diciembre 30, 2023

Paseo semanal por CTXT. Masacres falsas que justifican un genocidio real

 

Masacres falsas que justifican un genocidio real

Querida comunidad contextataria: 

 

En nuestro último editorial hemos pedido que no se trate como un mero chismorreo la supuesta relación adúltera de Letizia Ortiz con Jaime del Burgo, “uno de esos reaccionarios recalentados con la renovación de Pedro Sánchez como presidente”. Y lo hacemos porque, como bien sabe la prensa internacional –ante el silencio de la española–, se trata de una maniobra de chantaje a la monarquía que puede debilitar la democracia. Ejemplos tenemos, y muchos, con el emérito.

 

Con respecto al genocidio palestino, esta semana hemos publicado una detallada investigación en la que Max Blumenthal (The Grayzone) desvela de dónde surgen algunas de las mentiras que se han fabricado alrededor del ataque terrorista de Hamás el 7 de octubre. ZAKA, una organización ultraortodoxa fundada por un violador en serie, está detrás de invenciones que hablan de bebés decapitados, fetos arrancados de los cuerpos de sus madres y muchas otras barbaridades de las que, en un ejercicio negligente de desprecio absoluto por el periodismo, se han hecho eco grandes medios de comunicación e incluso gobiernos occidentales.

 

La difusión de historias falsas forma parte de una estrategia de desinformación que incluye también la colocación de los y las periodistas en el punto de mira de las matanzas israelíes. Según cuenta Paco Audije, ya son al menos setenta y tres las personas asesinadas en los dos últimos meses mientras informaban de lo que ocurre en Oriente Medio.

 

El objetivo siempre ha sido justificar el genocidio perpetrado por el sionismo, a través de un ejercicio de deshumanización cuyas consecuencias pueden llegar mucho más lejos de lo que nos imaginamos. Laura Restrepo y Pedro Saboulard explican las implicaciones biopolíticas y advierten de que “alrededor del mundo, otros Estados observan y aprenden la tétrica lección del ejército israelí”. La meta: que “los derechos humanos dejen de ser un obstáculo”.

 

También entran en juego los intereses económicos de la industria de la guerra. Alejandro Pozo es un investigador especializado en conflictos armados y ha hablado con Gorka Castillo acerca de los negocios que atan a España con Israel y que convierten a este en un país “intocable”.

 

Por su parte, el excorresponsal de TVE en Jerusalén, Daniel Peral, ha escrito una fantástica pieza sobre las explicaciones ofrecidas por Israel para masacrar a la población palestina y cómo su crédito se está viendo reducido en el seno de la comunidad internacional. “Pase lo que pase, Bibi Netanyahu está acabado”, aventura.

 

En esa misma línea se expresa Franco ‘Bifo’ Berardi, en una tribuna en la que relata un episodio de brutalidad policial para explicar que Israel, como instrumento colonial de Occidente, está al borde de una “implosión psíquica”.

 

Hasta que ese final llegue, la violencia sionista sigue escalando, y en este caso empieza a expandirse hacia territorio libanés. Allí, Israel ya ha empezado a bombardear poblaciones civiles, auspiciando su agresión en una nueva narrativa de guerra de la que nos habla Marta Maroto desde Beirut en su nuevo vídeo.

Mientras tiene lugar todo este horror, la Unión Europea negocia un nuevo Pacto de Migraciones y Asilo que, según cuentan José Sánchez Sánchez e Irene Águila Rodríguez, estará centrado en el levantamiento de nuevos muros que incrementarán la gravedad de la crisis migratoria, y en el fortalecimiento de políticas racistas.

 

Javier Milei ya ha jurado como presidente de Argentina, en un acto que la crónica de Emiliano Gullo define como un “festejo por la pobreza y la represión”. En él se encontraba parte de la plana mayor de la ultraderecha española, que acudió para mostrar sus respetos al anarcocapitalista con el que comparten ese “antibuenismo” que Gerardo Tecé reformula como “hijoputismo”, para que nos entendamos mejor.

 

Allí, Santiago Abascal superó los límites democráticos al afirmar que llegará un momento en el que “el pueblo querrá colgar de los pies a Pedro Sánchez”. Una incitación al odio y al golpismo sobre la que habla Isabel Serrano en su último vídeo para CTXT.

