está enterrada y que el movimiento de la duna (unos 5 o 6 metros hacia la marisma por año) hace que pueda ir aflorando en la base del cerro.

    Los cazadores se aprovechaban del instinto de las aves que las llevaba cada mañana al cerro para dispararles. La técnica cinegética era sencilla: encajaban un bidón en un agujero excavado en la arena de la duna para parapetar a cada cazador. Allí apostados y escondidos, aguardaban a que los gansos aparecieran para matarlos. Cientos cada día. Miles en toda la temporada invernal.

    Las últimas cacerías de todo tipo –ánsares incluidos– en Doñana se realizaron en 1983. “Aquel año, el director del parque, Ramón Coronado, me envió a parar la primera cacería a la que le afectaba la nueva norma”, cuenta Francisco Robles mientras rebusca en la arena del cerro para pellizcar los minúsculos perdigones y meterlos en una bolsa.

    Robles, al que todos llaman simplemente Paco, fue guarda en el Parque Nacional de Doñana desde 1978 hasta que se jubiló en 2022 y este noviembre es voluntario contra el plomo. “Aquello fue en la finca de Matagorda –recuerda sobre esa jornada– y allí me encontré a otros guardias del parque, guardias civiles, inspectores de Sevilla...”, relata para ilustrar cómo era el panorama hace cuatro décadas.

    En ese invierno de 1983, antes de vetar la caza en Doñana, todavía dio tiempo a matar miles de gansos que acudían al Cerro de los Ánsares cuando el terreno ya era de propiedad pública. Fueron los últimos perdigones en acumularse. Después llegó la necesidad de retirarlos.

    De la duna a los presidentes

    “La idea era inertizar el plomo, que no deja de ser un residuo tóxico, para que no se almacenase en cualquier sitio y de cualquier manera, así que se me ocurrió hacer una escultura pequeña del ganso de Doñana”. Lo cuenta José María Galán, guardia del parque nacional. Galán rememora que “se trataba de fundir el plomo añadiéndole una pequeña porción de antimonio para hacer una aleación que no expulsara tóxicos. Hice la figura y fundimos unos cuantos, como 15 o 20 gansitos de veintitantos centímetros para dárselos a personalidades o asociaciones que colaborasen a sacar plomo”.

    Aunque les ha perdido la pista a la mayoría –“uno lo dejamos en el palacio de las Marismillas”– sí tiene claro que “se le regaló uno a José Luis Rodríguez Zapatero y otro a José María Aznar para que supieran que el plumbismo es un problema y que esos plomos habías sido recogidos por voluntarios de la SEO y de Parques Nacionales”.

    El plumbismo es la intoxicación por plomo. La primera vez que se detectó en los gansos de Doñana fue en la década de los 90 al comprobar la presencia del metal en el 10% de unas aves cazadas fuera de los límites del parque. Poco después, el 28% de un grupo de 46 gansos presentaban restos de haber ingerido plomo y que esa era la principal causa de muerte. Es raro que más de un 10% de los gansos presentara esta circunstancia. “Las altas tasas de ingestión de plomo se explican mejor por la acumulación de perdigones en el Cerro de los Ánsares”, concluyó la revisión científica de Rafael Mateo.

    Así que había que intentar extraerlo de allí. En las primeras campañas “sacamos mucho, claro, porque había mucho en la superficie”, rememora Carlos Dávila. “También los gansos han limpiado mucho al ingerirlo, pero a qué precio”, remacha. De hecho, parece que las aves seleccionan los perdigones más enteros y grandes como si fueran granos de arena más fuertes para moler la comida en su interior.

    Nuevo informe: el plumbismo afecta a todas las aves silvestres

    El caso de estos ánsares es solo un ejemplo de plumbismo. La cantidad de plomo que los cazadores vierten a base de perdigones y balas al medio ambiente en España cada temporada está cifrada en unas 6.000 toneladas –únicamente 50 de ellas en zonas acuáticas donde el impacto tóxico se ha certificado muy ampliamente–.

    Aunque desde febrero de este año está prohibido usar esta munición en los humedales de toda la Unión Europea, los daños del plomo en los ecosistemas no se circunscriben a esas áreas.

    Las evidencias ya muestran que el plomo abandonado tras las caza también envenena a las aves rapaces y granívoras en zonas terrestres. “La causa más frecuente de intoxicación por plomo de las aves silvestres es la ingestión de munición de caza”, explica un recentísimo estudio encargado por la SEO –aún por publicar– llevado a cabo por el Instituto de Recursos Cinegéticos y el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua.

    El trabajo de Rafael Mateo y María Dulsat-Masvidal indica que hay dos vías para que el plomo llegue a las aves terrestres: las granívoras como las perdices, las torcaces o las codornices se lo comen picoteando en el terreno de los cotos de caza, donde se acumulan. Las rapaces lo ingieren al comerse presas o carroña con perdigones en su cuerpo.

    Munición de plomo o niveles elevados de plomo en tejidos han sido detectados en 20 especies de aves rapaces en España. Águilas imperiales y reales, aguiluchos, milanos, quebrantahuesos o buitres leonados se han intoxicado así. “Se estima que la mortalidad por ingestión de munición de plomo supone una reducción de las poblaciones de aves rapaces por debajo de su capacidad de carga”, escriben los investigadores que rematan: “Se debe plantear la sustitución de la munición de plomo por alternativas menos tóxicas para garantizar la sostenibilidad de dicha actividad”.

    En marzo pasado, la Agencia Europea de Compuestos Químicos propuso a la Comisión Europea que se prohibiera la munición de plomo (y los pesos de pesca) para cualquier actividad al aire libre sin importar que sea un humedal o no. Todavía no se ha conocido la decisión de Bruselas.

