septiembre 27, 2025

Red Eléctrica ha encontrado un aliado inesperado contra incendios y maleza: 800 cabezas de ganado en Asturias

 4 Septiembre 2025   Alba Otero

En Asturias, los mugidos, balidos y relinchos se han convertido en un aliado inesperado de la electricidad. Bajo las torres y cables que transportan la energía que ilumina hogares y empresas, ahora pasta el ganado. La receta para mantener limpias las líneas eléctricas ya no depende solo de motosierras o desbrozadoras: la naturaleza vuelve a ocupar su lugar.

Cortacéspedes vivientes. Redeia —la compañía matriz de Red Eléctrica, responsable del transporte y la operación del sistema eléctrico en España— ha puesto en marcha en Cabrales (Asturias) el programa “Pastoreo en Red”. Esta iniciativa introduce al ganado en los pasillos de seguridad de las líneas eléctricas. Según ha informado la propia compañía, son ocho explotaciones ganaderas de Cabrales las que se han sumado al acuerdo, aportando un total de 512 vacas, 180 cabras, 80 ovejas y 23 caballos. Estos animales pastarán sobre 67,5 hectáreas de terreno situadas bajo los tendidos de Ortiguero, Asiego y Carreña, convirtiéndose así en cortacéspedes biológicos para mantener la vegetación a raya.

Un complemento más. El proyecto se añade a los medios mecánicos habituales. “Las calles que discurren bajo las líneas eléctricas deben estar limpias y accesibles, tanto para evitar incendios como para impedir que la vegetación alcance los tendidos de los cables eléctricos y garantizar que, en caso de necesidad, los equipos de mantenimiento puedan llegar pronto y solucionar cualquier contingencia”, ha explicado Laura Quintana, directora de Desarrollo Sostenible de Redeia, en declaraciones recogidas por La Voz de Galicia. El plan de pastoreo está diseñado y supervisado por la empresa Agrovidar, que se encargará también de evaluar los resultados ambientales.

Un efecto con beneficios. La experiencia previa en La Rioja y León ya ha mostrado resultados: evita la degradación del ecosistema, aumenta la fertilidad del suelo y favorece el aumento de más biodiversidad, con mayor presencia de artrópodos, mariposas, polinizadores y unidades florales. En la práctica, estos pasillos bajo las líneas se convierten en corredores ecológicos que reducen la fragmentación de hábitats. 

Además, el impacto no es solo ambiental. La iniciativa refuerza la economía rural, aporta ingresos a ganaderos locales, ayuda a fijar población en zonas de montaña y preserva un conocimiento tradicional: el de la ganadería extensiva.

Una iniciativa cada vez más practicada. Lo que ocurre en Cabrales no es un caso aislado. El uso del ganado como herramienta de mantenimiento se abre paso en el mundo de la energía. Por un lado, en Australia, un estudio en el parque solar Wellington (174 MW) demostró que las ovejas que pastaban entre los paneles solares no solo reducían costes de mantenimiento, sino que también mejoraban la calidad de la lana gracias a la diversidad de forraje y la sombra. 

Por otro, en Estados Unidos, el llamado “pastoreo solar” ha transformado la vida de pastores como JR Howard en Texas. Bajo los paneles del condado de Milam —uno de los mayores parques solares del mundo, con 1.600 hectáreas y 900 MW de potencia—, 3.000 ovejas realizan la labor de desbroce natural. El negocio de Howard pasó de ser pequeño a contar con 8.000 animales y 27 empleados. 

El suelo compartido. En Cabrales, la energía del futuro camina sobre las huellas de un saber milenario. Entre mugidos y balidos, Asturias demuestra que la convivencia entre tecnología y naturaleza no solo es posible, sino necesaria. Allí donde antes había desbrozadoras, ahora son vacas, cabras, ovejas y caballos quienes mantienen vivo el equilibrio entre electricidad, medio ambiente y vida rural.


Tras las llamas, las cenizas: llega un "momento crítico" para evitar la erosión y la contaminación del agua

Álvaro Caballero   12.09.2025 

  • Las lluvias de otoño pueden destruir el suelo, "desnudo" tras quemarse la cobertura vegetal
  • La recuperación de la tierra tarda mucho más que la de la vegetación: hasta 200 años para generar un centímetro de suelo

  • Las llamas se han apagado y los focos se han retirado ya de los bosques calcinados, pero el peligro de los incendios no ha desaparecido aún. En las semanas posteriores al impacto del fuego comienza otra lucha también vital, y a contrarreloj: la que se libra contra la erosión y contra la contaminación de ríos y embalses por las cenizas.
Los expertos miran con temor ahora hacia el cielo. Unas lluvias intensas en otoño pueden tener graves efectos en una tierra en la que ha desaparecido la cobertura vegetal y se ha quedado "desnuda", tal y como advierte el profesor de Ingeniería Agrónoma de la Universidad de Castilla-La Mancha Manuel Esteban, especializado en procesos de erosión y de regeneración del monte tras los incendios.