 

Paco Cano escribe sobre estos “muchoespañoles” como patriotas, sí, pero cuya única patria es la destrucción, el odio y el deseo de exterminio del adversario. Buen ejemplo de ello es la introducción, por parte de PP y Vox, de “comisarios políticos” que vigilarán las aulas para evitar que algún “profesor ideologizado” le diga al alumnado “que el hombre viene del mono, que el calentamiento global es un hecho o que el machismo es un problema”, en palabras de Gerardo Tecé.

 

Regresar a la verdadera radicalidad de izquierdas, sostenida por la escucha y la hospitalidad, es el camino que propone Aurora Fernández Polanco para huir de los “lapsus identitarios”.

 

Terminamos con un vistazo al Ministerio de CTXT, donde Gudrun Palomino ha reivindicado un cambio de acercamiento a la lectura de Anne Sexton, Sylvia Plath y Adrienne Rich, puesto que enfocar sus escritos desde el mito que encarnan resta importancia a la enorme calidad literaria de su obra.

 

En Deportes, nuestro infatigable Ricardo Uribarri denuncia cómo la saturación del calendario de competición está teniendo consecuencias muy negativas para la salud de los futbolistas. Los intereses económicos están provocando un insano incremento del número de partidos anuales que, además, repercute directamente en el agotamiento del espectáculo y de los y las aficionadas.

 

Como siempre, os dejamos aquí nuestra portada y, en caso de duda, sugerencia o queja, os emplazamos a escribirnos en info@ctxt.es.

 

Un abrazo de parte de todo el equipo.

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diciembre 29, 2023

Navidad de extinguir palestinos y correr al suicidio colectivo, de María Iglesias

 22 de diciembre de 2023

Vamos a la debacle. Sé que la frase desentona con la euforia post lotería y pre navideña. Sé que sonará exagerada. Porque queremos que lo sea. Pero todos, para nuestros adentros, sabemos que es cierta. Bajo este sol primaveral tan agradable en diciembre y que achicharrará en primavera secando los ya maltrechos cauces y cultivos cuesta creer que rodemos al desastre. Pedimos una caña en una terraza, antes o tras comprar regalos, obviando que cada 10 minutos Israel asesina a una niña o niño en Gaza, desde octubre van 20.000 palestinos exterminados, 8.000 de ellos chiquillos, y nosotros aquí tan panchos.

¿Qué podríamos hacer? Hay entidades que organizan protestas, muchos vamos y gritamos “¿Dónde están, no se ven, las sanciones a Israel?”, “¡Menos Navidad y más humanidad!” o “¡No es una guerra es un genocidio!”. Pero no basta, pues no paramos la carnicería.



El despilfarro alimentario genera residuos inaceptables desde el punto de vista de la sostenibilidad

 29/11/2023    GUMERSINDO FEIJOO COSTA

No gestionar adecuadamente el consumo "hace inútiles" los esfuerzos de descarbonización emprendidos en la producción de alimentos.



Un hombre tira un envoltorio de comida a la basura.  Christoph Schütz / PIXABAY 


Los agujeros negros se caracterizan por tener un campo gravitatorio extraordinario tal que atrapan tanto la materia como la luz: nada escapa a su gravedad. De forma análoga, el despilfarro alimentario hace inútiles los esfuerzos de descarbonización emprendidos en la producción de alimentos, pues los vierte directamente a un sumidero.

La obtención de alimentos para satisfacer las necesidades de los 11.000 millones de personas que previsiblemente habitaremos este planeta en el año 2100 es uno de los retos más importantes establecidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) marcados por la Agenda 2030 de la ONU. Específicamente el ODS2: Hambre cero. Pero también lo es alcanzar esta meta de forma sostenible (ODS12: Producción y consumo responsable), para lo cual debemos reducir el desperdicio de alimentos.

Definición de desperdicio alimentario

El desperdicio de alimentos se refiere a cualquier pérdida de alimentos por deterioro o desecho. Por tanto, el término desperdicio engloba la pérdida de alimentos y los residuos alimentarios.

•La pérdida de alimentos se refiere a la disminución de la masa (materia seca) o del valor nutritivo (calidad) de los alimentos destinados originalmente al consumo humano.

