1.- Ana
Foto tirada por Álvaro
* En febrero, vamos los cuatro a La Pedriza,
por la Cuerda de los Porrones,
camino de La Maliciosa (2.227 m)
2.- Cuerda de los Porrones. Fondo: Alto de las Guarramillas o Bola del Mundo (2.265 m).
3.- Misma posición anterior. Álvaro, Ana y Blas Porrón de llegada
* La Maliciosa a la que no llegamos, por ser éste el itinerario más largo para acceder.
por la Cuerda de los Porrones,
camino de La Maliciosa (2.227 m)
2.- Cuerda de los Porrones. Fondo: Alto de las Guarramillas o Bola del Mundo (2.265 m).
3.- Misma posición anterior. Álvaro, Ana y Blas Porrón de llegada
* La Maliciosa a la que no llegamos, por ser éste el itinerario más largo para acceder.
A La Pedriza, comenzamos a ir
cuando Álvaro tenía dos años, la dejamos temporalmente con el nacimiento de
Ana, acudiendo con habitualidad, después, los fines de semana, los
sábados, ó cada quince días, mientras vivimos en Peñuelas.
Esto cambió con el cambio de casa, en 1989.
Solía acompañarnos Ceci y, gracias a su buena vista, pudimos realizar el camino de vuelta en un par de ocasiones, que yo recuerde, al menos.
Una de ellas fue teniendo Ana escasamente un año. Blas la llevaba en el portabebés. Era invierno. Habíamos ido al Collado del Miradero, excursión de no menos de cuatro horas “de ida”; con lo que, nos pusimos allí entre las cuatro y las cinco de la tarde.
Era difícil empezar pronto, porque había que arrancar con dos niños “pequeños”
Álvaro, por supuesto, iba por su pie, cuatro años.
A prisa que quisiéramos darnos, se nos echaba la noche encima, que fue lo que pasó y, a partir de ahí, y sin luna llena que nos alumbrara el camino, Ceci adivinaba las pintadas en los árboles, que señalizan la senda y yo intuía la dirección que debíamos seguir, echando mano de la memoria y del sentido de la orientación.
En otra ocasión, y siguiendo el mismo recorrido, además de echársenos la noche encima, se no puso a llover con todas las ganas. Empapaditos acabamos (...) A todo esto, Ana dormida como una bendita, ¡con la que había caído! No nos resfriamos ninguno.
DEDICADA a mi hermana
PAQUITA
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Otro asunto: Hoy en Perroflautas del Mundo Surcando océanos de plástico + FAO advierte sobre peligro desechos plásticos en océano
Esto cambió con el cambio de casa, en 1989.
Solía acompañarnos Ceci y, gracias a su buena vista, pudimos realizar el camino de vuelta en un par de ocasiones, que yo recuerde, al menos.
Una de ellas fue teniendo Ana escasamente un año. Blas la llevaba en el portabebés. Era invierno. Habíamos ido al Collado del Miradero, excursión de no menos de cuatro horas “de ida”; con lo que, nos pusimos allí entre las cuatro y las cinco de la tarde.
Era difícil empezar pronto, porque había que arrancar con dos niños “pequeños”
Álvaro, por supuesto, iba por su pie, cuatro años.
A prisa que quisiéramos darnos, se nos echaba la noche encima, que fue lo que pasó y, a partir de ahí, y sin luna llena que nos alumbrara el camino, Ceci adivinaba las pintadas en los árboles, que señalizan la senda y yo intuía la dirección que debíamos seguir, echando mano de la memoria y del sentido de la orientación.
En otra ocasión, y siguiendo el mismo recorrido, además de echársenos la noche encima, se no puso a llover con todas las ganas. Empapaditos acabamos (...) A todo esto, Ana dormida como una bendita, ¡con la que había caído! No nos resfriamos ninguno.
DEDICADA a mi hermana
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