"El fuego deja el suelo desprovisto de esa cubierta protectora. Cuando llueve con intensidad suficiente, las gotas al impactar sobre el suelo desnudo y no poder infiltrarse generan los procesos de escorrentía", lo cual se traduce en la erosión del terreno. Esta erosión repercute, a su vez, en una mayor desertificación, un riesgo importante especialmente en la España mediterránea.

Dos siglos para regenerar un solo centímetro de suelo
  • Este es el "momento crítico" para actuar, ya que en otoño son habituales las lluvias fuertes, las que "desencadenan los procesos erosivos más intensos", advierte Vincenç Carabassa, ecólogo y experto en la restauración de suelos del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF).

  • La erosión es más intensa en las zonas con mayor pendiente y donde se hayan dado incendios de gran intensidad y, por tanto, se han alcanzado mayores temperaturas, como son algunos de los de este verano. "Esto transforma la materia orgánica y la estructura del suelo, lo que facilita que haya más escorrentía o circulación de agua, lo cual combinado con una mayor pendiente es un riesgo importante cuando lleguen las lluvias torrenciales", explica.

  • Se ve especialmente afectada la capa más superficial del suelo, los primeros centímetros, que es la más fértil y la que alberga mayor biodiversidad. Además, en las zonas con pendientes pronunciadas, esta capa suele ser más fina y, por tanto, más vulnerable a la erosión.

  • Evitar la pérdida de suelo es clave, ya que mientras los árboles tardan años o décadas en crecer, recuperar un solo centímetro de suelo lleva "unos 200 años aproximadamente", alerta Carabassa.

  • "Acolchar" el suelo con paja y construir diques con troncos

    Para evitarlo hay que actuar rápido, pero no vale todo. Según el científico del CREAF, en la primera fase de emergencia —que se limita al primer año tras el fuego— hay llevar a cabo "intervenciones quirúrgicas y muy bien pensadas, porque si no pueden ser contraproducentes". El suelo después de un incendio es "muy vulnerable", e introducir maquinaria pesada provocaría una gran perturbación, por lo que las medidas a tomar hay que limitarlas a las zonas con pendiente y afectadas por los fuegos de mayor intensidad, recuerda.

  • En caso de tratarse de una ladera, se lleva a cabo un proceso de "alcolchado" del suelo mulching, tal y como se conoce el término en inglés. Se esparce paja en el suelo, lo que se puede hacer con mulos o desde helicópteros, o astillas de la madera quemada, tal y como explica Manuel Esteban, quien tiene a sus espaldas años de experiencia llevando a cabo estos procesos.

  • Y en los pequeños cauces que se abren en el monte tras el incendio, o que ya existían de antes, se construyen barreras para reducir la velocidad del agua y los sedimentos en cuanto llueva. Pueden ser o bien fajinas, diques provisionales hechos con troncos de los árboles quemados, o bien albarradas, muros permanentes de piedra de hasta tres metros de altura construidos, y que se construyen en cauces más amplios.

  • "Las obras de restauración aspiran a cumplir su función, pero sin verse", apunta Esteban. Con el tiempo, incluso los muros con cemento acaban fundidos en el paisaje, ya que se cubren con sedimentos y se creará un suelo "propicio para que crezca la vegetación", al mismo tiempo que el agua que pase por ahí no tendrá energía para erosionar.

  • En el caso de la oleada actual de incendios, que se ha cebado con el noroeste peninsular —Galicia, Castilla y León y Extremadura han sido las comunidades más afectadas—, este profesor cree que el régimen de lluvias propio de estas zonas, más suaves y menos torrenciales que en el Mediterráneo, ayudará a la regeneración y no será tan grave, por lo tanto, la erosión.

  • El ecosistema se regenera solo, pero se le puede "ayudar"

    Tras el primer año, la restauración entra en una nueva fase. Una vez asegurado el terreno para evitar la pérdida de suelo, se trata de "ayudar a que el ecosistema se regenere" en caso de que no lo esté haciendo, o no a la velocidad adecuada.

