junio 28, 2025

El sedimento de hace 135.000 años de una laguna de Teruel que ayuda a combatir la desinformación climática

 Andrés Actis   Jaca (Huesca) —16 de mayo de 2025 

A simple vista, el sondeo sedimentario que la doctora en Biología Graciela Gil Romera exhibe en el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) de Jaca (Huesca) parece una tabla alargada de madera desgastada. “¿Y si os digo que aquí dentro está la reconstrucción detallada del clima y la vegetación de Teruel desde hace más de 130.000 años?”, sorprende la experta señalando los distintos colores de la muestra, tomada a 74 metros de profundidad en la localidad de Villarquemado, en el entorno de la laguna del Cañizar, el quinto humedal más extenso del interior del país.

La valiosa información que esconde este sondeo, obtenida combinando técnicas como el análisis de polen fósil, geoquímica y métodos de datación por radiocarbono y luminiscencia, es en 2025 un eficaz antídoto contra uno de los mayores bulos del negacionismo climático: la “variabilidad natural”, y no antropogénica, del acelerado cambio climático que la Tierra está experimentando.  

“Este registro de Teruel nos arroja un resultado categórico y concluyente: la velocidad del cambio que estamos experimentando no tiene precedente. Es falso que esto ha pasado toda la vida y que no hay que alarmarse. La velocidad de la transformación es inédita”, sentencia Gil Romera.

“Este registro de Teruel nos arroja un resultado categórico y concluyente: la velocidad del cambio que estamos experimentando no tiene precedente. Es falso que esto ha pasado toda la vida y que no hay que alarmarse. La velocidad de la transformación es inédita”, sentencia la doctora en Biología Graciela Gil Romera.

El sondeo, que está guardado junto a otros 1.000 en una cámara de este instituto a 4ºC de temperatura, es “como la página de un libro de historia”, explica la bióloga, un “archivo geológico” que permite conocer los cambios ecosistémicos en toda la era cuaternaria, desde hace 2,6 millones de años hasta la actualidad. En Jaca, uno de los 24 centros de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), se encuentra la mayor colección de estos registros de España. “Es como una biblioteca planetaria. En lugar de libros tenemos sedimentos”, grafica la científica.

La enorme colección conserva secciones procedentes de lagos de la Península Ibérica, Baleares y Canarias, así como de países como Andorra, Chile, Ecuador, Perú o Etiopía, sumando varios miles de metros de sedimentos. “Todas las muestras que tenemos catalogadas arrojan la misma información: las grandes transiciones ambientales –como el paso de un período glacial a uno interglaciar y a la inversa– ocurrieron durante milenios o cientos de años, lo que permitió cierta adaptación de los ecosistemas. Sin embargo, el cambio actual, impulsado por la actividad humana, se está produciendo a un ritmo mucho más rápido, en apenas unas décadas”, explica.

Los sedimentos que se acumulan en el fondo de lagunas y turberas poseen un “continuo temporal” que permite establecer una cronología de series muy largas –cientos de miles de años– de indicadores como la erosión, la colonización de la cubierta vegetal, la salinidad, las precipitaciones y el régimen de incendios, entre tantos otros. “Nos ayudan a entender el pasado. Pero también sirven para comparar los ritmos del cambio actual con los ocurridos de manera natural. Y, por qué no, para rebatir tanta desinformación. Se repite que no hay manera de saber lo que pasó con el clima de hace miles años. Nuestro trabajo revela que sí disponemos de esa información”, señala Gil Romera.

Granos de polen fosilizados

La investigación en Villarquemado fue liderada por Penélope González-Sampériz, otra investigadora del IPE-CSIC. El sondeo se obtuvo en 2005. Investigaciones previas de geólogos indicaban que en esa zona del lago, hace miles de años, se produjo un movimiento tectónico que hundió una parte del suelo, dejando un depósito “muy valioso” de sedimentos.

Con un camión de sondeo, un equipo dirigido por González perforó y extrajo la muestra –“un churro”, ilustra Gil Romera– que ha permitido reconstruir esta enorme línea histórica del clima de la región. Una técnica clave ha sido la identificación de granos de polen fosilizados, una de las herramientas de reconstrucción paleoambiental más completa para conocer cambios de vegetación en un área determinada.