•Los residuos alimentarios se refieren al conjunto de desechos de alimentos aptos para el consumo humano, ya sea después de haberlos conservado más allá de su fecha de caducidad o de haberlos dejado estropearse.

La obtención de alimentos de la tierra (agricultura y ganadería) o del mar (pesquerías) implica el consumo de materia y energía que lleva asociado un impacto ambiental. Este se cuantifica con los indicadores de huella de carbono (emisión de gases de efecto invernadero expresada como la masa de dióxido de carbono equivalente a lo largo de todas las etapas del ciclo de vida del producto) y huella hídrica (consumo de agua a lo largo de todo el ciclo de vida).

El despilfarro de alimentos a lo largo de la cadena de producción se convierte innecesariamente en residuo que es necesario gestionar. Aunque este residuo se gestione adecuadamente –mediante la obtención de compost, la producción de bioenergía o la obtención de productos de alto valor añadido– con el objetivo de cerrar el círculo, seguiremos sin ser sostenibles. Es necesario desacoplar esta tendencia si realmente se busca una economía circular sostenible de la cadena alimentaria.


El despilfarro en números

A nivel mundial, el volumen de desperdicio alimentario estimado por la FAO es de 1.600 millones de toneladas al año. Esto supone una huella de carbono de 3.300 millones de toneladas de gases de efecto invernadero expresadas como CO₂ equivalente (CO₂e), aproximadamente unas 30-35 veces la emisión de gases de todo el parque móvil español en un año (considerando una media de recorrido anual de 25.000 kilómetros por vehículo).

En términos de huella hídrica, el volumen de agua anual utilizado en la producción de alimentos de origen agrícola que se pierde o desperdicia es de 250 km³, lo que equivale a tres veces el caudal anual medio del río Nilo o a 13 veces el caudal anual medio del río Ebro.

(...) Un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente del 2021 situaba el desperdicio promedio en los hogares en 74 kg/persona/año. España presenta un valor superior a esa media mundial anual (77 kg/persona/año), en el rango elevado de los países europeos. La región del mundo con mejor comportamiento es Sudamérica, con valores medios de 70 kg/persona/año.

(...) Una correcta aplicación de la filosofía que subyace tras el concepto de economía circular sostenible implica no solo repensar y rediseñar los procesos y sistemas de producción sino también, de forma paralela, reconsiderar y revisar nuestro comportamiento como consumidores responsables. En consecuencia, el despilfarro alimentario es totalmente cuestionable desde un punto de vista ético, e inaceptable desde el punto de vista de la sostenibilidad (social, económica y ambiental).

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation



diciembre 28, 2023

Cerco a los microplásticos, un riesgo aún desconocido para la salud , de Esther Samper

 Esther Samper   14 de diciembre de 2023

Los microplásticos (partículas de plástico con un tamaño inferior a 5 milímetros de diámetro) se han vuelto prácticamente omnipresentes en el mundo. No solo se encuentran en ecosistemas marinos, terrestres y de agua dulce, donde su concentración es cada vez mayor, sino que también se han detectado en lugares remotos como parques nacionales o en la nieve recién caída de la Antártida. Estas partículas pueden permanecer en el medio ambiente durante siglos y acumularse en animales (especialmente en peces y moluscos). Se calcula que una persona puede llegar a ingerir y respirar alrededor de 100.000 partículas de microplásticos al cabo de un año. Estas partículas son muy heterogéneas tanto en tamaño, como en forma y tipo de material: pueden ser fibras, esferas o fragmentos, estar compuestos por diferentes productos químicos y convertirse en superficies en las que proliferen microorganismos perjudiciales.


Control, castigos y muerte social en los Testigos de Jehová: "Mi familia recibió orden de retirarme el saludo", de Sandra Vicente

 Sandra Vicente   14 de diciembre de 2023 


A finales de marzo, Joana quedó para comer con sus padres para despedirse de ellos. No es que se fuera de viaje ni a vivir a otro país. Esta joven de 27 años fue expulsada hace unas semanas de los Testigos de Jehová, religión a la que había pertenecido desde que nació y que estipula que sus miembros no pueden tener contacto alguno con las personas expulsadas.



diciembre 27, 2023

Portmán, el pueblo murciano que arrastra las consecuencias de tres décadas de feroz minería: “La playa se la tragaron los lodos” , de Álvaro García Sánchez

