El pinzón azul de Gran Canaria, endémico de esta isla, es una de las aves más amenazadas de España. Los conservacionistas advierten de que su situación es extraordinariamente crítica.

Por otro lado, otros análisis de seguimiento sobre la densidad reproductiva de estas pequeñas aves demuestran que su número ha aumentado hasta a el 25% anual.
SOLO HABITA EN PINARES CANARIOS
Esta pequeña ave no vive en cualquier lugar, sino que su presencia se limita a los pinares de la isla de Gran Canaria, lo que la convierte en una auténtica rara avis. El macho es inconfundible: su plumaje azul intenso brilla con el sol y lo distingue entre el verde de las copas de los pinos. Las hembras, aunque más discretas, guardan también un encanto especial con sus tonos pardos y azulados. Generalmente, son aves pequeñas, cuya longitud no supera los 16 centímetros, pero su mera presencia entre los frondosos bosques canarios es capaz de llenar de emoción a quien tenga la suerte de toparse con alguno de estos ejemplares.
UN NICHO ECOLÓGICO MUY REDUCIDO
Lo que capta el interés de esta especie singular es que no vive en ningún otro lugar del planeta. Su hábitat está reducido a un nicho ecológico muy reducido: viven únicamente en pinares isleños muy característicos, algunos de ellos formados por especies autóctonas, situados a grandes altitudes. Su pariente más cercano, el pinzón azul de Tenerife (Fringilla teydea) habita en bosques más heterogéneos de la isla vecina; nuestro protagonista solo vive en unos cuantos pinares del sur y oeste de Gran Canaria, como Inagua, Ojeda, Pajonales y Tamadaba.
DEPENDE DE LOS PINARES PARA SOBREVIVIR
Uno de los principales retos de estos a los que se enfrenta esta pequeña ave es la temporada de cría. Construyen sus nidos en las ramas altas de los pinos, para lo que se valen de fibras vegetales, musgos y líquenes. Su alta especialización hace que no tengan demasiados lugares en los que anidar, con lo que tienen que ser extraordinariamente cuidadosos a la hora de elegir el lugar indicado. Ponen entre dos y tres huevos que incuban con esmero ambos progenitores, para protegerlos de los depredadores, como los gatos silvestres o ratones u otros roedores.
Uno de los principales retos de estos a los que se enfrenta esta pequeña ave es la temporada de cría. Construyen sus nidos en las ramas altas de los pinos, para lo que se valen de fibras vegetales, musgos y líquenes. Su alta especialización hace que no tengan demasiados lugares en los que anidar, con lo que tienen que ser extraordinariamente cuidadosos a la hora de elegir el lugar indicado. Ponen entre dos y tres huevos que incuban con esmero ambos progenitores, para protegerlos de los depredadores, como los gatos silvestres o ratones u otros roedores.
UN NICHO ECOLÓGICO DEMASIADO REDUCIDO
La alta especialización de estas aves podría convertirse en una tumba, y es que la vida del pinzón azul de Gran Canaria no es fácil. La especie, catalogada en peligro crítico de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, se enfrenta a un futuro incierto. Para muestra, su exigua población.
Según datos de la Lista Roja Europea de Aves 2021, sus poblaciones rondaban por aquel entonces los 415 ejemplares, aunque estos datos podrían haber mejorado en los últimos años como consecuencia de programas de reintroducción.
Por ejemplo, según informan desde la ONG SEO/Birdlife, en las últimas décadas se han llevado a cabo programas de repoblamiento en la zona de La Cumbre a partir de individuos nacidos en cautividad y ejemplares salvajes capturados en Inagua.
MOTIVOS PARA LA ESPERANZA
Un estudio de seguimiento de sus poblaciones liderado por Luis M. Carrascal, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) confirmó que los repoblamientos en esta región dieron sus frutos: de las dos parejas reproductoras que había en 2010 se pasaron a 29 en 2019.
Por otro lado, otros análisis de seguimiento sobre la densidad reproductiva de estas pequeñas aves demuestran que su número ha aumentado hasta el 25% anual.
Aun así, los pinzones azules siguen enfrentándose a innumerables peligros: a la fragmentación de los bosques hasta los incendios forestales, pasando por las especies invasoras. A esto hay que sumar la poca diversidad genética, consecuencia del bajo número de parejas reproductoras, lo que hace que su prosperidad y recuperación sea algo todavía más complejo.
Hoy diversos proyectos trabajan para restaurar los pinares, controlar a los depredadores, seguir de cerca la población y sensibilizar a la ciudadanía sobre la importancia de cuidar a este pequeño pájaro. Por suerte, hoy en día, gracias a la colaboración entre expertos, organizaciones conservacionistas y la población local, estas fantásticas aves siguen componiendo con su trino las melodías de los pinares endémicos de Gran Canaria.
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