  • Pero los expertos consultados coinciden en que hay que ser muy cautos. Las especies del clima mediterráneo están por lo general adaptadas al fuego, como ocurre con el pino carrasco, cuyas piñas tras un incendio se diseminan "una brutalidad", señala Esteban, el lentisco o el enebro. Eso sí, con el actual régimen de incendios, de mayor intensidad por el cambio climático, "esta ecuación" no está tan clara, por lo que sí puede ser necesaria una mayor intervención humana.

  • Además, la erosión también perjudica directamente "la capacidad de regeneración postincendio", apunta el científico del CREAF. En laderas que han perdido suelo, las plantas tienen una mayor dificultad para regenerarse y el paisaje posterior al fuego puede terminar siendo de matorral y arbustos donde antes había un bosque, una tendencia que está yendo a más también por el calentamiento global y las sequías.

  • Fajinas a nivel de ladera tras el incendio de Las Majadas, en Cuenca, en 2009 MANUEL ESTEBAN

    La contaminación del agua por cenizas puede persistir "años"

    Pero más allá de la erosión, preocupa la llegada de cenizas, arrastradas por las lluvias, a ríos y embalses. "Esas cenizas arrastran los materiales que proceden de la combustión de material vegetal y generan diferentes procesos en las aguas que impiden que estas sean aptas para el consumo", detalla el experto de la UCLM.

  • Pueden pasar "varios años" incluso hasta que se pueda volver a hacer uso de esta agua de los embalses. Las cenizas provocan además "una mortandad de las especies en los ríos y lagos", advierte Cristóbal López Pazo, de Ecologistas en Acción. En Galicia, donde muchos de los ríos de las zonas afectadas vierten a las rías, la contaminación puede afectar asimismo a estos ecosistemas y repercutir en "una zona productiva de marisqueo", añade.

  • En Ávila, el Ejército y técnicos locales trabajaron a contrarreloj para crear "anillos" de protección frente al embalse de Serones, el principal que abastece de agua a la ciudad, y una de cuyas laderas se quemó en un incendio. Querían evitar lo ocurrido con los vecinos de la sierra de la Paramera, que se vieron privados de agua potable durante un largo tiempo por la contaminación tras el grave fuego de Navalacruz de 2021.

  • También en Galicia, la Xunta comenzó a trabajar en los días posteriores a los incendios en la instalación de barreras en la cuenca del Miño-Sil, la única de titularidad autonómica. Se trata de "cordones vegetales a base de ramas y troncos procedentes del entorno afectado", así como "barreras de madera, transversales al curso del propio canal", en los puntos con mayor pendiente.

septiembre 24, 2025

A. Viajes varios: Alemania-Suiza: Zurich, Junio 2025

 

1.- Calle peatonal.

2.- Cisne y sus cisnitxs

3.- Senda en paralelo al río.

4.- Zona más abrupta del río.

5.- Barcazas turísticas. Los cisnes anteriores y uno más.

6.- Pueblo con pradera.


7.- Y zona de descanso. Las hojas grandes son de tilo, véase la semilla.


8.- Varios pueblos bordean el lago.


9.- Más a derecha, mismo lago.  Abajo: pueblo de partida.


10.- Quizás, el extremo a nuestra derecha. Sol poniéndose.

11.- Vista al fondo, en sentido contrario. Sol ocultándose.

12.- Otra zona del lago. Sol de poniente.

13.- En el bosque: cascada.

14.- Estrecha senda por el bosque.

15.- Otra cascada.

16.- Zona céntrica. Al frente: Landesmuseum/ Museo Nacional de Zúrich 

"Tres museos, el Museo Nacional de Zúrich, el Castillo de Prangins y el Foro de Historia Suiza de Schwyz, así como el centro de colecciones en Affoltern am Albis, están unidos bajo el paraguas del Museo Nacional de Suiza"

17.- Parte trasera de edificios anteriores.

18.- De puente a puente.  Zúrich   "iglesia de Grossmünster"."río Limmat"

19.- Puente a derecha anterior "Iglesia de la abadía de Fraumünster". "río Limmat"

20.- Vista desde el puente.  "lago de Zúrich"

21.- Plaza.  Zúrich


22.- Equilibrios sobre el río. Dos muchachos más a derecha.

                                 

23.- Parque.


24.- Mismo parque.


25.- Seguimos en él.

PAQUITA

Nuevo estudio advierte que la pérdida de animales dispersores de semillas reduce en un 60% la regeneración de los bosques tropicales

 23 AGOSTO, 2025



Las poblaciones de animales frugívoros (que comen frutas) están disminuyendo rápidamente. Un estudio en Science indica que la pérdida de aves y mamíferos ha reducido la dispersión de semillas en un 60% a nivel mundial.

  • Animales dispersores en declive.
  • Bosques sin regeneración natural.
  • Menos carbono almacenado.
  • Restauraciones incompletas.
  • Biodiversidad en riesgo.

