No se puede aguantar más. Tenemos otra burbuja del ladrillo, la vivienda es inaccesible para muchos, su precio ha subido más del doble que los sueldos, los fondos y los grandes tenedores se están haciendo con el centro de las ciudades, los pisos turísticos están echando a los vecinos de los barrios, un cuarto de los jóvenes no puede emanciparse hasta después de los treinta, seis de cada diez casas se compran al contado mientras los inquilinos destinan el setenta por ciento de su salario al alquiler y a pesar de todo esto, la ministra del ramo dice que el Gobierno quiere que los promotores y propietarios privados entren en la oferta de vivienda pública porque “hay negocio”. Ya lo dijo Ábalos: “Es un bien de consumo”. Y Rato: “Es el mercado, amigo”.