noviembre 10, 2006

El Seductor impenitente

Tenía maneras de seductor. Aparentemente se ofrecía a tumba abierta, aparentemente.
La realidad circulaba en paralelo a él, y nunca, nunca, llegaban a encontrarse.
No era mala persona, no, sólo débil y asustadizo. Falto de referentes, se forjó como dios le dio a entender, que parece que fue más bien poco.
Le gustaba ser el bufón de las fiestas, el más divertido, el más chupi piruli. Fueron muchas las que cayeron en sus redes, arrastradas por sus palabras, temblorosas ante una carantoña, ese pequeño roce ¡inocente! que casi pasaba desapercibido salvo para la afectada. ¿Y qué pasaba después? Nada. Su objetivo ya estaba cumplido, su pretensión no iba más allá, sólo quería ilusionar. De haber sido mujer lo hubieran calificado de calientapollas. Tal cual.
Y volvió a hacerlo, ella lo vio, tocó la barbilla de Lucía, y no la suya ¡mecagoenlá!.

PAQUITA

4 comentarios:

EBE dijo...

..paquita, la botaste de jonrón con este relato.
enhorabuena, niña linda

Anónimo dijo...

Ay, la seducción. Arma que utiliza el ser humano (en mayor o en menor medida y con más o menos éxito) para bandearse en la inmensa soledad de la vida.
Epv

mònica dijo...

como siempre, magníficos tus relatos cortos.
gracias

besos

Anónimo dijo...

Luego dices que yo tengo muchas historias...

Esta es genial, ¡me ha gustado!