septiembre 14, 2024

El Gobierno de Ayuso planea decenas de talas en el entorno de Legazpi y Matadero Madrid para construir un intercambiador, de Guillermo Hormigo

 Guillermo Hormigo   


Nueva disputa vecinal con los Gobiernos de la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid por una posible tala. El Ejecutivo autonómico que lidera Isabel Díaz Ayuso trabaja en recuperar un plan especial de 2010 para levantar un intercambiador de transportes en la plaza de Legazpi, según se desprende de la licitación del contrato para la redacción del anteproyecto publicada 2023 y a la que ha tenido acceso Somos Madrid. Una iniciativa auspiciada por el Consorcio Regional de Transportes de Madrid que, en su concepción original, supondría decenas de talas en el entorno de la propia plaza y de un espacio protegido como el del centro cultural Matadero Madrid, reconocido patrimonio industrial de la capital.

Los ejemplares amenazados de Matadero, plátanos de gran porte, cuentan con más de 100 años de antigüedad (los mismos que el conjunto del recinto). Según se desprende de un plano del proyecto, el intercambiador se ubicaría junto al flanco que ocupa el parque de bomberos y el depósito de agua, en una de las pocas zonas verdes de un enclave “con escaso arbolado y unos niveles de contaminación entre los más altos de todo Madrid”. Así lo señala Lucía, vecina del distrito de Arganzuela, en conversación con este medio.

Fuentes cercanas al anteproyecto calculan “entre 30 y 50” el número de árboles afectados, según indican a este periódico. “De ellos los más singulares son sin duda los plátanos centenarios que están pegados al depósito de agua dentro de Matadero”, precisan. Estas mismas fuentes concretan, a partir de la información que se desprende del propio anteproyecto, que es en esta misma ubicación donde se construirían las conexiones del intercambiador con las líneas 3 y 6 de la estación de Metro de Legazpi.

Un proyecto “contra los intereses de Matadero”

El plan contempla la salvaguarda del característico depósito de agua de Legazpi, conocido oficialmente como depósito elevado de Matadero. Es por ello que vecinos y técnicos consultados por este periódico se preguntan por qué no se protege también la plaza con arbolado que se erige a su lado. Estos técnicos apostillan además que existen alternativas que evitarían las talas, y en esas circunstancias la administración pública debe buscar la opción con menos merma de zonas verdes.

Critican, además de la afectación medioambiental, la repercusión que supondría para los asistentes y trabajadores del propio espacio de Matadero la pérdida de un enclave no hostil. “La propia institución debería oponerse porque va contra sus intereses”, señalan.

Las decenas de talas del anteproyecto incluyen otras fuera del entorno de Matadero, en la plaza de Legazpi o cerca de Madrid Río. Fuentes de la Consejería de Transportes, en declaraciones a este diario, solo admiten estas últimas: “Ninguno de ellos se encuentra dentro de Matadero. Un alto porcentaje de los árboles de estas zonas se van a conservar, ya sea por su posición actual o por su antigüedad. Algunos ejemplares serán apeados porque se encuentran en mal estado o secos. A los restantes no les afecta la ley de protección, pero en cualquier caso serán repuestos”.

Defienden que “el Gobierno regional hace siempre todo lo posible por reducir al máximo el número de árboles afectados y por sustituir los que, de forma inevitable, se ven afectados por las obras que suponen una mejora en las infraestructuras que prestan servicio público a los ciudadanos”. Sin embargo, Ayuso acaba de modificar por la vía rápida la Ley de Protección y Fomento del Arbolado Urbano. Hasta hora la legislación autonómica exigía sustituir los árboles talados por replantaciones, pero ahora pueden eliminarse a cambio de dinero.

El Ayuntamiento aún no da luz verde

El Consistorio que lidera José Luis Martínez-Almeida también tendría que validar el proyecto, algo que por el momento no se ha producido. Fuentes del área de Urbanismo confirman a este periódico que “no hay autorización al respecto”, al menos hasta la fecha. Es un paso imprescindible para que se acometan las talas, que algunos vecinos como Lucía temen que puedan producirse “en pleno agosto para que no nos dé tiempo a organizarnos”.

