enero 20, 2024

POESÍA DEL FIN: TIZA, de Paul Laverty

 En vuestro lecho de muerte, en vuestro último aliento, no escaparéis a la mirada de los niños de Gaza cuya infancia traicionasteis

Paul Laverty / Traducción: Ana González Hortelano 21/12/2023

¿Te has parado a pensar en ella desde que dejaste la escuela?
La tiza es blanda,
está hecha de trocitos
de conchas de calcita y esqueletos de plancton.
Fáciles de machacar.
La arrastra la lluvia.
¿La arrastrarán las lágrimas?
Los niños son blandos,
están hechos de huesos (proteína, colágeno, minerales, sobre todo calcio).
Fáciles de machacar.
Gaza es una bola de nieve,
el Mundo contempla su interior.
Los copos son esquirlas de metralla,
los puntitos de dentro
se amontonan formando cúmulos,
como hormigueros.
¿Sientes el calambre en la boca del estómago
por la mañana cuando enciendes la pantalla
y las cifras se disparan?
¿Te vas a la cama y no duermes
porque lo único que ves en la oscuridad
son miembros retorcidos bajo los escombros,
labios resecos y agrietados que supuran gemidos ahogados,
una muerte lenta que no le desearías ni a un perro?
¿Sientes la rabia que te sacude el cuerpo,
te desgañita el alma,
te hierve el cerebro a mayor temperatura
que las armas de fósforo que hace EEUU
(recuerdas los 172.000 millones del Tío Sam
que infundieron vida en el Apartheid)
cuando Biden, Sunak, Starmer y compañía
piden “más precisión”
mientras tiran bombas antibúnker en Gaza,
con 6.300 almas por kilómetro cuadrado,
el cuarenta y siete por ciento niños?
Los niños son blandos.
Fáciles de machacar.
Ceniza a las cenizas, polvo al polvo.
¿Te sientas en la cocina
y te preguntas quién eres,
qué hacer,
cuando la carta de Naciones Unidas y el convenio de Ginebra
se usan para que se limpien el culo
los entrajados cómplices de la Muerte
que defecan en la dignidad?
¿El agujero negro al borde de la desesperación
te mina las fuerzas y te empuja a esconderte?
“Y de qué nos sirve
a nosotros eso”,
se escucha a los niños gazatíes reprobar.
Recuerdas la infancia.
Coges un trozo de tiza.
Sencilla, física.
No es digital, no es un tuit,
no es un blog.
Carne contra tiza.
Te cabe en el bolsillo, se cuela en un calcetín,
al monedero,
te la llevas por ahí.
La tiza, por ahí…
Sientes conectarse cuerpo y mente
sujetándola en la mano.
¿Qué lleva esa brisa?
Un rumor débil que surge de debajo de los cascotes.
¿Qué nos dirían los niños de Gaza
si tuvieran esa tiza?
Haced de nuestra calle una pizarra,
escribidla en la parada de autobús, en la acera, en la pared.
En la cafetería del trabajo, o en el baño,
en el aparcamiento o en el centro comercial.
Calle a calle,
de abajo arriba,
del pueblo a la esclavitud de la Ciudad,
que los gritos de rabia de los niños de Gaza
les pasen a todos por encima.
Un trocito de tiza
en cientos de lenguas,
millones de manos
levantadas contra sus mentiras y sus bombas,¨
un rastro blanco de conciencia,
“¡No, no en nuestro nombre!”,
para derribar a los asesinos.
Un día, Infanticidas, os sentaréis en el banquillo.
¿Recordáis las muecas arrogantes de los generales argentinos de la tortura
en todo su esplendor?
Terminaron entre rejas, al fin.
Se toma su tiempo, el Reloj de la Justicia,
pero avanza mientras os van saliendo canas.
No falla,
en vuestro lecho de muerte, en vuestro último aliento,
no escaparéis a la mirada de los niños de Gaza
cuya infancia traicionasteis.
Ceniza a las cenizas, polvo a la tiza.
Tiza.

[Paul Laverty, Edimburgo, 19 de diciembre de 2023]

Traducción: Ana González Hortelano.

Versión original en inglés.

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PERROFLAUTAS DEL MUNDO:  

CTXT. Crónicas desde el infierno (18) Sin anestesia ni quirófanos Por Mahmoud Mushtaha · Ciudad de Gaza


Cientos de poetas de ocho países unen sus voces para denunciar el genocidio de Israel contra la población palestina, 20/1/24

 17/01/2024  PÚBLICO

La iniciativa 'Poesía por Palestina. Versos contra el genocidio' se celebrará simultáneamente en al menos 35 ciudades de España y Latinoamérica.