Los bosques en riesgo ante la desaparición de los dispersores de semillas

Los bosques no se plantan solos. Su regeneración depende de una red silenciosa de animales dispersores de semillas que trabajan sin descanso: aves, mamíferos, peces y algunos anfibios que trasladan semillas a nuevos lugares, permitiendo que los bosques se renueven y sigan vivos.

Pero esta red está fallando. Las poblaciones de estos animales están disminuyendo. Sin ellos, muchas especies de árboles no podrán regenerarse, los ecosistemas perderán diversidad, y se dificultará aún más la lucha contra el cambio climático.

Los bosques dependen de los animales para crecer

En regiones como la Amazonía y la Mata Atlántica, hasta el 90 % de los árboles necesitan animales para dispersar sus semillas. En el Cerrado brasileño, esa cifra ronda el 60 %. Estos porcentajes no son menores: reflejan la interdependencia profunda entre fauna y flora.

Los animales frugívoros no solo permiten la expansión forestal: también contribuyen de forma crítica al almacenamiento de carbono. La desaparición de estos “jardineros del bosque” reduce la capacidad de los ecosistemas para absorber CO₂, debilitando su papel como sumideros naturales de carbono.

Pese a ello, su importancia sigue sin reflejarse en muchos programas de restauración forestal, que tienden a enfocarse solo en la reforestación con árboles, sin garantizar la presencia de fauna clave.

Un equilibrio que se rompe

Los científicos llevan años alertando sobre esta crisis. Un estudio reciente en Science revela que la pérdida global de aves y mamíferos ha reducido en un 60 % la capacidad de dispersión de semillas. Es decir, la restauración ecológica no solo avanza lentamente: está siendo saboteada desde dentro.

En países como Brasil, donde existe una sólida base científica sobre el tema, los expertos señalan que aún no se aplican estrategias efectivas para restaurar estos servicios ecológicos.

El desafío es doble: por un lado, frenar la extinción de las especies clave; por otro, reintroducir o proteger aquellas capaces de recuperar el equilibrio perdido. Ejemplos como el del tapir amazónico, un dispersor de semillas de gran tamaño que recorre grandes distancias, son cada vez más citados como piezas clave en proyectos de restauración avanzada.

La digestión animal: una aliada insustituible

El paso de una semilla por el sistema digestivo animal no es un capricho de la naturaleza: es un mecanismo evolutivo refinado. El ácido estomacal, el movimiento mecánico y la dispersión en el espacio alejan las semillas del árbol madre, rompen su letargo y las ubican en condiciones más favorables para germinar.

Ejemplos como el de la nuez de Brasil, dependiente exclusivamente del agutí para su dispersión, demuestran lo frágil de esta cadena. Sin ese pequeño roedor, este árbol emblemático del bosque tropical simplemente no se reproduce. El agutí no solo transporta la semilla: la entierra, la almacena, y permite que germine lejos del árbol original.

Aliados invisibles, pero indispensables

El paralelismo con los polinizadores es útil, pero engañoso. Mientras que abejas y mariposas reciben atención global por su impacto en la producción agrícola, los dispersores de semillas operan fuera del foco mediático. Sus efectos son más lentosmás silenciosos, pero igual de devastadores cuando se interrumpe su labor.

Los frugívoros sufren más por la fragmentación del hábitat, la caza furtiva y la pérdida de conectividad ecológica. Al desaparecer de los paisajes, los árboles dependientes de ellos también comienzan a declinar, comprometiendo todo el sistema.

Restaurar no es solo plantar árboles

Uno de los errores más comunes en proyectos de restauración ecológica es asumir que basta con plantar árboles y que los animales volverán solos. Pero el ecosistema no funciona como una postal estática. La funcionalidad ecológica depende de las interacciones, no solo de la presencia física de especies.

Un bosque puede parecer recuperado en términos de cobertura vegetal, pero si no cuenta con sus dispersores naturales, no tendrá capacidad de autorregeneración, será más vulnerable a incendios, plagas o eventos extremos, y perderá biodiversidad progresivamente.

Hoy, científicos y conservacionistas insisten en la necesidad de incorporar fauna clave en los planes de restauración, mediante corredores biológicos, reintroducción de especies funcionales y políticas de protección específicas. Algunos proyectos pioneros en América Latina ya están considerando esta perspectiva integradora, como ocurre en ciertos programas de restauración en el Gran Chaco argentino o en áreas degradadas del bosque atlántico brasileño.

Más información: Drivers and impacts of global seed disperser decline | Nature Reviews Biodiversity