El polen permite medir la evolución y dinámica de la vegetación. También registra impactos de cambios climáticos, perturbaciones (con origen natural o por intervenciones humanas), y la capacidad de recuperación y resiliencia de la flora. “Este sondeo nos reveló cómo los factores locales, la disponibilidad de agua, por ejemplo, han sido claves en la configuración de los ecosistemas a lo largo del tiempo. Durante las fases más frías y secas, especies como los enebros y sabinas han jugado un papel importante en mantener cierta estabilidad paisajística”, explica Gil Romera.

Una de las tantas certezas que ha arrojado el polen es que la actual desertificación en la cuenca mediterránea “es muchísimo más rápida que en otros momentos del calentamiento del pasado”. La velocidad en la que España pierde suelo fértil se explica, en parte, por su agricultura intensiva, que demanda un excesivo consumo de agua. “En otros períodos históricos, esta transformación del suelo fue más lenta, generando una mejor adaptación de los ecosistemas”, subraya la experta.

El hielo de Monte Perdido

Los sedimentos de los lagos no son los únicos registros que permiten reconstruir la historia climática de los ecosistemas. Los anillos de los árboles, el fondo marino y los sondeos en glaciares también aportan esta valiosa información. En un laboratorio de Bilbao, llamado Izotzalab (“izotz” significa hielo en euskera), hay almacenados 600 kilos de hielo que alcanzan temperaturas de hasta menos 80 grados, obtenidos en la Antártida, de los glaciares de Groenlandia, y en Monte Perdido, en los Pirineos, entre otras localizaciones.

Su director, Sergio Henrique Faria, doctor en Física por la Universidad Tecnológica de Darmstadt, Alemania, explica que “el hielo es el material más interesante” para analizar la evolución del clima a lo largo de la historia. Conserva “un registro perfecto de la composición atmosférica de cada momento”. “Lo que hacemos es taladrar el hielo y sacar ”testigos“, cilindros que van desde la superficie hasta la base rocosa. El hielo es el principal elemento para reconstruir la historia del clima del planeta”, afirma este científico.

El examen de estos trozos de hielo sirven, por ejemplo, para tener datos muy precisos sobre uno de los impactos del calentamiento global: el derretimiento de los polos y la subida del nivel del mar. “El hielo es un contribuyente clave a esta problemática. Para estimar cuánto va a subir el nivel del mar tenemos que saber cuánto se está perdiendo de hielo en los glaciares”, explica Faria. Lamentablemente, “el hielo nos está diciendo que el calentamiento global que estamos experimentando no tiene precedente en toda la historia climática, en un millón de años”. En este punto, el director de este laboratorio coincide con la bióloga del IPE: “No hay antecedente en la velocidad e intensidad de un calentamiento como el que estamos experimentando.

En todas las “burbujas de aire del hielo” analizadas por Farias y su grupo de trabajo obtuvieron “números cuantitativos” que permiten concluir “con total certidumbre” que el calentamiento global es producto de las emisiones antropogénicas. “Esta segunda conclusión, la injerencia humana en el cambio climático, nos obliga como humanidad a actuar ya y de forma conjunta. Tenemos que reaccionar. Tenemos un diagnóstico claro: mitigación y adaptación”, advierte.

El hielo de Monte Perdido, el macizo calcáreo más alto de Europa, situado dentro de la vertiente sur del Pirineo, entrega “datos muy alarmantes”. La estimación es que “desaparecerá por completo en dos décadas”, por más que “mañana mismo reduzcamos las emisiones”. “Hemos comprobado que este derretimiento ha sido por la actividad humana de los últimos 2000. La polución depositada en el hielo ha afectado a la tasa de derretimiento. Nuestras emisiones han enflaquecido mucho el glaciar. El deterioro es irreversible”, explica.

EL ARTÍCULO CONTINÚA DESPUÉS DEL SIGUIENTE MENSAJE

¿Crees en el periodismo ambiental?

Ahora, 6 meses de Ballena Blanca + elDiario.es por sólo 40 €. Recibe la última revista "Moda ultrarrápida" en tu casa.