La librería La Vorágine de Santander acogerá el próximo sábado, 20 de enero, de 17.00 a 22.00 horas, el encuentro 'Poesía por Palestina. Voces contra el Genocidio' .

Varios centenares de poetas, procedentes de al menos 35 ciudades de España y Latinoamérica, unen sus voces en una iniciativa simultánea para denunciar la masacre de Israel contra la población palestina y la falta de respuesta de Occidente.

La iniciativa bajo el nombre de Poesía por Palestina. Versos contra el genocidio se celebrará este 20 de enero y pretende además recaudar fondos a favor de la Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina (UNRWA).

https://twitter.com/PoetasxClima/status/1747225515696525545?s=20

La función de esta organización es esencial para la supervivencia de la población en Gaza, donde 1,4 millones de personas se refugian en 154 instalaciones de UNRWA. A su vez, un total de 1,9 millones de personas reciben asistencia por parte de la agencia de las Naciones Unidas.

El evento visibilizará las obras de escritores palestinos como Mosab Abu Toha, Mahmoud Darwish, Samih Al-Qasim, Fadwa Tuqan o Refaat Alareer, entre otros muchos, y se sucederán en intervenciones de hasta diez minutos.

La convocatoria ya está confirmada en las ciudades españolas de Alacant, Avilés, Cartagena, Cantabria, Castelló, Córdoba, Granada, Logroño, Madrid, Mérida, Murcia, Salamanca, Santa Coloma de Gramanet (Barcelona), Santander, Talavera de la Reina, Teruel, Toledo, València, Vigo y Zaragoza.

También en otras partes del mundo como en la capital belga Bruselas, Buenos Aires (Argentina), Bogotá (Colombia), Curaco de Vélez (Chile), Mérida (Venezuela), Montevideo (Uruguay) y San Cristóbal de las Casas (México).

El objetivo, afirman, es el de poner el foco en el genocidio que tiene lugar en Gaza desde pasado mes de octubre de 2023 a manos de Israel, que ya deja casi 25.000 palestinos muertos, 10.000 de ellos niños y niñas.

La concentración coincide con la manifestación convocada en 78 ciudades españolas, organizada por la Red Solidaria Contra la Ocupación de Palestina (RESCOP). En el caso de la capital, cerca de un centenar de organizaciones participarán en este acto que tendrá lugar a las 12 de la mañana, de Atocha a Cibeles, bajo el lema: "Paremos el genocidio de Palestina".

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PERROFLAUTAS DEL MUNDO:   CTXT. Carta a los hipócritas de Europa, de Franco ‘Bifo’ Berardi


Normalizar el horror, de Javier Gallego 



enero 19, 2024

Morirse varias veces en Cuelgamuros, de Raquel Ejerique

 19 de diciembre de 2023  Raquel Ejerique

Aunque hayamos organizado y planificado nuestros días con técnicas y horarios, hay veces que la naturaleza, con un empujón, te devuelve a lo primario, lo primitivo, donde somos solo una especie que habita la Tierra. Así, en Islandia la vida se para por la lluvia inmisericorde de fuego y solo cabe esperar. Ni los radares, ni la ciencia, ni el dinero podrán ayudar a cerrar en el volcán la grieta ancestral por la que sale material acumulado por siglos en el estómago de la Tierra. Miles de personas se han ido de sus casas, han cerrado carreteras y colegios. Nadie podrá decir por cuánto tiempo ni cómo remediarlo. Aunque no estemos acostumbrados, hay un evento natural superior que da al traste con nuestras ideas y cábalas (...)

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PERROFLAUTAS DEL MUNDO:   CTXT. Nota sobre la supresión general de las redes sociales, de Amador Fernández-Savater


El derecho a no ser pobre, de CIVE PÉREZ

blog   carnetdeparo

https://carnetdeparo.blogspot.com/2023/12/el-derecho-no-ser-pobre.html

31/12/23


Murales Diego Rivera, Palacio Nacional, México DF


Junto al derecho a la vida, que es el más sagrado e inalienable de los derechos humanos, debería formularse el derecho a no ser pobre, puesto que a las personas de tal condición el vivir el día a día no suele  resultarles muy satisfactorio. Hoy, la pobreza sigue haciendo mella incluso en amplias capas sociales de los países avanzados, pese a las ayudas implementadas por gobiernos de distinto color. Es hora de aplicar a esta enfermedad social el sabio principio de la medicina: es mejor prevenir que curar. Y la mejor vacuna contra la pobreza consiste en garantizar a toda la población la percepción de un ingreso mínimo universal e incondicional. Sería, además, una indemnización por la ineficacia del modelo económico, que ha demostrado ser incapaz de ofrecer un empleo decente a cada persona.