Mar Barberán, portavoz de Más Madrid en la Comisión Permanente Ordinaria de Obras, Equipamientos y Políticas de Vivienda del Ayuntamiento, arremete contra esta posible intervención en el distrito de Arganzuela: “Para nosotros es increíble que ante cualquier obra o intervención en la vía pública, no se planteen una ubicación en la que no tengan que recurrir a la tala de árboles, cuando es evidente que estamos asistiendo a un cambio climático en que las zonas verdes y la vegetación es importante mantenerla. Siempre hay soluciones técnicas para todo, pero está claro y es evidente que para ellos el arbolado no es un factor a tener en cuenta ni mucho menos a salvar”.

Barberán avisa, eso sí, de que el plan se encuentra en un estado embrionario: “En el plano de situación o de ubicación se ve que se van a talar árboles porque la ubicación es al otro lado del Puente de la Princesa, justo enfrente del edificio del Mercado de de frutas y verduras en remodelación. Aún parece que no tienen el proyecto de construcción y por lo tanto no nos han facilitado datos sobre este porque de momento no existe, según nos dicen en una notificación que nos envían por el canal de transparencia”. Está por ver si todo se reduce a un proyecto finalmente corregido o Legazpi y Matadero se convierte en un nuevo foco de conflicto con talas de por medio, como ya ha ocurrido en Delicias, Comillas o la plaza de Santa Ana.

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septiembre 13, 2024

La tarea colosal de reconstruir la naturaleza (y tres historias de éxito en España), de Guillermo Prudencio

 Guillermo Prudencio   27 de julio de 2024


 

Está más que demostrado que la destrucción de la naturaleza acaba impactando en los propios humanos y que no vale con evitar cargarse lo que queda, sino que el objetivo debe ser restaurar lo que había antes. Tras meses de deliberaciones, a mediados de junio la Unión Europea aprobó la Ley de Restauración de la Naturaleza, la primera norma de este tipo que aspira a restaurar los ecosistemas dañados.

La nueva ley europea obliga a España a recuperar de la degradación el 75% de sus hábitats más valiosos. Esto supone una tarea colosal, que tendría que llegar a todas partes –ríos y playas, bosques y mares– y que es esencial para detener la crisis de extinción de especies, pero también para frenar la crisis climática. Ríos y humedales que absorban más agua, bosques más resistentes al fuego o ciudades donde la naturaleza ofrezca cobijo ante el calor extremo.

Nos fijamos en tres estrategias que serán clave para recuperar ecosistemas:

¿Cortar un pinar después de un incendio? Sí

Cuando se apagan las llamas de un incendio, lo habitual es querer plantar árboles, no cortarlos. Pero eso es precisamente lo que decidieron hacer en la Sierra de Gata, en Extremadura, después de un gigantesco incendio que devoró 8.000 hectáreas en 2015. No era la primera vez que ardían aquellos montes del norte de Cáceres, muy cerca de la frontera con Portugal. Otros monstruos de fuego habían encontrado allí el mejor combustible posible: un océano verde de monocultivos de pinos, fruto de las repoblaciones de mediados del siglo pasado. “Son plantaciones poco naturales y muy degradadas, que se han quemado muchas veces y que alimentan el siguiente incendio”, cuenta Fernando Pulido, investigador de la Universidad de Extremadura.

Cansado de que la historia se repitiese, este biólogo se puso al frente de una iniciativa que, seis años después, le está cambiando la cara a estas comarcas. La idea era sencilla: cortar el pinar en zonas estratégicas para meter rebaños de ovejas y cabras, o plantar cultivos como castaños y cerezos. “Es una porción del territorio que mitiga o que limita la expansión de un posible incendio, como un cortafuegos cualquiera, pero que se mantiene gracias al trabajo de un agricultor, un ganadero o un resinero”, apunta el investigador, que los llama “cortafuegos productivos”.

El nombre del proyecto, Mosaico Extremadura, sintetiza esta idea: el paisaje pasa de ser un manto verde a convertirse en un mosaico, donde conviven distintos tipos de bosque, cultivos, huertos o pastos. Es una estrategia ante los grandes incendios forestales en la que insisten cada vez más voces del mundo científico. “Hay que introducir más complejidad en los bosques, no grandes extensiones de una sola especie, como se hacía antes. Generar más mosaicos, y combinar zonas más abiertas con otras arboladas”, explica el profesor de ecología de la Universidad de Barcelona e investigador del CREAF, Santiago Sabaté.