Ver más sobre el Pack Ballena Blanca y elDiario.es

El impacto no será “solo en lo paisajístico, con montañas sin nieve”. La transformación será “ecosistémica”: se modificará la absorción solar, aumentará la erosión, cambiarán los ciclos de lluvias, la vegetación y en el hábitat de los animales.

El sedimento del lago de Teruel del IPE es de hace 130 mil años. El hielo recolectado en la Antártida que está guardado en Zotzalab llega a 800.000 años. Un desafío del laboratorio es hacerse en una próxima expedición con muestras de un millón de años, hito que ningún centro científico del mundo ha conseguido.

......................

junio 27, 2025

CTXT. Carta a la comunidad 405 I Emilio de la Peña: Elección infalible

 17/5/2025

Querida comunidad contextataria:

 

No sé si llego a tiempo, si aún quedan en el mundo mediático rescoldos de la elección del nuevo papa. El mundo en las redes y en los medios pasa a tal velocidad que casi no da tiempo a meditar y reaccionar sobre lo que ocurre.

 

      A mí, esto del Vaticano y demás me trae un poco sin cuidado. Me llama la atención el tufo esotérico del cónclave y por eso no deja de interesarme. Además, con tanta noticia recurrente, un acontecimiento de estos, lleno de plasticidad y colorido, que sólo se produce cada bastantes años, le ayuda a uno a relajarse. Todo en torno a la elección del pontífice se rodea de misterio. Se describen el carácter, los méritos y la ideología de los cardenales electores con un lenguaje un tanto críptico. Luego, todo el misterio parece reducirse la contienda electoral entre quienes están dispuestos a despojar a la Iglesia de algunos de sus atavismos (sólo algunos, porque si se la desnuda de todos ellos, le ocurriría eso que dice Cervantes en el último verso de un poema: “Miró de soslayo, fuese y no hubo nada”). Y, de otra parte, los que defienden la tradición y el conservadurismo en sintonía con la carcunda política, ahora tan envalentonada. Esos a los que los irritaba la “misión pastoral” del papa Francisco.

 

      Al final todo indica que el elegido ha sido un tapado de Francisco. Es la mejor de las noticias de esta tenida cardenalicia: alguna vez está bien que no gane un Trump de turno.

 

      De momento nada se sabe si el nuevo pontífice está dispuesto a acabar con el celibato, autorizar la ordenación sacerdotal de las mujeres o permitir que gais, lesbianas y trans reciban la gracia de dios.

 

      En algún sitio he leído que el último papa se ocupó de aspectos sociales, pero que descuidó el dogma. Como no todo van a ser zarandajas como la defensa de los emigrantes o la lucha por evitar que Netanyahu prosiga con el genocidio de los palestinos, yo expongo aquí un asunto relativo al dogma.

 

      Hace ya 12 años, con ocasión de la abdicación de Ratzinger, escribí algo sobre un dogma fundamental de la Iglesia. Ahora lo traigo a colación ya que dicen que de creencias se habla poco. Muy resumido el texto decía más o menos esto:

 

      “Como los anteriores, el nuevo papa estará investido del primer atributo papal: la infalibilidad. Es un dogma de tiempos remotos, pero que fue definido con claridad en el Concilio Vaticano I y plasmado en la Constitución Dogmática Pastor Aeternus el 18 de julio de 1870. Viene a decir lo siguiente: ‘...el Romano Pontífice, cuando habla ex cátedra, esto es, cuando ejerce su cargo de pastor y doctor de todos los cristianos, posee aquella infalibilidad de la que el divino redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de Fe y Costumbres’”.

 

      Imaginemos que, una vez que asume la dignidad pontificia, al papa, a este o a otro cualquiera, es un suponer, le acomete una crisis de fe. No sería el único en vivir esta experiencia. Millones de personas fueron educadas en la fe y la han abandonado, algunas por llegar a la convicción de la inexistencia de dios. Su papel de maestro espiritual no le podría dejar indiferente. Si la creencia profunda en el creador de todas las cosas le obliga a transmitir el mensaje de su fe. La convicción igual de profunda en la inexistencia de dios podría llevarle también a dar testimonio de esa buena, o mala, nueva. Por ello, no podría extrañar que ejerciendo su cargo de pastor y doctor de todos los cristianos proclamara, ex catedra, que dios no existe.