Hablar de pobreza nos remite de inmediato a la cara opuesta de la moneda: la riqueza. Pues ambas realidades, tan complementarias como antagónicas, no pueden entenderse la una sin la otra.

Adam Smith (1723-1790), considerado el fundador de la Economía Clásica, mentor intelectual y "espiritual" del liberalismo económico, plasmó sus ideas en su Investigación sobre la Riqueza de las Naciones, el famoso libro que los adeptos al libre mercado consideran como la Biblia de la economía. En ese venerado texto que son más quienes lo citan que los que lo han leído— hay pasajes tan rotundos y esclarecedores como este:

En las naciones de cazadores casi no hay propiedad, o como máximo no hay ninguna que supere el valor de dos o tres días de trabajo; y por eso no hay un magistrado permanente ni una administración regular de la justicia […]. Cuando hay grandes propiedades hay grandes desigualdades. Por cada hombre muy rico debe haber al menos quinientos pobres.[i]

Y siguiendo una línea de análisis que no dudaría en suscribir la mayoría de escritores revolucionarios, continúa el escocés:

En especial los ricos están necesariamente interesados en conservar un estado de cosas que pueda asegurarles sus propias ventajas […]. El gobierno civil, en la medida en que es instituido en aras de la seguridad de la propiedad, es en realidad instituido para defender a los ricos frente a los pobres, o a aquellos que tienen alguna propiedad contra los que no tienen ninguna.[ii]

Cuando aparecieron los primeros humanos, la tierra con todos sus recursos ya estaba ahí. El suelo material que pisamos y sobre el que se desenvuelve la vida humana no debería en absoluto ser considerado propiedad privada de persona alguna. En aras de la eficiencia productiva, tan sólo podría ser admisible un usufructo temporal de la tierra y todos sus recursos. naturales. Conforme a la vieja reivindicación: la tierra para el que la trabaja. 

El republicano Thomas Paine (1737-1809) rechazó de plano esa falacia que pretende asentar la idea de que la pobreza es una exigencia a priori de la condición natural del ser humano. En Agrarian Justice (1795) afirma:

Si ese estado que se llama orgullosamente, quizá de modo erróneo, civilización ha promovido más la felicidad general del hombre o la ha dañado más es una cuestión que puede ser fuertemente contestada. Por una parte, el observador está deslumbrado por espléndidas apariencias; por otra, está conmocionado por miseria extrema; ambas cosas ha erigido ese estado. Lo más opulento y lo más miserable de la especie humana se encontrarán en los países que se llaman civilizados [...] La pobreza, por consiguiente, es algo creado por lo que se llama vida civilizada. No existe en el estado natural.[III] (...)

enero 18, 2024

CUENTOS ENTRE AMIGOS. AUTOR: Blas

 AUTOR: Blas

CUENTOS ENTRE AMIGOS

Caminaba por las calles del barrio aturdida, sin más propósito que atrasar la hora de ir a su casa. Le asustaba la soledad que allí encontraría. Era época de Navidad y la ciudad estaba en ebullición, adornada con luces por todas partes y la gente yendo de un lado para otro con alegre excitación de fiesta, lo cual hacía más insoportable, si cabe, la infelicidad que ella sentía. La Luna sigilosa se ocultaba en las espesas nubes sin dejarse notar, y esta ausencia presagiaba que el sosiego y el sueño, al igual que él, no acudirían esa noche a su dormitorio. “Se acabó —le gritó— No aguanto más. Tu amor me altera tanto que si no me voy cometeré una locura: tú acabarás en el cementerio, o con suerte en una silla de ruedas; y yo, en la cárcel”. Y se fue dando un portazo sin que ella pudiera responder nada. Aquel hombre se comportaba así cuando tenía planeado irse de juerga o hacer una escapada con otra mujer. Bien lo sabía ella, pero nunca se lo reprochaba, porque después de todo, él siempre volvía a su lado para que lo consolara. Y aunque este juego se le hacía cada vez más insoportable, no dejaba que su rostro delatara el sufrimiento que le causaban las frecuentes maniobras de aquel embustero y malvado. “Sí, malvado”, repetía enojada para sus adentros, lo que no se atrevía a decir en voz alta; pues a sus engaños él sostenía que la culpa de sus tropelías la tenía ella.

