octubre 18, 2024

PSICÓPATAS DE QUINCE AÑOS, de Rafael Narbona

 Mateo Santamarta Paniagua  16/9/2024

PSICÓPATAS DE QUINCE AÑOS


Una chica de 15 años y un joven de 16 han agredido brutalmente a un vecino de Ferrol por quejarse del ruido que hacían en la calle a las cinco de la madrugada. Algunos medios se refieren a los agresores como niños, pero no son niños. Digan lo que digan los tratados internacionales, la niñez se acaba a los 12 años. Después, comienza la adolescencia, un período donde ya existe un discernimiento claro de lo que está bien y lo que está mal. Todos los que hemos pasado muchos años como profesores en las aulas de secundaria sabemos que a los 15 años muchos, muchos adolescentes ya están familiarizados con el alcohol, las drogas, el sexo y la violencia. Muchos padres prefieren vivir en el limbo e ignorarlo, pero eso no ayuda a sus hijos. Mi generación se educó a base de capones, bofetadas y golpes de regla en la punta de los dedos. Sería monstruoso volver a esa pedagogía negra, pero no es menos perjudicial sobreproteger histéricamente a los hijos, impidiéndoles madurar.
La sobreprotección solo alimenta la inmadurez, el egoísmo, la inutilidad y, en ocasiones, la violencia. El problema es que muchos padres de 40 o 50 años se han estancado en una inmadurez crónica. Padres que fuma porros con sus hijos o que cambian de pareja cada poco tiempo después de separarse. Padres que no les exigen nada a sus hijos y que les dan la razón incluso cuando deberían recriminarles ciertas conductas. Padres que se enfrentan a los profesores por las notas o por sanciones justificadas. Cada vez hay más casos de profesores agredidos por esos niños y niñas de 15 años que a veces ya han superado el 1’80. Y lo que es más grave, hijos que maltratan a sus padres. De palabra y físicamente. Es un problema que ya afecta al 12% de las familias. Casi 5.000 casos al año. En los últimos diez años, las denuncias de padres contra sus hijos por agresiones se han incrementado un 400%.
Los agresores del vecino de Ferrol no son niños, sino adolescentes perfectamente responsables de sus actos. La víctima teme que el juez los deje en libertad e intenten vengarse. De hecho, conocen su domicilio. Al parecer, hay más adolescentes implicados. El incidente se produjo cuando un grupo de chicos y chicas salía de los locales de ocio de la zona y comenzaron a lanzar gritos y destrozar el mobiliario urbano. Un vecino les pidió un poco de civismo y le contestaron con insultos y cortes de mangas. Indignado, les arrojó un vaso de agua y la reacción de los adolescentes consistió en romper a golpes la puerta de su portal. Tras acceder al edificio, golpearon la puerta del vecino hasta que este cometió el error de abrirles. A partir de ese momento, sufrió una avalancha de puñetazos y golpes en la cabeza que le fracturaron la nariz y le rompieron el pómulo y el labio. Además, sufrió daños en los ojos y múltiples contusiones.
Una vez detenidos, los agresores fueron interrogados en presencia de sus padres. Imagino que en ese momento adoptaron conductas infantiles, con la intención de inspirar lástima y manipular a los agentes. Pedirán ser tratados como niños y no como adultos, pese a que actuaron con crueldad y malicia, sin ignorar la indignidad de su comportamiento. La familia tradicional se asentaba sobre la hegemonía masculina, lo cual era inaceptable, pero no ha sido sustituida por algo mejor. Ahora solo hay vacío y desorientación. Abundan las familias desestructuradas y gravemente disfuncionales. Un niño necesita un entorno estable para madurar. Si no sabemos crearlo, seguirán surgiendo psicópatas de quince años a los que algunos imbéciles llamarán “niños”. El futuro da miedo.
Rafael Narbona

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