Diego Casado 9 de enero de 2024
Los cotorreos se sobreponen este martes al ruido del tráfico en la zona verde que se abre entre el paseo de la Infanta Isabel y la avenida Ciudad de Barcelona. Sobre las frondosas ramas de los cedros que crecen allí desde hace décadas anidan varias cotorras argentinas, que no prestan atención a las vallas de obra colocadas por los operarios de la Comunidad de Madrid, cercando esta zona del parque. Sus nidos caerán esta semana por la motosierra, junto a decenas de árboles del Jardín de Jimena Quirós y del paseo de Santa Isabel, preparando el terreno para el nuevo túnel de la línea 11 de Metro, que pasará por allí en unos meses.
Las talas previstas por la Comunidad de Madrid son las últimas dentro de una secuencia que arrancó el 11 de diciembre en Madrid Río y en el parque de Comillas, y que se ha ido extendiendo de Carabanchel y Arganzuela (antes de Navidad llegó a Palos de la Frontera) hasta Conde de Casal en medio de las protestas del movimiento No a la Tala. Pero las que se ejecutan esta semana junto a la estación de Atocha, a 100 metros del parque del Retiro, tienen un ingrediente adicional a la indignación vecinal ya conocida: se ejecutan dentro del Paisaje de la Luz de Madrid, el entorno declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco hace solo dos años.
La pérdida de arbolado en este entorno protegido ha desatado una batalla en Madrid que tiene a los vecinos y partidos de la oposición a un lado y al Ayuntamiento y Comunidad de Madrid al otro. El último en unirse a la refriega ha sido el Ministerio de Cultura, pidiendo una Evaluación de Impacto Patrimonial que, según el organismo dirigido por Ernest Urtasun (Sumar), es obligatoria y debería haber pasado por su departamento antes de ser elevada a la Unesco por el Gobierno de Ayuso.
En esta evaluación deberían estar las 51 talas que finalmente tendrán lugar en este entorno, según datos recabados por el PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, que lleva denunciando esta actuación en entorno protegido desde el pasado mes de septiembre. La mayoría son plátanos de sombra de una altura considerable, además de varios ginkos, sóforas del Japón y cuatro cedros del Himalaya, una especie considerada singular y cuyo presencia destaca estos días de invierno por sus hojas perennes y su enorme porte. Varios de los ejemplares que caerán cuentan con más de veinte metros de altura y casi tres metros de perímetro. Sus troncos son tan anchos que harían falta dos personas para abrazarlos por completo.
Esta especie de cedros llorones, conocidos popularmente así por la forma alicaída de algunas de sus ramas, se encuentran en el Jardín de Jimena Quirós desde hace décadas. Algunos vecinos apuntan que podrían rondar los cien años. Podemos intuir su edad acudiendo a la legislación regional, que obliga a entregar un árbol por cada año de vida talado en unas obras: la desaparición de estos 4 ejemplares de grandes dimensiones obligará a compensar con otros 315 árboles a los viveros municipales.
Además de los árboles talados, otros 14 serán trasplantados para permitir avanzar las obras de ampliación de la línea 11 de Metro, que en bajo esta zona verde planea los andenes de la nueva estación, con conexión a la estación de Atocha (...)
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