La desagradable escena que se acaba de narrar, sucedió durante el desayuno, poco antes de que ella saliera de casa para ir a la oficina donde trabajaba. Durante todo ese día estuvo rehuyendo el encuentro con sus compañeros de trabajo, temiendo que se notara la ansiedad que la invadía y, lo que era peor, las preguntas incómodas que no quería responder. Pero todos sus esfuerzos por disimular su desdicha eran inútiles, pues sus amigas reconocían, al poco de verla, que una vez más ella era víctima de la violencia y las amenazas del hombre miserable con el que convivía.

En su interior se debatía con incesantes preguntas sin encontrar respuestas. Las personas que la conocían la consideraban una joven atractiva e inteligente, y coincidían en señalarle a él como la causa de sus desgracias; sin embargo ella no concebía la idea de apartarlo de su vida.

Su inteligencia le decía que él la amaba de verdad, pasando por alto cualquier otra razón, pero en realidad era el amor quien le hablaba; y el amor, ya se sabe, no es un consejero ecuánime cuando se trata de juzgar a la persona amada.

Envuelta en estos remolinos de dudas, necesitaba justificar que el comportamiento de él era la respuesta natural y lógica a sus muchas torpezas; era por tanto incapaz de vencer la debilidad de su carácter, de manera que pudiera librarse de las ataduras que la esclavizaban y la mantenían unida a un ser tan despreciable. En cualquier caso, ella se juzgaba como la causa principal de todas sus desdichas.

Mientras se sucedían estos pensamientos en su cabeza, ella permanecía sentada en su despacho tecleando el ordenador con desgana; y oía a sus compañeros despedirse hasta la jornada siguiente, respondiéndolos con un inaudible “Hasta mañana”. Poco a poco todo el ruido de voces y risas, de pasos y carreras, de máquinas en funcionamiento, de teléfonos sonando fue disminuyendo hasta quedar la inmensa sala sin nadie y sumida en un silencio inquietante. Ella se unió a ese silencio dejando de teclear su ordenador, y se limitó a mirar tras la cristalera de su despacho, dejando que pasara el tiempo, mientras a sus oídos llegada el ajetreo y el rumor  la calle.

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 Así continuó, demorando la hora de irse a su casa, hasta que, ya bastante tarde, comenzó el movimiento del servicio de limpieza, con los ruidosos aspiradores y el trasteado de papeleras y fregonas. No tuvo otro remedio que ponerse el abrigo y abandonar aquel lugar. Ya en la calle, caminó con la mirada perdida, y sin ningún interés por las cosas de su alrededor. Entró en la cafetería, donde solía comprar algún dulce para llevar a su casa, con el único deseo de hallar un lugar donde cobijarse. Decidió tomar asiento, y pidió una copa de vino y algo de comer. Bebió a pequeños sorbos y apenas probó bocado. Observaba con tristeza y envidia la felicidad desbordante de la gente que entraba y salía del establecimiento, hasta que una camarera le indicó que era ya tarde y que iban a cerrar. La idea de ir a su casa le provocaba dificultad hasta para respirar el aire húmedo y fresco de aquella noche. ”Tengo que tomar un orfidal”—exclamó al tiempo que buscó en su bolso la caja de ansiolítico—. “Podría, por favor, traerme un vaso con agua”. “Claro, pero tómese el agua de prisa. Ya es muy tarde y todavía me queda mucha faena” —contestó la camarera con tono inapelable. Salió de la cafetería y eligió a propósito un camino que discurría paralelo al rio y la alejaba de la ruidosa multitud que en aquella hora tan avanzada todavía circulaba por la ciudad.

Anduvo sin descanso más allá del alumbrado de las farolas, adentrándose en una zona solitaria y desolada; después dio con una arboleda donde el suelo era un barrizal cubierto de ramas y hojas secas que atravesó con gran esfuerzo. Estaba cansada, pero seguía andando, no quería detenerse. Alcanzó el último puente hecho de vigas de madera sobre el río, y se detuvo en la mitad del mismo, justo donde había una luz mortecina que apenas iluminaba el lugar; al otro lado desembocaba un colector de aguas sucias dejando en el ambiente un olor de inmundicia.

