BOBBY SANDS. IN MEMORIAM - Texto de Rafael Narbona publicado en 1 de abril 2013 - Publicado aquí un año y un día después...
Robert Gerard Sands, más conocido como Bobby Sands, era comandante del IRA Provisional. Nacido en 1954 en el seno de una familia católica, no tardó en aprender lo que significaba vivir bajo la opresión británica. Un grupo de pistoleros lealistas le obligó a dejar su trabajo de aprendiz a punta de pistola por el simple hecho de pertenecer a una minoría discriminada por los ingleses y sus partidarios. Acosado por los paramilitares protestantes, se instaló en Twinbrook, al oeste de Belfast, una zona terriblemente deprimida y en permanente estado de excepción. En 1972, se incorporó al IRA. Su primera detención se produjo en 1973. Se le acusó de posesión ilegal de armas de fuego. Salió a la calle en 1976, pero su presunta participación en un tiroteo con la policía británica, le devolvió a prisión, esta vez con una condena de 14 años. Fue enviado a la prisión de alta seguridad de Maze, también conocida como Long Kesh. Entre sus muros, Bobby Sands comenzó a escribir artículos periodísticos y poemas. Su carisma le hizo ascender hasta el grado de comandante del IRA, convirtiéndose en el representante de sus camaradas. Bajo su liderazgo, se organizaron nuevas protestas para conseguir el estatus de presos políticos. La primera protesta había consistido en negarse a vestir el uniforme de presidarios. En su lugar, se cubrieron con mantas. La Protesta de las Mantas no obtuvo ningún logro, pero ayudó a mantener la moral de los encarcelados. En 1978, se adoptó una nueva estrategia. Los presos del IRA, que habían sufrido incontables burlas y humillaciones, decidieron no lavarse, dejarse crecer el pelo y embadurnar sus celdas con excrementos. Es lo que se llamó Protesta Sucia. Al no conseguir resultados, los activistas del IRA iniciaron una huelga de hambre escalonada en 1981. Bobby Sands comenzó la huelga, manifestando que la prolongaría hasta que se atendieran sus cinco demandas: 1. Derecho a no vestir uniforme de presidiarios. 2. Derecho a no realizar trabajo en la prisión. 3. Derecho a la libre asociación con otros presos y a la organización de actividades educativas y recreativas. 4. Derecho a una visita, una carta y un paquete por semana. 5. Derecho a recuperar la remisión de condena perdida durante la protesta. La muerte inesperada de Frank Maguire, parlamentario republicano independiente, permitió presentar a Bobby Sands como candidato. Los católicos votaron masivamente por el comandante del IRA, logrando que obtuviera un escaño, pero Margaret Thatcher modificó la ley para que ningún preso con una condena superior a un año pudiera ser elegido diputado. Se evitaba de ese modo que los compañeros de Bobby Sands en huelga de hambre ocuparan su escaño, cuando se produjera el fatal desenlace.
Sands continuó la huelga de hambre hasta la muerte. Después de 66 días de ayuno, murió el 5 de mayo de 1981. Sólo tenía 27 años y, pese a su 1’85, apenas supera los 40 kilos. Su entierro reunió a 100.000 personas, que acompañaron y homenajearon al féretro. Durante la huelga de hambre que acabó con su vida, Bobby Sands escribió un diario, donde anotó: “Soy un preso político. Creo en el derecho a la soberanía y la independencia de Irlanda. Lucho contra una nación que se niega a retirarse de nuestra tierra y oprime a mis compatriotas. Pienso que en las circunstancias actuales no hay otra alternativa que la lucha armada. […] Pierdo peso cada día. Ignoro las grandes cantidades de comida que depositan en mi celda. No me inquieta la perspectiva de la muerte. Espero el canto de la alondra, pues la primavera se acerca. Recuerdo el canto de los pinzones en febrero y ahora escucho el canto de los cuervos negros desde mi lecho de muerte. No pierdo la esperanza de un porvenir de libertad e independencia para los irlandeses oprimidos por el imperio británico. No claudicaré, aunque mi cuerpo se debilite cada vez más. En esta lucha, todos tenemos un papel, grande o pequeño, y debemos cumplir con nuestro deber, sin reparar en las cuestiones personales. Sé que se acerca mi fin, pero estoy seguro de que las ansias de libertad de mi pueblo algún día se harán realidad y contemplaremos cómo se alza la luna suavemente, mostrándonos la dicha de ser libres y de vivir sin miedo”.
En 1983, el gobierno británico concedió discretamente los derechos solicitados, pero negó que se tratara de una concesión provocada por la huelga de hambre. Al margen de Bobby Sands, murieron otros diez voluntarios del IRA. Otros trece abandonaron, pero con graves secuelas que les incapacitaron para una vida normal. Durante las protestas por las muertes, la policía británica disparó casi 30.000 proyectiles, causando la muerte a siete personas. Margaret Thatcher consideró que había obtenido una victoria y no mostró ninguna clase de pesar por las muertes provocadas por su intransigencia. Durante esos años, las fuerzas de ocupación inglesas recurrieron sistemáticamente a la tortura y el asesinato extrajudicial. Algunos periodistas extranjeros afirmaron que Irlanda del Norte se parecía a Chile por el clima de represión e impunidad. Margaret Thatcher fue calificada por los republicanos como “la peor bastarda que hemos padecido”. Bobby Sands será recordado como un héroe. Margaret Thatcher ya ocupa un lugar destacado en la historia de la infamia. Saber que Esperanza AGUIRRE, Dolores de COSPEDAL, Cristina CIFUENTES, Soraya SÁENZ de SANTAMaría o Ana BOTELLA reivindican su legado sólo corrobora que nos gobiernan miserables y canallas sin conciencia.
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