Ese paisaje más diverso no sólo es más resistente al paso del fuego, también crea vida en los pueblos. “Estamos en un escenario climático en el que los incendios ya no se pueden apagar con bomberos y helicópteros, necesitamos que el paisaje se adapte a esa nueva realidad. En lugar de combatir llamas, hay que combatir el abandono rural”, asegura Pulido.

En el caso de Extremadura, lo que marca la diferencia es que toda esa actividad nueva no se ha concebido desde fuera, sino que ha tenido como protagonista a la población local. En estos años, el proyecto ya ha recogido más de 200 iniciativas, ideadas por gente de los pueblos y también por nuevos pobladores. “Una respuesta masiva”, dice Pulido.

Refugios para la fauna en un olivar

El 70% de la superficie libre de hielo del planeta ya ha sido transformada por los seres humanos, sobre todo para abrir pastos para el ganado y plantar cultivos. Con un millón de especies en peligro de extinción, la ciencia ha señalado la producción de alimentos como la primera causa de pérdida de biodiversidad. Además de la destrucción de los ecosistemas naturales, cada vez queda menos espacio para la naturaleza en los campos donde encuentran cobijo los polinizadores o los depredadores que controlan las plagas del campo.

“La biodiversidad silvestre es necesaria también para la producción agrícola”, explica el catedrático de Ecología en la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), José María Rey Benayas. Este ecólogo se define con orgullo como olivarero: tiene 10 hectáreas en Toledo que cuida con esmero, “como hobby”, pero que le han servido para demostrar que otra agricultura es posible. En 2008, la fundación que preside, FIRE (Fundación Internacional de Restauración de Ecosistemas), puso en marcha un proyecto para convencer a los agricultores de que instalaran en sus cultivos refugios para la fauna, como setos de plantas autóctonas bordeando los campos. Como nadie les hacía ni caso, Benayas empezó por sus olivares.

“Aquello se veía como una rareza”, recuerda, “la mentalidad del agricultor castellano tradicional es que el campo tiene que estar limpio. A eso lo llaman que no haya hierbas, nada fuera de control”. Década y media después, Benayas dice que cada vez son más los que acuden a FIRE intrigados por la idea, que incluso ha creado una herramienta online para que cualquier agricultor pueda diseñar su propio muro de plantas autóctonas. Y sus olivares, dice, han vuelto a la vida. “En cuanto te das un paseo con detenimiento, se ven plantas, hongos, insectos o aves que no ves en un olivar convencional”.

Hay datos que lo avalan: en solo tres años, la fauna y la flora de una finca de olivar aumenta hasta un 40% con medidas como mantener una cubierta vegetal –en vez de arar y matar hasta la última brizna de verde con herbicidas– o dejar espacio para la naturaleza.

El aumento se midió en fincas que se unieron en 2016 al proyecto Olivares Vivos de SEO/BirdLife, respecto a otras donde se mantuvieron las prácticas convencionales. En las fincas que partían de una situación más deteriorada, la abundancia de especies se disparó en un 70%. Fincas como la de Marifé Bruque, que tomó las riendas del olivar familiar después de volver a Linares (Jaén). “De pequeña iba al campo y veía los pájaros, veía los insectos, las mariposas, las margaritas, o me iba a coger espárragos con mi madre. Todo eso había desaparecido por el cambio en los cultivos, el suelo estaba desierto”, explica la olivarera. “Volverlo a ver ha sido emocionalmente muy bonito”.

Corredores ecológicos en Doñana

La periferia de Barcelona es el último sitio en el que uno esperaría toparse un lince ibérico. Por eso el cazador que primero vio cómo uno de estos animales subía a un árbol para escapar de sus perros se limitó a comentar que se había encontrado “un gato muy grande”. Pero era Litio, un felino criado en cautividad y liberado en el sur de Portugal, establecido a sus anchas en unos campos de cerezos, hartándose a conejos. Cuando los responsables del programa de conservación del lince se enteraron, se quedaron perplejos: el collar GPS que registraba sus movimientos dejó de emitir a mediados de 2016, Litio estaba en el Algarve, cerca de la zona donde había sido reintroducido. Casi lo dan por muerto, pero solo se fue a dar una vuelta. En dos años había cruzado la Península de punta a punta.