    De regreso a la recolección de plomo en Doñana, el camino de vuelta discurre al lado de una cabaña rodeada por una valla. “La construyeron para que el rey Balduino de Bélgica estuviera a gusto cuando venía a cazar gansos”, comenta Paco Robles. Al lado todavía pueden verse varios bidones de los que incrustaban en la duna a modo de parapetos de tiradores de ánsares. Un recordatorio de cómo se envenenó la duna de los ánsares. 

    mayo 08, 2025

    Cotos-Ruta normal a Cabeza Hierro Menor-Valhondillo-Ctra. Cotos Rascafría, 23/4/2025

     Las fotos llevan una explicación y al relato lo precede un *asterisco. Lo copiado aparece "entrecomillado" Para VER las FOTOS, sus detalles, DEBEN AGRANDARSE clicando sobre ellas. Crónica de excursión similar: Río Lozoya/Angostura-Cabeza Hierro Mayor: Subida: Pulmones. Bajadada: Valhondillo, 31/3/21  https://paqquita.blogspot.com/2021/04/rio-lozoyaangostura-cabeza-de-hierro.html

    1.- Cabezas de Hierro, Mayor y Menor, vistas camino del refugio Pingarrón. 10h.

    2.- Siguiendo el PR a Cabeza de Hierro Mayor.

    3.- Cruzando uno de los arroyos que alimentan al Lozoya. Arroyo Guarramillas?

    4.- Comenzando a tomar altura. Aquí Yoni, en su día de asueto.

    5.- Ambos culminando...

    6.- Tras cruzar otro de los arroyos.

    7.- Mirando atrás. Peñalara y los Montes Carpetanos. Trazas de esquíes.

    8.- Solucionando algo.

    9.- Foto de Yoni. Subiendo la fuerte pendiente.

    * Es miércoles, 23 de abril, día del Libro.          Estamos en el Puerto de Cotos con la intención de subir la Cabeza de Hierro Mayor. A las 10h. abandonamos el aparcamiento en dirección al refugio de Pingarrón. Nada más comenzar nos interpela un muchacho, también quiere subir a Cabezas, se viene con nosotros. Blas le aclara que nosotros vamos lentos, no se amilana. Pasamos el refugio y más adelante el poste de caminos. Solemos tomar la izda. Esta vez será la derecha. Pone Cabeza de Hierro Mayor 2,9 kms. Es la ruta normal, la más larga. Blas la elige porque hay mucha nieve; y demasiado blanda que se pondrá en cuanto aumente el calor.

    10.- Foto de Yoni. Pendiente algo más suave.

    * Porque, al principio, parecía que tenía buen cuerpo, que no te hundías con la pisada, pero, la dicha no duró  mucho. En el recorrido vimos bastantes esquiadores que se deslizaban desde los altos, quizás una docena.

    Siguiendo una buena huella, nos pusimos a subir casi en vertical. La abandonamos, iba a peor. Decidimos hacer una diagonal hasta C. H. Menor. Blas y Yoni subieron a la cima, muy cercana a la base. Yo me emperré en que no subía, que me quedaba donde estaba, sentada. Eran las 15h

    11.- Foto de Yoni. Hacia Cabeza de Hierro Menor.

    * Sabíamos que nuestro hijo iba a esquiar por la sierra, apareció en la base de C. H. Menor, donde hicimos la comida. Queda en recogernos a las 6h. 30´  en un punto conocido de la carretera Cotos-Rascafría. Me pregunta que si yo creo que estaremos a esa hora, digo que sí, infeliz de mí.

    También me negué a hacer cima en la Mayor. Lo que yo no supuse es que esto alargaría la excursión. Rodeamos ambas, por la cara sur, en vez de hacer las cuerdas, lo que nos supuso montón de tiempo para alcanzar Valhondillo, por donde volvíamos.

    12.- Desde base de C. H. Menor: Cabeza Hierro Mayor, izda. y Loma de Pandasco al frente.

    13.- Lugar comida. Cabeza Hierro Menor, dcha. Desconocido, Yoni y Blas.

    14.- ¡Sorpresa! nuestro hijo. 15h. 30´

    15.- La Maliciosa, a nuestra izda..


    16.- Cabeza de Hierro Mayor. 16h.


    17.- Entrada a Valhondillo y Loma de Pandasco. 16h. 20´


    18.- Ladera por la que rodean los otros dos.


    19.- A punto de entrar en Valhondillo. 17h. 30´ Montes Carpetanos a izda.


    20.- Boca del valle, y bocas en la nieve. 17h. 50´. Nieve virgen.


    21.- Dos inicios de arroyo, convergentes. 17h. 58´


    22.- Primer hito del valle. Visera en la loma. 18h. 5´


    23.- Bajando a la vegetación. 18h. 32´. Arroyo en paralelo a la nieve.


    24.- Arroyo mencionado, su continuación. 18h. 50´ Florecillas amarillas: Narcisos


    25.- Balsas del agua. Más abajo. 19h. 9´


    26.- Caudal del arroyo Valhondillo, mucho más abajo. 20h. 37´


    27.- Foto de Yoni. Oscureciendo. 9h. 15´- 30´

    * El arroyo va recogiendo mucha agua, suponemos que el paso, a la altura de los tejos, debe estar impracticable. Continuamos la pista a izda. del mismo. Se me hizo inacabable, tardamos al menos dos horas en llegar al Puente de la Angostura, una prueba de resistencia para los tres participantes.
    Acabamos a las 22h., mi hijo  aparece al poco, lleva tres horas recorriendo la ctra.

    DATOS de  INTERÉS

    Desnivel Subida: 1.100 ms. Desnivel Bajada: 1.400 ms. Kilómetros recorridos: 20. Tiempo:  11h. 

    PAQUITA