 

      Esto lo han hecho otras personas, a algunas les costó morir en la hoguera, pero ninguna estaba investida del dogma de la infalibilidad. En este caso, con su atributo incuestionable de infalibilidad recibido desde su fe en dios, el papa podría proclamar, como infalible, la no existencia de dios.

 

      Mejor harían desde luego en abrazar la fe en el ser humano, aunque en ocasiones pueda ser muy difícil.

 

      Yo por el momento me apunto a CTXT que si no infalible, sí contribuye a situarnos y a entender el mundo que habitamos, y a hacerlo siempre siempre con sentido crítico. 

Emilio de la Peña

......................

junio 26, 2025

El increíble viaje de las golondrinas: cómo encuentran el camino de vuelta

 POR    26 DE ABRIL DE 2025

 

 
3.500 kilómetros en un mes, a razón de 120 kilómetros al día. Ese fue el viaje que llevaron a cabo dos golondrinas desde su nido en el aparcamiento subterráneo del campus universitario de la Universidad Autónoma de Madrid hasta sus zonas de invernada en países de África occidental como Burkina Faso, Costa de Marfil, Ghana o Mali.

Pero ¿cómo una golondrina que recorre esa distancia cuando llega el invierno es capaz de encontrar el camino de vuelta a su nido primaveral? A continuación, os mostramos las conclusiones (y las dudas) de varios estudios científicos en relación con la migración de las golondrinas y otras aves.

¿Por qué migran las golondrinas?

Definida la migración como “el acto de pasar de una unidad espacial a otra”, una gran cantidad de especies de aves realizan estos desplazamientos estacionales entre áreas de cría e invernada de forma regular cada año: algunas de ellas llegan a recorrer hasta 15.000 kilómetros entre un área y otra, como es el caso del busardo de estepa. Las golondrinas no llegan a estas cifras de récord, pero, como vimos, también vuelan varios miles de kilómetros.

Como se trata del ave con mayor área de distribución del mundo, presente en cinco continentes, ha sido muy estudiada por los científicos, utilizando modernas tecnologías de geolocalización lo que permite crear mapas de rutas migratorias.

Estos mapas, junto a los sistemas de geolocalización, permiten, a su vez, estudios pormenorizados como el que analiza el patrón migratorio de la golondrina en Asia, donde recorrieron más de 5.000 kilómetros en su viaje de ida y vuelta. A pesar de que la distancia fue similar en ambos recorridos, las golondrinas viajaron más rápido en primavera (de vuelta a su lugar de reproducción) que en otoño rumbo a la invernada.

Y la principal razón por la que las golondrinas realizan estos largos, costosos (y arriesgados) viajes es para asegurarse el alimento. La golondrina es un ave insectívora que se alimenta casi exclusivamente de insectos voladores como mariposas, polillas, hormigas, abejas, avispas o moscas. Teniendo en cuenta que muchos de ellos “desaparecen” también en invierno para protegerse del frío, la golondrina se ve obligada a buscar insectos disponibles en otras latitudes más cálidas: por eso viajan hacia el sur desde otoño.

De hecho, como explica este fantástico artículo de Scientific American las aves migratorias tienen una suerte de reloj interno con un ritmo anual que les indica cuándo deben migrar. Si bien es sencillo (y hasta obvio) explicar las razones por las que un ave migra (que no es muy diferente a la del desplazamiento estacional de cualquier otro animal o incluso del ser humano lo largo de su historia) sí resulta mucho más desafiante para los científicos explicar sus mecanismos fisiológicos y genéticos de migración. Es decir, sabemos por qué las golondrinas migran, pero ¿cómo migran?

Tres ‘brújulas’ para guiarse y un mapa mental con una precisión de centímetros

“Las aves heredan de sus padres las direcciones en las que deben volar en otoño y primavera”, nos dicen desde Scientific American, porque “cada progenitor tiene direcciones genéticamente codificadas diferentes”. Pero, entonces, la pregunta es: ¿cómo saben las aves diferenciar el sur del norte?, ¿cómo se guían en sus migraciones definidas genéticamente?