El periplo de Litio tuvo final feliz: fue capturado y liberado de nuevo en el valle del Guadiana, al sur de Portugal. Menos suerte tuvo el primero de los grandes linces viajeros, Kentaro, que tras recorrer 3.000 kilómetros desde los Montes de Toledo –pasando por La Rioja, Castilla y León y Galicia– acabó arrollado por un coche cerca de Oporto en 2016. Ambos tuvieron que atravesar incontables carreteras, autopistas e incluso vías de tren de alta velocidad en su viaje. Sus historias, que dejaron boquiabiertos a quienes trabajan para proteger el lince, ilustran la increíble capacidad de dispersión de la especie. Pero también la necesidad de contar con una red de corredores ecológicos por la que puedan moverse los animales salvajes.

Casi el 27% del territorio español está protegido como parte de la Red Natura 2000 pero, en muchos casos, esos espacios están aislados. En nuestro país hay 166.284 kilómetros de carreteras y 171.000 obstáculos artificiales bloquean el flujo natural de los ríos. Todas esas barreras, junto a otras infraestructuras, cultivos intensivos o zonas urbanas, fragmentan la naturaleza y ponen en jaque a la fauna y la flora, que tendrá que desplazarse para sobrevivir en los futuros escenarios climáticos.

Rodeada de infraestructuras y de un mar de invernaderos para el cultivo de frutos rojos, que ocupan los bosques e incluso los arroyos que la enlazan con el exterior, Doñana es un ejemplo de cómo un espacio protegido puede convertirse en una isla para muchas especies. “Llevamos muchos años intentando que se arregle la situación de la agricultura descontrolada en la periferia de Doñana”, explica el director de la Estación Biológica de Doñana, Eloy Revilla.

La Comisión Europea ha elegido este ecosistema emblemático como uno de los casos de estudio en un proyecto de investigación –Natura Connect, en el que participa la Estación Biológica de Doñana– que sentará las bases de una futura red para la vida en el continente: “La Red Natura 2.0”, en palabras de Revilla. “Los sitios mejores, los más emblemáticos, están ya protegidos. Pero para poder conectarlos y mejorar el valor de conservación que tienen hace falta restaurar, es fundamental”, asegura Revilla (...)
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septiembre 12, 2024

Paseo semanal por CTXT, por Adriana T: Pactos, querellas, linces y una frontera europea inexpugnable

 2/8/2024


Pactos, querellas, linces y una frontera europea inexpugnable

Querida comunidad de CTXT: 

 

¿No estaba todo el mundo de vacaciones? ¿Entonces por qué no paran de ocurrir cosas?

 

Nuestro infatigable Guillem Martínez tuvo que escribir dos nuevos Yuyus de los suyos para explicar lo de esta semana. “El acuerdo ERC-PSC es una buena música” –nos contaba en el primero–, “pero su letra habla de la imposibilidad de derogar la Ley Mordaza, de la imposibilidad de limitar el precio de los alquileres. De la política como fatalismo”. Y un par de días antes, hablando sobre la instrumentalización de la inmigración en Cataluña: “Apuesta por esas formas supremacistas europeas y americanas. Junts está en abierta competencia, en ese tema, con Aliança Catalana, al punto de haber votado en el Congreso, ante ese tema, con PP y Vox”.


Ni con la ola de calor, que ha dejado a casi toda España extenuada y sudorosa esta semana, ha cesado el sainete judicial. “El estratega Sánchez ha vuelto a hacerlo: el juez Peinado fue a la Moncloa a recoger en persona su propia querella por prevaricación”, resumía estupendamente Gerardo Tecé. Sobre la tosca “artillería” judicial escribió también Manuel Rivas: “Para tener más poder, es lícito lo que Leo Strauss llamó ‘mentiras nobles’ o ‘blancas’. Eso sí, Strauss pedía “una calidad en el mentir”.

 

También hay mucho que contar sobre los que ocurre fuera de nuestro país. El pasado sábado, nuestra compañera Elena de Sus pudo hablar con la activista Ángeles Cabria, que explicaba desde el pesquero Handala la lucha de la coalición internacional Flotilla de la Libertad para tratar de detener el genocidio de Israel sobre Gaza. 

 

El jueves publicamos un reportaje realmente bueno, escrito desde Calais, Francia, por Claudia Lodesani, responsable de migraciones de Médicos sin Fronteras. Más de diez millones de personas han sido desplazadas desde el inicio de la guerra en Sudán en abril del pasado 2023. ¿Han oído hablar de esto? Algunos logran llegar a Europa, pero su situación no mejora. En Calais, el 60% de los solicitantes de asilo que intentan sobrevivir en precarios campamentos son sudaneses, pero ni Francia ni el vecino Reino Unido los acogen.

