septiembre 24, 2025

Nuevo estudio advierte que la pérdida de animales dispersores de semillas reduce en un 60% la regeneración de los bosques tropicales

 23 AGOSTO, 2025



Las poblaciones de animales frugívoros (que comen frutas) están disminuyendo rápidamente. Un estudio en Science indica que la pérdida de aves y mamíferos ha reducido la dispersión de semillas en un 60% a nivel mundial.

  • Animales dispersores en declive.
  • Bosques sin regeneración natural.
  • Menos carbono almacenado.
  • Restauraciones incompletas.
  • Biodiversidad en riesgo.

Los bosques en riesgo ante la desaparición de los dispersores de semillas

Los bosques no se plantan solos. Su regeneración depende de una red silenciosa de animales dispersores de semillas que trabajan sin descanso: aves, mamíferos, peces y algunos anfibios que trasladan semillas a nuevos lugares, permitiendo que los bosques se renueven y sigan vivos.

Pero esta red está fallando. Las poblaciones de estos animales están disminuyendo. Sin ellos, muchas especies de árboles no podrán regenerarse, los ecosistemas perderán diversidad, y se dificultará aún más la lucha contra el cambio climático.

Los bosques dependen de los animales para crecer

En regiones como la Amazonía y la Mata Atlántica, hasta el 90 % de los árboles necesitan animales para dispersar sus semillas. En el Cerrado brasileño, esa cifra ronda el 60 %. Estos porcentajes no son menores: reflejan la interdependencia profunda entre fauna y flora.

Los animales frugívoros no solo permiten la expansión forestal: también contribuyen de forma crítica al almacenamiento de carbono. La desaparición de estos “jardineros del bosque” reduce la capacidad de los ecosistemas para absorber CO₂, debilitando su papel como sumideros naturales de carbono.

Pese a ello, su importancia sigue sin reflejarse en muchos programas de restauración forestal, que tienden a enfocarse solo en la reforestación con árboles, sin garantizar la presencia de fauna clave.

Un equilibrio que se rompe

Los científicos llevan años alertando sobre esta crisis. Un estudio reciente en Science revela que la pérdida global de aves y mamíferos ha reducido en un 60 % la capacidad de dispersión de semillas. Es decir, la restauración ecológica no solo avanza lentamente: está siendo saboteada desde dentro.

En países como Brasil, donde existe una sólida base científica sobre el tema, los expertos señalan que aún no se aplican estrategias efectivas para restaurar estos servicios ecológicos.

El desafío es doble: por un lado, frenar la extinción de las especies clave; por otro, reintroducir o proteger aquellas capaces de recuperar el equilibrio perdido. Ejemplos como el del tapir amazónico, un dispersor de semillas de gran tamaño que recorre grandes distancias, son cada vez más citados como piezas clave en proyectos de restauración avanzada.

La digestión animal: una aliada insustituible

El paso de una semilla por el sistema digestivo animal no es un capricho de la naturaleza: es un mecanismo evolutivo refinado. El ácido estomacal, el movimiento mecánico y la dispersión en el espacio alejan las semillas del árbol madre, rompen su letargo y las ubican en condiciones más favorables para germinar.

Ejemplos como el de la nuez de Brasil, dependiente exclusivamente del agutí para su dispersión, demuestran lo frágil de esta cadena. Sin ese pequeño roedor, este árbol emblemático del bosque tropical simplemente no se reproduce. El agutí no solo transporta la semilla: la entierra, la almacena, y permite que germine lejos del árbol original.

Aliados invisibles, pero indispensables

El paralelismo con los polinizadores es útil, pero engañoso. Mientras que abejas y mariposas reciben atención global por su impacto en la producción agrícola, los dispersores de semillas operan fuera del foco mediático. Sus efectos son más lentosmás silenciosos, pero igual de devastadores cuando se interrumpe su labor.

Los frugívoros sufren más por la fragmentación del hábitat, la caza furtiva y la pérdida de conectividad ecológica. Al desaparecer de los paisajes, los árboles dependientes de ellos también comienzan a declinar, comprometiendo todo el sistema.

Restaurar no es solo plantar árboles

Uno de los errores más comunes en proyectos de restauración ecológica es asumir que basta con plantar árboles y que los animales volverán solos. Pero el ecosistema no funciona como una postal estática. La funcionalidad ecológica depende de las interacciones, no solo de la presencia física de especies.

Un bosque puede parecer recuperado en términos de cobertura vegetal, pero si no cuenta con sus dispersores naturales, no tendrá capacidad de autorregeneración, será más vulnerable a incendios, plagas o eventos extremos, y perderá biodiversidad progresivamente.

Hoy, científicos y conservacionistas insisten en la necesidad de incorporar fauna clave en los planes de restauración, mediante corredores biológicos, reintroducción de especies funcionales y políticas de protección específicas. Algunos proyectos pioneros en América Latina ya están considerando esta perspectiva integradora, como ocurre en ciertos programas de restauración en el Gran Chaco argentino o en áreas degradadas del bosque atlántico brasileño.

Más información: Drivers and impacts of global seed disperser decline | Nature Reviews Biodiversity



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