Se acodó en el barandal para contemplar la impetuosa corriente del río. Su sombra se proyectaba sobre la negra superficie del agua. No había nadie más infeliz que ella; entonces se preguntó si la solución no estaría allí, arrojándose al vacío; solo sería un pequeño salto y acabarían el tormento que la golpeaba y el terrible cansancio que la consumía. Trató de levantar una pierna para sobrepasar el barandal y dar el salto, pero no pudo porque algo sujetó fuertemente la tela de la pernera de su pantalón. Al mirar hacia abajo vio a su lado un perro cuya actitud parecía haber adivinado la terrible decisión que ella había tomado. El animal la miraba sin quitarle ojo, sentado sobre su parte trasera y erguido sobre sus patas delanteras. Ella acarició al perro, y el animal lamió su mano como un signo de aprobación. Del otro lado del puente, donde la oscuridad era completa, se oyó la voz de una mujer llamando al perro. Este respondió con ladridos. Se incorporó sobre sus cuatro patas, levantó el rabo moviéndolo de un lado para otro, pero no se movió del sitio en actitud vigilante. Poco a poco la voz se hizo cercana hasta que surgió una mujer, cuya figura y semblante en la penumbra, le recordó a su madre. “Vaya, estás ahí, sinvergüenza” —dijo la mujer dirigiéndose al animal—. Le puso la correa y al instante noto en él algo que la alarmó. Después, le saludo a ella, e inmediatamente preguntó si se había perdido.

—No, no estoy perdida; conozco el lugar. Gracias por su interés, señora.

—Entonces, querida, estás aquí porque tienes algún problema por resolver.

Le sorprendió que aquella señora surgida de la oscuridad y a la que veía por primera vez, se dirigiera a ella en esos términos.

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—Este animal ha sido muy activo, lo sigue siendo todavía, pero ya menos. Lo educaron para salvar vidas incluso en situaciones de poner en riesgo la suya. Sería formidable que los seres humanos tuviéramos una nobleza semejante para recibir una educación así. ¿Te imaginas, la cantidad de tragedias y de muertes que se evitarían? A mí me ha dado la vida. Es una maravilla ¿Qué opinas tú, querida?

—Sí, sí que lo es, señora

—Mira, querida, te voy a hablar sin rodeos. Ve a tu casa y descansa. Te aseguro que el problema que te ronda desaparecerá pronto, muy pronto. Tú solita lo vas a resolver; créeme, querida. Ve a tu casa.

La misteriosa mujer la abrazó y se despidió con estas palabras:

—Eres joven y muy hermosa. Tienes por delante una vida maravillosa. Óyeme bien: aparta de ti sin ningún miramiento todo aquello que condicione tu felicidad.

Y se fue por donde había venido acompañada de su admirable perro. Ella recibió el abrazo de la señora con inmensa gratitud y notó en su alma que aquella mujer tan parecida a su madre se lo había dado con un cariño sincero.

Nuevamente se encontraba sola en medio del puente de madera mal iluminado, y oía el ímpetu de la corriente del agua del río y las ramas de los arbustos movidas por el viento. Estuvo allí todavía un buen rato tratando de ordenar sus pensamientos. Era tan grande su cansancio, que dudaba de si la misteriosa señora y su perro no fueran el resultado de sus alucinaciones.

“De cualquier manera, —concluyó— nunca olvidaré este encuentro tan hermoso, sea o no real”. Después se acordó de su madre y de su niñez. Sin duda había sido una niña feliz; y por eso les estaba agradecida a sus padres. También recordó que nunca lo vieron a él con buenos ojos, incluso discutió con ellos para defenderlo y justificar el comportamiento violento y egoísta que a menudo exhibía en público. En estos pensamientos estaba, cuando fijó su mirada en la ruidosa corriente del río que discurría bajo el puente. “¡Qué tontería! ¡De ninguna manera!: el agua está fría y sucia”—se dijo—. Además no le hacía ninguna gracia que la comieran los peces. Sacó el móvil de su bolso; vio la hora: “¡Dios mío qué tarde es, y sobre todo, qué cansada estoy!”