Los científicos consideran que las aves, como el caso de las golondrinas, tienen a su disposición (al menos) tres brújulas diferentes: la que les permite obtener información del sol, la que sigue los patrones de las estrellas en el cielo, y la que se basa en el campo magnético, siendo esta última la que despierta más fascinación (y dudas) entre la comunidad científica.

Pero, ojo, este sofisticado sistema de orientación está lejos de garantizar el éxito en cada viaje, especialmente los primeros: “Durante la primera migración, el ave construye un mapa mental que, en viajes posteriores, le permitirá navegar con una precisión de centímetros a lo largo de miles de kilómetros”, de forma que algunas aves se reproducen en el mismo nido y duermen en la misma percha en su área de invernada año tras año… volviendo de nuevo a su nido inicial cada primavera. En este sentido, “alrededor del 50 % de los pájaros cantores adultos regresan a su lugar de anidación para reproducirse cada año”.

Por ello la primera migración es tan importante… y tan arriesgada: “Esta es una de las razones por las que solo el 30 % de los pájaros cantores pequeños sobreviven a sus primeras migraciones a sus zonas de invernada y de regreso”.

Para afrontar este desafío vital, las golondrinas cuentan con el apoyo de sus sentidos, como vimos en el caso de las palomas, principalmente de la vista, el olfato y la magnetorrepción. En este sentido, “los científicos conocen a fondo los mecanismos biofísicos detallados de los sentidos de la vista y el olfato de las aves”. Pero el funcionamiento de su brújula magnética es otra historia: decenas de estudios han tratado de desvelar el misterio.

Se sabe que, por ejemplo, un pájaro puede detectar el campo magnético y el ángulo que forma con la superficie de la Tierra, la llamada brújula de inclinación, y que su brújula magnética depende de la luz (aunque sea de la “tenue luz de las estrellas”), por lo que también está vinculada a la vista.

Fue en 1978 cuando se propuso por primera vez que la brújula también dependía de transformaciones químicas magnéticamente sensibles, una teoría que ha sido ampliada hace dos décadas: “De experimentos como estos se desprende claramente que los sensores de la brújula magnética se encuentran en las retinas de las aves”.

Profundizando más en esta teoría, los científicos han especulado con que deben existir “moléculas sensoriales (magnetorreceptores) en la retina donde se pueden crear pares de radicales magnéticamente sensibles utilizando las longitudes de onda que las aves necesitan para el funcionamiento de su brújula”. Un experimento en esta línea trató de averiguar si estas moléculas pueden ayudar a las aves migratorias a guiarse.

De cualquier forma, esta clase de investigaciones no solo tienen un objetivo teórico, sino práctico, ya que pueden ayudar a proteger a las aves, especialmente a las más vulnerables, puesto que “reubicar a los individuos migratorios lejos de hábitats dañados rara vez tiene éxito, ya que las aves tienden a regresar instintivamente a esos lugares inhabitables”: por lo tanto, entendiendo su mecanismo migratorio tal vez “los conservacionistas tengan más posibilidades de convencer a los migrantes de que un lugar más seguro es realmente su nuevo hogar”.

......................

junio 25, 2025

Para el agrónomo Marcelo Warnes, el principal problema de la agricultura actual es la compactación de los suelos, pero está convencido de que puede resolverse con mayor “carga biológica”

 Liudmila Pavot    16 marzo, 2025



Cuando se le pregunta al agrónomo Marcelo Warnes cómo se define, con total espontaneidad responde que se identifica como “el loco Warnes”. Así lo comenzaron a llamar en su entorno hace unos 20 años atrás, cuando se adentró en el mundo de los bioinsumos y empezó a referirse al suelo como un elemento vivo. En aquella época y hasta el día de hoy, para el biólogo lo más preocupante es la compactación de ese recurso. Por eso para mitigarlo formula distintos productos de bajo impacto ambiental.

Pero la inclinación de Warnes hacia los biológicos no es por una tendencia o moda, sino que es su manera de hacerle frente a las consecuencia que dejó para la producción la llamada Revolución Verde, y la exigencia de producir más alimentos sin medir los costos ambientales, con agroquímicos y maquinaria cada vez más pesada.

