septiembre 18, 2024

La crisis de la vivienda: la capital belga requisa inmuebles vacíos para alquiler social, de Irene Castro

 Irene Castro    Corresponsal en Bruselas  

septiembre 17, 2024

CTXT. Emergencia ecológica. El ritmo de subida del nivel del mar se ha duplicado en España en el último lustro

 ctxt 30/07/2024

Si no se pone remedio a la crisis climática, en 2090 Barcelona puede haber perdido 70 metros de costa

Playa de la Barceloneta, en la ciudad de Barcelona. / Paul Stephenson

El informe advierte sobre el insoslayable aumento del ritmo de subida del nivel del mar, que se ha duplicado en los últimos cinco años. Si bien desde 1948 hasta 2019 el agua iba ganando terreno a razón de 1,6 milímetros por año, en el último lustro la cifra se sitúa en 2,8 milímetros por año.

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En plena ola de calor asfixiante, Greenpeace publica su informe ‘Crisis a toda costa 2024’, en el que analiza la grave situación en la que se encuentra el litoral español por las consecuencias de la emergencia climática.

La utilización constante de la fórmula “ola de calor” puede hacer que su significado pierda fuerza o se normalice, pero los datos demuestran que si se acude a esta expresión una y otra vez es porque verdaderamente las temperaturas no dejan de subir. De hecho, en el periodo que va desde mayo de 2023 a abril de 2024 se registró la temperatura media anual más alta desde que se tienen cifras, con un incremento de 0,73ºC con respecto al promedio calculado entre 1991 y 2020.

En un lugar como España, en el que casi el 40% de la población vive en zonas costeras (según el censo de 2020) y con 8.000 kilómetros de litoral, el impacto de la crisis ecológica en el mar toma una relevancia enorme. Por eso es tan preocupante que la temperatura media de las aguas del Mediterráneo en 2023 haya supuesto una subida de 1,36ºC.

El informe advierte sobre el insoslayable aumento del ritmo de subida del nivel del mar, que se ha duplicado en los últimos cinco años. Si bien desde 1948 hasta 2019 el agua iba ganando terreno a razón de 1,6 milímetros por año, en el último lustro la cifra se sitúa en 2,8 milímetros por año. De no ponerle remedio, este fenómeno será devastador para la costa española. De hecho, es posible hacerse una idea más concreta acudiendo a la llamada regla de Bruun, que calcula el retroceso de las playas en un metro perdido de litoral por cada centímetro de subida del nivel del mar. Así, y echando mano de las previsiones de la NASA, Barcelona habrá perdido 70 metros de playa para 2090, Las Palmas y Santa Cruz, 48 metros, y Cádiz 45 metros, por poner solo algunos ejemplos.

En cuanto a lo que todo esto acarrea en términos de hábitat marino, la investigación identifica tres grandes vectores problemáticos, categorizados de forma rotunda como “el trío letal”. El primero tiene relación directa con el incremento de la temperatura del agua marina, que ocasiona la pérdida del oxígeno que se encuentra disuelto en ella. Por otro lado, el vertido de fertilizantes y residuos genera una contaminación que “provoca un crecimiento excesivo de plantas que consumen más oxígeno”, lo que puede desencadenar en un colapso ecológico como el que afecta al mar Menor. El tercer elemento deriva de los dos anteriores, ya que las aguas con poco oxígeno se acidifican y se convierten en lugares más difíciles de habitar para seres vivos como corales o moluscos.

“El cambio climático ha multiplicado por cinco la probabilidad de que ocurran olas de calor” y, con ellas, también ha aumentado notablemente la presencia de fenómenos meteorológicos extremos. El documento de Greenpeace detalla las consecuencias de algunos de los más graves ocurridos en 2023 para que no haya lugar a dudas: no se trata de simples tormentas un poco más intensas. La borrasca Bernard mató a dos personas en Andalucía y la tormenta Ciarán agravó un incendio en la Comunidad Valenciana, provocando el desalojo de 950 personas.

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Odio Por J. R. Mora




septiembre 16, 2024

Un pueblo de Mallorca frena la presión humana en una cala con una barrera de piedras: “Esto era un nido de caravanas”, de Carla Rivero - Francisco Ubilla

 Carla Rivero / Francisco Ubilla   Mallorca — 

CalaCala de S'Algar, en Portocolom (Mallorca), protegida por un cinturón de piedras Francisco Ubilla


Una línea de grandes piedras bloquea el acceso de vehículos hacia la cala s’Algar, en el núcleo mallorquín de Portocolom, con el objetivo de mantener cuidado y limpio un entorno en el que las aguas cristalinas muestran el fondo marino desde la costa rocosa en la que los bañistas y pescadores se colocan para disfrutar del Mediterráneo. La medida, impulsada por el Ajuntament de Felanitx, es una reivindicación que han mantenido los grupos ecologistas y ciudadanos, que han observado a lo largo de estos últimos años cómo los quads, los jeeps o los todoterrenos iban degradando el litoral. “Esto era un nido de caravanas”, asevera Antonia Vicenç, que no puede estar más satisfecha de que se hayan colocado estas piedras en el camino para que, por una vez, más que estorbar, permitan mejorar.