 

La periodista argentina María Florencia Alcaraz escribió una pieza desmenuzando la situación de la IVE en América Latina y el Caribe. Pese a que se ha ampliado el acceso al aborto, todavía quedan once millones de mujeres que solo pueden interrumpir su embarazo para salvar la vida, y otros trece millones lo tienen prohibido bajo cualquier circunstancia. 

 

María González Reyes nos relató la historia de una de las 100.000 personas que engrosan la lista de desapariciones forzadas en México. La de Jhonatan Guadalupe Romero Gil, un recién licenciado cuya madre desoyó a la policía y sigue gritando el nombre de su hijo.



septiembre 11, 2024

Doñana no levanta cabeza: la peor invernada de su historia acaba con un 60% menos de pájaros, de Antonio Morente

 Antonio Morente   31 de julio de 2024 


“La situación es preocupante y sigue empeorando”, admite Eloy Revilla, director de la Estación Biológica de Doñana (EBD), organismo investigador adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Las lluvias de marzo fueron muy bienvenidas, pero las altas temperaturas hicieron desaparecer pronto el agua y pese al optimismo que generó desde entonces no ha vuelto a haber precipitaciones. Esto hace que de nuevo estemos ante “un año no húmedo”, que se encadena a la década seca que se viene arrastrando.

Poco optimismo con la reproducción

“La invernada ha sido mala y con la reproducción no se es optimista”, apostilla Revilla, que tiene claro el origen de esta situación. “El problema es que no hay agua”, lo que también se traduce en que de nuevo se afronta un agosto con el riesgo de que se sequen todas las lagunas incluida Santa Olalla, la en teoría última de carácter permanente pero que en los dos últimos años ha sido un secarral. “Hay posibilidades de que se sequen”, admite, una afirmación en la que la duda la introduce el hecho de que ha hecho calor “pero más en la media y más razonable”, lo que ha ralentizado la evaporación.

“Lo único que ha cambiado es la situación política y administrativa, ahora hay muchos planes y acciones en marcha”, incide el director de la Estación Biológica, que confirma una mala situación general que para las organizaciones ecologistas va mucho más allá. “Doñana vive el que probablemente es su peor momento de la historia”, apunta en esta línea Juanjo Carmona, de WWF, que resalta que “no hay un dato en el que se mejore algo” con respecto a hace un año: hay menos agua, el acuífero está peor, hay menos especies animales, problemas con la vegetación...

“Las soluciones se saben, pero se dilatan porque hay miedo por parte de las administraciones a decir que el acuífero no aguanta más”, lo que empeora ejercicio a ejercicio porque “se sigue extrayendo más de lo que entra”. Al margen de cercenar los pozos piratas habría que racionalizar también el regadío legal, prioridades en las que admite que se ha embarcado el Gobierno central a través de su marco de actuaciones con el 'pero' de que “las medidas tienen que ser más rápidas”.

Salinización, nitratos, pesticidas prohibidos...

“El problema es que todo va despacio”, coincidía también Miguel Delibes en una entrevista con este periódico, y esto conduce a lo que el representante de SEO-Birdlife en Doñana, Carlos Davila, define como “una situación crítica en el espacio protegido”. “Ha sido la peor invernada de la historia y la reproducción también está siendo muy mala”, con una “productividad muy baja” que a su juicio confirma que este paraje natural “se ha convertido en un lugar inhóspito para la avifauna”.

La misma valoración hace Juan Romero desde Ecologistas en Acción, que pone el acento en el “grave estado de la biodiversidad”, lo que propicia que “todas las especies que están en peligro van para abajo” con una marcada tendencia decreciente. De paso, alerta sobre la elevada mortalidad de pinos que se está produciendo en el litoral, para lo que se baraja la opción de la creciente salinización de un acuífero con problemas también de nitratos.

En esta línea, el último estudio conocido sobre el terreno ha permitido al CSIC detectar la presencia generalizada de pesticidas –hasta 17, algunos de ellos prohibidos desde 2009– en Doñana. Esto hace que “no sólo la cantidad de agua en el parque es preocupante” por la década larga seca que viene sufriendo, sino que también está empeorando la calidad de los recursos hídricos.

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