Aunque hayamos organizado y planificado nuestros días con técnicas y horarios, hay veces que la naturaleza, con un empujón, te devuelve a lo primario, lo primitivo, donde somos solo una especie que habita la Tierra. Así, en Islandia la vida se para por la lluvia inmisericorde de fuego y solo cabe esperar. Ni los radares, ni la ciencia, ni el dinero podrán ayudar a cerrar en el volcán la grieta ancestral por la que sale material acumulado por siglos en el estómago de la Tierra. Miles de personas se han ido de sus casas, han cerrado carreteras y colegios. Nadie podrá decir por cuánto tiempo ni cómo remediarlo. Aunque no estemos acostumbrados, hay un evento natural superior que da al traste con nuestras ideas y cábalas (...)