La medida se puso en marcha hace una semana, después de que el Consistorio aprobara en el pleno municipal la ordenanza municipal que regulariza la circulación y estacionamiento de vehículos a motor en los caminos públicos sin asfaltar y en los espacios protegidos, lo cual afecta a esta zona virgen (ANEI). Con ello, se pretende parar el acceso de excursiones en boogies, al igual que el apelotonamiento de autocaravanas y furgonetas adaptadas que incluso pernoctaban en las inmediaciones, permitiendo solo la entrada de bicicletas, motos y, si fuera necesario, a vehículos de emergencia.

Una cuestión ante la que Vicenç da su apoyo sin dudarlo ni un segundo, sobre todo porque entiende que el Ajuntament ha escuchado una protesta que venía de hace “muchos años”. Vive cerca del Faro de Portocolom y, oriunda del lugar, ha paseado a lo largo de su vida por la ruta vía terrestre que llega a la cala de media luna, así que ha contemplado la manera en la que el paisaje ha cambiado paulatinamente. Con respecto a los visitantes, indica que “el problema es que no llevan servicio, como las caravanas grandes, sino que dejan todo hecho una mierda”, dice, harta, puesto que, si bien en las áreas destinadas a autocaravanas se disponen de servicios especiales para el vaciado de aguas grises y negras, o de suministro eléctrico, en s’Algar, justamente, no hay nada de eso. “Aquí no hay nada”, explica, a la vez que critica los desperdicios que se ha encontrado a su paso.

Cien vehículos estacionados

La carretera que lleva hasta la cala recóndita es de apenas unos 300 metros desde el núcleo urbano de Portocolom, a donde se puede acceder caminando, como hace Cati Fariñas en su ruta deportiva de cada día. Dice que ha llegado a contar hasta cien vehículos en los alrededores, desperdigados por donde hubiera un hueco, subidos a las colinas o aparcados sobre la maleza y, si tira de memoria, estima que la acumulación de personas ha sido sobre todo en el último lustro, cuando “se puso muy de moda”. Aún entendiendo el interés de los turistas, ve incomprensible que se encuentre papel de váter, rastrojos y plásticos por doquier, ya que, “por uno que se lleve su basura, diez se la dejan”. “Ahora es un lujo”, indica entusiasmada, “no te tiran arena ni te tienes que recoger a un lado porque haya coches”, declara, motivo por el que espera que se mantenga esta protección.

La cala de s’Algar, perteneciente a la finca pública de Es Tancat de Sa Torre, está registrada como área natural de especial interés y de alto nivel de protección, cuyos límites colindan con la Red Natura 2000. En su perímetro, alberga puntos destacados como el Calonet del Rei, la Cova de Ses Paisses, la Cova Foradada y el Racó des Tenassar. En definitiva, una extensión de, aproximadamente, unas 56 hectáreas que en el año 2002 fue adquirida por el Ministerio de Medio Ambiente y representa valores paisajísticos, ecológicos y etnológicos, siendo el nicho natural de especies tales como la pardela balear o el cormorán moñudo.

La barrera de piedras parece ser la medida definitiva, aunque no ha sido la primera que se ha llevado a cabo para impedir el paso de vehículos por la zona. Ya en septiembre de 2022, la plataforma Salven Portocolom colocaba una cadena a la entrada del camino de tierra en una acción reivindicativa para que se actuara contra la degradación del entorno, un gesto más entre tantos otros que a lo largo de más de dos décadas han intentado salvaguardar de la contaminación el espacio natural. Es más, a unos metros de la entrada del camino donde ahora se encuentran los elementos rocosos, hay una banda de plástico y otra serie de piedras colocadas que, en vistas de su destrozo, tuvo menor éxito de contención.

Pero no solo los locales parecen están a favor, sino también los foráneos, como la pareja formada por Sophie Giovannini y Christopher Chapron. Procedentes de Francia, visitan por segunda vez Mallorca en un intento desesperado por escapar de la algarabía de los Juegos Olímpicos celebrados este verano en el país, y están de acuerdo con que es una “buena idea” la colocación de los obstáculos físicos. Además, dieron con el paraje gracias a una búsqueda por internet y, provistos de víveres, harán un picnic entre los recovecos de las rocas para disfrutar de la noche, así que entienden que debe haber “respeto” entre todos los viandantes que se crucen por el camino.

El crecimiento de Portocolom

En el año 2014, Felanitx contaba con 17.291 personas registradas en el censo municipal, cifra que ha alcanzado las 18.592 en el año 2023, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. En concreto, en los últimos tres años se han sumado alrededor de unas 500 personas en el cuarto municipio más grande de la isla, donde el precio del metro cuadrado se situó en julio en unos 1.633 euros, lo que supone un incremento del 1,7% en comparación con el mismo mes de junio.