Clareaba el día cuando llegó a su casa en un estado febril y al límite de sus fuerzas y con una tristeza contenida. Su ropa estaba empapada de sudor a pesar del frío de la noche. Era evidente que las muchas horas sin dormir y el extenuante esfuerzo realizado, la habían hecho enfermar. Entró sin encender las luces y fue directa a la habitación donde se desnudó completamente, dejándose caer así en la cama. Derramó algunas lágrimas y vio, (o quizá lo imaginó) a los duendecillos de la noche huyendo en retirada porque la luz del día los aniquilaría sin remedio, aunque, algunos más valientes, se resistieron a abandonar la juerga, y la rodearon con burlas y desagradables risotadas durante algún tiempo, hasta que dejaron de molestarlaseguramente se fueron a buscar otra mujer menos aburrida y desdichada que ella. Luego, el sueño se deslizó en su cama, con igual sigilo que la velada Luna tras la espesa niebla, para no hacerse notar.

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 Cuando abrió los ojos, la habitación estaba a oscuras: había dormido todo el día hasta llegar la noche. No tenía ganas de levantarse. Sólo se incorporó para orinar y beber agua; y después volvió a introducirse en el lecho, esperando encontrar de nuevo el consuelo del sueño, lo que, tras vueltas y vueltas en la cama, logró hasta la mañana del día siguiente. Los rayos de sol deshacían las nubes dejando ver por momentos un cielo de un azul deslumbrante.

Tumbado junto a ella, un hombre desconocido (o quizá fuera un duende iluminado, esbelto y guapo, a diferencia de los duendes de la noche, rechonchos y feos), que parecía tan real como atractivo, con los codos apoyados en la almohada, la contemplaba con una sonrisa en su bello rostro. Luego, cuando en la tarde de aquel día oyó abrirse la puerta de la casa, y la voz de él llamándola con gritos desesperados, y sus pasos acercándose a la habitación, sintió pánico, ocultándose bajo la cama, y esperó en esa guisa mientras él la buscaba con gran ruido y alboroto, hasta que sonó el golpe de la puerta tras cerrarse y quedar todo en un silencio absoluto, indicando que se había ido para siempre; ¡Sí, para siempre! porque esta vez ella, después de años de incertidumbre y sufrimiento, así lo había decidido en aquel glorioso instante. Entonces sintió un alivio profundo, y estremecida de felicidad, gozó aquel momento en toda su plenitud a solas con aquel duende maravilloso que, acaso, solo fuera una criatura nacida de una voluntad poderosa y desconocida hasta entonces para ella. También, por extraño e increíble que parezca, a sus oídos le llegaron desde un lugar remoto, los alegres ladridos de un perro y las palabras de una mujer, cuya voz le recordaba a su madre, que le daba la bienvenida a la vida y le felicitaba la Navidad.

Blas Mendiola, Navidad de 2023

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PERROFLAUTAS DEL MUNDO:   Tertulia laicista en Madrid, con Juan José Tamayo, sobre pederastia en la Iglesia católica: 22/1/24 19h.

Ilustración del día: Estado-bomba Por Pedripol



A. Cuenca. Nieve. Cerro de San Felipe, 8/1/24 + Rutita cercana, 11/1/24

Ana:  Álvaro nos dió tanta envidia ayer que estamos ahora llegando a Tragacete para hacer ruta al cerro San Felipe (que aquí también hay algo de nieve).

1.-   Ruta.    ANA: Desde arriba hemos visto la Sierra de Guadarrama


2.-  ALVARO: Que bien le queda el blanco al monte, sobre todo en esta época


3.- BLAS: Vaya, las fotos  parecen tomadas de Guadarrama. El día, luminoso y frío, ¿Verdad?

 ANA: Verdad

GEMA : Que bonitas fotos, me alegra que lo hayáis disfrutado

MÄS INFO:   27 ene 2023 — Como llegar. Salimos de Cuenca por Villalta de la Sierra, seguimos a Uña y continuamos por la Serranía hasta Tragacete. Una vez aquí vamos a ...


+ 11/1/2024  ANA: Rutita esta tarde al lado de casa. Podría haber estrenado mis equipo de travesía (Sierra de Arcos)


4.-   GEMA : Uooo!!! Que auténtico lujo

 ALVARO: Que guay!!

 BLAS: ¡Joder, Añusca! ¡Qué gozada de nieve!

PAQUITA

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PERROFLAUTAS DEL MUNDO:   María de Público: Pepe Viyuela, María Botto, Luis García Montero... Nuevos suscriptores


Irán. Un atentado en la conmemoración de la muerte del general Soleimani deja más de un centenar de víctimas