“En los años 70 comenzó un cambio de paradigma que pasaba por un mayor uso de insumos de síntesis química. Estos solucionaron un montón de situaciones y manejos. Después apareció la siembra directa y un conjunto de herramientas, como el toque genético en los cultivos. Entonces se generó todo un paquete tecnológico para generar una mayor producción. Hoy en día, por este paradigma tenemos una serie de conflictos que son muy reconocidos. Por ejemplo, los niveles de contaminación, los suelos con toxicidad química. También las semillas que van con resistencia a malezas. Todo esto generó las condiciones para que hoy se esté buscando cómo cambiar ese paradigma”, explicó Warnes a Bichos de Campo.

Sin embargo, para el fundador de TecnoSustrato -una empresa instalada en Rafaela, especializada en la elaboración de bioinsumos con una alta concentración de carbono- que el productor, particularmente de cultivos extensivos, no esté todavía del todo convencido para adoptar los bioinsumos no es una problemática. Al contrario, cree que solo hay que darle tiempo porque entiende que todo cambio genera resistencia.

Mirá la entrevista competa a Marcelo Warnes:

“En el arranque, cuando empezó la Revolución Verde, hubo mucha gente a la que le costó engancharse dentro de ese paradigma, y seguían con el arado y sus manejos tradicionales. Esto es lo mismo. Ya está planteado el nuevo paradigma”, enfatizó Marcelo.                                                                                                                             En este sentido, el agrónomo prefiere mirar el lado positivo y se refiere al crecimiento que ha tenido la muestra de productos biológicos donde lo entrevistamos, que se realiza cada año en una locación diferente y este año tuvo lugar en la localidad de Victoria, provincia de Entre Ríos.                                                                                            “Cuando empezó la EnBio eran tres o cuatro nomás, ahora fíjate la cantidad de gente que llega, la cantidad de gente que pregunta. Aparte en los medios escuchás también el tema de insumos biológicos”, dijo entusiasmado Warnes, al tiempo que celebra que muchas empresas, históricamente ligadas a los productos químicos, están migrando hacia estos insumos de síntesis biológica”.                                                           Aún con su tono triunfalista y un optimismo que contagia, Marcelo no intenta tapar el sol con un dedo y asegura que “hay mucho verso también de lo biológico”, algo que puede hacer que los productores duden a la hora de adoptarlos.
“Hay grandes empresas que de repente dicen que son biológicos y tienen un microorganismo o tienen un insumo de este tipo, que puede ser para teñir las semillas, como esos colorantes que existen para pintar tortas verdes. Con esos casos, la adaptación de este nuevo paradigma va a llevar su tiempo”, expresó.                                                                  Convencido de que está más que demostrado que la compactación de los suelos es un problema y una amenaza la alimentación mundial a mediano plazo, Marcelo se esperanza con las señales que están dando varias instituciones para mejorar la calidad del suelo. Ahora con elementos concretos sobre el futuro de la producción con manejo de biológicos, dice que é y otros pioneros dejaron de ser “unos hippies que servía nada más que para la huerta”.                                                                                               “Para el 2030 se necesita un 40% más de superficie agrícola para darle de comer al mundo. Pero en teoría no existe. Y el principal problema es la compactación. Entonces, lo que está sucediendo es que un montón de instituciones que hace un tiempo atrás decían tenés que tener únicamente el barbecho sobre el suelo, que eso aportaba materia orgánica, temperatura, humedad, ahora te dicen que tenés que tener todo cubierto los 365 días del año”, explicó.                                                                    “Entonces el mensaje tiene que ser más claro porque el problema que tenemos es la compactación. Pero no hay que entrar y romper todo, no. Hay que meter carbono, tenés que meter microorganismos que son los que hacen todo. A partir de ahí empezás a construir una nueva realidad, porque hay intercambio gaseoso, infiltración…”agregó.

¿Decís que es por ahí que hay que encaminar el debate sobre la adopción de biológicos? 

-El debate a futuro, a corto y mediano plazo, es la carga biológica. Acordáte de ese término.

......................