 Álvaro García Sánchez  18 de octubre de 2023 

Todas las mañanas, a las nueve y media, Luis Gudiño entra al Hogar del Pensionista de Portmán (La Unión, Región de Murcia) andando muy despacio, ligeramente encorvado, y espera, sentado en una mesa de mármol, sin quitarse todavía la boina de la cabeza, a que vengan sus amigos. Ha quedado con ellos para jugar al dominó. Gudiño, que ahora cuenta con 81 años, pisó por primera vez el pueblo a los 17. Había llegado desde Badajoz para trabajar en las minas de Peñarroya, la empresa que controlaba su explotación. Es el único minero, dice, que todavía queda vivo en Portmán. Sus amigos, que llegan a la vez y se sientan y piden descafeinados y vasos de agua lo corroboran. Todos ellos fueron trabajadores de Peñarroya, aunque Luis agotaba sus jornadas, al principio, a cientos de metros de profundidad, picando sin apenas descanso sobre la roca húmeda y oscura de las galerías.

Aquellos trabajos que ahora se antojan tan antiguos concluyeron hace más de tres décadas, a principios de los noventa, y dieron comienzo hace más de seis, pero todos los recuerdan como si hubiesen sucedido hace apenas unas semanas. Manuel Martínez, compañero de Luis durante algunos años en las canteras y las voladuras, derrama en la mesa un juego de fichas de dominó. Es más fácil recordarlos, dice, porque todos los días ve, desde su casa, desde la calle, desde el mismo Hogar del Pensionista, sus crueles estragos. “El pueblo está así desde que cortaron las minas. Desde mucho antes, desde los 50 o los 60. Había una bahía inmensa y poco a poco fue desapareciendo”, cuenta Gudiño. 

Para llegar a la localidad hay que recorrer una carretera sinuosa que atraviesa la sierra minera de Cartagena y de La Unión. Hay, a ambos lados de la calzada, durante todo el trayecto, construcciones derrumbadas, carteles descoloridos y oxidados que advierten de pozos mineros, zanjas gigantescas que encierran charcas de un rojo tan intenso como el de la sangre, grúas y torres metálicas corroídas como espectros en medio de la nada. Desde lo alto de la carretera se ve el mar entre dos montañas en las que apenas crece vegetación: es una lámina luminosa y azul que se pierde en el horizonte. 

Cuando el camino comienza a descender, sin embargo, se capta de pronto la realidad. Basta un golpe visual: el agua debería llegar hasta Portmán, hasta las primeras casas del pueblo; debería ocupar una bahía que tiene la forma de una perfecta concha. Pero hay, en su lugar, un largo trecho de tierra seca y gastada, de arena negruzca, de balsas que contienen residuos abandonados a la intemperie. Ese paisaje es producto, cuentan todos, manoseando las fichas, colocándolas sonoramente sobre el mármol, de los lodos que Peñarroya vertió al mar durante más de 30 años. “Los tiraban a través de unos tubos enormes”, explica Luis, haciendo gestos exagerados con los brazos. “Los llamábamos los chorros”.

“Ése fue el gran fallo que hubo aquí. Echar los chorros al agua. Nunca debió haber sucedido eso”, dice Antonio Pérez, mientras apunta a bolígrafo en un folio quién va ganando las sucesivas partidas. “Pero estábamos en el régimen franquista. No podíamos decir nada”, afirma. Él fue camionero de Peñarroya. Cuenta que, día y noche, sin cesar, había camiones que, como hormigas concienzudas, transportaban ingentes cantidades de tierra hacia el lavadero de Portmán, que fue, a fin de cuentas, el auténtico perpetrador del desastre. Era el más grande de Europa. Allí se separaban los minerales de la tierra con un sofisticado método: la flotación. Después se desechaba en la bahía el barro que sobraba. “Cuando pasó el tiempo y prohibieron la actividad en las minas, en los noventa”, continúa Antonio, “la gran mayoría del pueblo se quedó sin trabajo. Muchos tuvieron que emigrar, y el paisaje, lo que conocíamos desde niños, había cambiado para siempre. La playa se quedó colmatada. Desapareció”, explica. “La minería se comió el mar”, sentencia Gudiño, justo antes de cerrar la partida y volver a mezclar las fichas para comenzar otra (...)