Lucía Marcos, Marga Rubios e Ismael Muños son parte de esa población residente que ve la transformación de la isla, donde se ha ido desvelando lugares de ensueño, como s’Algar, que, antaño, contaba con menos presión humana al estar “un poco más escondida”. Un remanso de “tranquilidad”, palabra que utilizan como sinónimo para elegirla cada vez que vuelven. Por ello, con las gafas y el tubo de buceo, las toallas echadas a los hombros y el rastro del sol en la cara, también se alegran por la regularización del acceso, sobre todo porque advierten de “lo sucio que estaba todo”.

Estos jóvenes veinteañeros han vuelto a casa para disfrutar del descanso estival antes de volver a la Universidad de Granada en septiembre y seguir con sus estudios, pero dudan sobre su proyección vital en el Archipiélago. “En invierno me gusta más el ambiente de la península”, dice Lucía acerca de lo que supone el fin de la temporada turística para el ocio o, incluso, para la falta de opciones laborales, como es el caso de su amiga, que al ser ingeniera reconoce que “deberá irse” en busca de grandes proyectos fuera de las Islas, ya que, opina, “aquí el sector no está desarrollado como tal”. Por su parte, Ismael se muestra dubitativo sobre las opciones a barajar, pues apunta que los precios de la vivienda son “un gran obstáculo para quedarse”.

Acerca de la posibilidad de vivir en Portocolom, Antonia Vicenç reflexiona teniendo en cuenta una coyuntura habitacional de la que reconoce que, por suerte, ha escapado gracias a su edad y recursos económicos. “Se quejan de que estamos en primera línea de mar, pero estamos aquí porque, en su momento, heredamos de nuestros padres o abuelos. Si no, esto se lo llevan los alemanes”, comenta en referencia a las autocaravanas que exigen disfrutar de unas vistas privilegiadas en un perímetro que alcanza en la actualidad hasta las seis cifras de venta en portales como Idealista. “Los que estamos viviendo en estas casas ahora no podríamos comprar estos solares”, lamenta, mientras asegura que, por ahora, se resistirá a las ofertas que le llegan, aunque desconoce qué decidirá su descendencia en el futuro.

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septiembre 15, 2024

Paseo semanal por CTXT, por Diego Delgado: Sainetes y retornos

 9/8/2024


Sainetes y retornos

Querida comunidad contextataria:

 

El jueves vivimos una de las jornadas políticas más surrealistas de los últimos tiempos. La investidura de Illa sirvió a Puigdemont para idear un show-retorno-huida que nos permitió asistir “en una sola mañana a una Marcha sobre Roma, un Fantasma de la Ópera y un Houdini”. Tuvimos a nuestro San Guillem Martínez allí, viviéndolo en primera persona y mandándonos el minuto a minuto, que ha quedado recogido en este artículo.

 

Durante la semana, el propio Martínez nos fue preparando para lo que se nos venía encima con ‘El Retonno, su género’ ‘El Retonno, últimas tendencias’, de lectura imprescindible para entender tanto el acuerdo que ha permitido a Illa ser president como los objetivos de la performance de Puigdemont, que “plantea el conflicto, no con el Estado, sino con su propia sociedad”.

 


Entre la política y el espectáculo, el de Junts ha elegido lo segundo, decisión que, en palabras de Joaquín Urías, “corre el riesgo de restar apoyos a su causa y reforzar el relato de las derechas españolas que lo presenta como un prófugo delincuente”. Por su parte, Antón Losada opina que el farol fallido del independentismo dibuja un nuevo panorama político: “De la tensión permanente como estrategia, pasamos a la cooperación institucional como herramienta principal en las relaciones entre el Gobierno central y el Govern”.

 

A raíz de esta interesantísima entrevista de Adriana T. a Belén González Callado, comisionada para la Salud Mental del Ministerio de Sanidad, ha surgido un acalorado debate acerca de si todos y todas deberíamos ir al psicólogo de forma sistemática. La psiquiatra y diputada de Más Madrid, Marta Carmona, explica en esta columna que, si bien la terapia debería ser un derecho al alcance de cualquiera que lo necesite, es importante prestar atención a las causas estructurales que nos generan malestar.

 

En el plano internacional, Kamala Harris ya ha oficializado la elección de su candidato a vicepresidente. Se trata de Tim Walz, un tipo normal que ha hecho de esa normalidad uno de sus principales activos, según explica Sebastiaan Faber. Acusado de extremista de izquierda por aprobar leyes de protección de los derechos reproductivos y del colectivo LGTBIQ, cuenta con sombras difíciles de ignorar: “Su peor mancha fue la de movilizar a la Guardia Nacional para controlar la protesta y la ira social desencadenada tras el asesinato de George Floyd”. Lo cuenta Diego E. Barros.

 

Bangladesh ha vivido en las últimas semanas un terremoto político que ha terminado con la ex primera ministra, Sheik Hasina, huyendo en helicóptero tras su dimisión. Las revueltas ciudadanas, que apuntan hacia los gravísimos problemas relacionados con el empleo, recibieron como respuesta una represión sangrienta que suma ya más de 400 muertes. Los detalles, en esta pieza de Santiago Montag.