Pasé de puntillas sobre mi error y desastre -es un decir- del viernes 26 de mayo, en el relato que de este fin de semana pasado hice -publicado con fecha 29-. Pero, a la vista del éxito obtenido en la narración oral, que de los mismos realicé, ante mis compañeros tertuliano cafetiles -se "escojonaban"- procedo a su versión escrita.
Todo empezó -cita clásica- cuando nos marchábamos a nuestra casita dicho viernes.
Bajábamos en el ascensor, como siempre, y, hete aquí, que nos encontramos en él a Miguel Ángel, asíduo nuestro, a Juan Bris, viejo conocido de los tiempos iniciales y a Jose Ignacio, algo más actual, que se disponen a "despedir" la semana tomándose unas cervezas. Será Miguel Ángel el que formule la pregunta, y no había acabado aún la frase cuando ya tenía mi contestación ¡sí, quiero! Blas se adhiere.
Ya estamos todos, más otros tres que nos encontramos, en la cafetería de nuestro lugar de trabajo. Sentados, cerveza en mano y picando, picando el acompañamiento que nos ponen los camareros para que no se nos suba a la cabeza, y dadas las horas que son, las de la comida.
Yo, que no suelo bajar -aclaración para que no haya equívocos- puesto que estamos rodeados de gente tan honorable -todos son compañeros- coloco mi bolso colgado de la trasera de la silla en que estoy aposentada, donde seguirá hasta que levantemos el "sitio", una hora más tarde.
Como M.Á. se viene con nosotros, ocupa mi lugar en el coche y yo me siento en la trasera, donde también llevo el bolso. Hasta aquí todo parece ir bien, sin incidentes dignos de mención.
A él le dejamos junto a su casa, cercana a nuestra anterior vivienda -barrio de Embajadores- y continuamos.
Mi salida siguiente será ir a hacer la compra semanal, pienso hacer la excursión de este fin de semana proyectada por mi club de Zaragoza, el J.O.,y saldré a la mañana siguiente temprano dirección refugio de Linza, donde esta misma mañana he reservado alojamiento ¡y media pensión! Mi hermana, a la que pensaba llevarme, no vendrá porque ya tiene comprometido el domingo y no encuentra honorable suspenderlo por mí ¡a mí tampoco!
Para ello cojo mi bolso, del que saco las llaves del coche, me subo en él y me encamino al centro comercial más cercano a mi domicilio -del que no pongo el nombre para no hacerle publicidad-. Son las 8 de la tarde.
Aprovechando un disco en rojo -estoy parada- voy a coger de mi billetero una moneda para el carro, voy a coger, voy a coger... ¡y mi billetero! Rebusco en el interior del bolso, pero no, no aparece el billetero. Paquita, piensa rápido -eso me digo- ¿quizás te lo han sacado en casa para coger dinero? Media vuelta, o sea rodeo la glorieta y vuelvo a entrar en la Avenida de las Arcas del Agua, Senda de Mafalda, calle Piedras Preciosas y enseguida estoy entrando por la puerta de mi domicilio ¿Quien está allí? ¡Mi hijo! que no ha tenido contacto alguno con él en el día de hoy. Pues entonces, entonces... tiene que haber sido en la cafetería, porque poco antes había comprado una barra de pan y lo volví a guardar.
Problemas que me plantea el asunto:
a) en el susodicho llevo todas mis tarjetas identificativas, a saber: DNI, Permiso de Conducir, Identificación de mi puesto de Trabajo, idem del club deportivo, la del Hipermercado, la de Repsol y la de Donante ¿olvidé alguna?
b) todas las tarjetas de débito, o sea: del BBVA, de Cajamadrid y del MBNA -ésta es de crédito-
c) algo más de 40 euros, y
d) fotos de mis hijos, pocas.
¿Y cual es el que más me afecta en este momento? Que no tengo carnet de conducir y al día siguiente tengo ideado coger el coche hasta Linza ¿? ¿Quizás, aunque no lo recuerdo, me lo he dejado en la mesa de la oficina? -algunas veces lo saco para algo- ¿Siguiente paso? la oficina.
Al entrar al coche de nuevo, miro, con poca fe, pero por si acaso, el asiento trasero, en el que vine, y nada, está limpio, bueno, no está limpio pero no hay objetos visibles.
Conduzco hasta el trabajo, 25 km. desde mi casa, aparco al lado, me dirijo a la caseta de los empleados de la Seguridad, llamo al timbre, se corre la portilla, ahí dentro está el señor, se lo cuento y le añado ¿caso de haber sido en la cafetería os habrían entregado el billetero, una vez vaciado de dinero? ¡Puede! y llama a ¿? Risas y... que no, que no les han entregado nada y me dice: "Pues si no está en su despacho es que le han salido alas" Subo y resultará que... le han salido alas.
Siguiente cuestión ¿donde está la Comisaría de Policía más cercana? Ya me robaron cinco veces anteriormente -comencé con 17 años- y lo primero que me aprendí es a poner la denuncia, por si hacen un uso perverso de los carnets. El de seguridad no lo tiene claro y me indica que se lo pregunte a la Guardia Civil, que la tenemos al lado, y allá que me voy.
Hay un joven en la entrada de vehículos, y a él que me dirijo, duda y se lo plantea a alguien de dentro; se oye una voz: Miguel Ángel y Rafael Calvo ¡Ah!
Sé donde está Miguel Ángel, pero la otra ¿? ¿será más cercana?... Ya está, quien tiene que saberlo es Epi, mi querido Epi, que vive por aquí ¡algún día habrá puesto una denuncia! y le llamo al móvil, no lo coge y me encamino a mi coche, arranco y al poco tengo su llamada, explicaciones mías, explicaciones suyas ¡Ah, ya sé donde dices! y voy donde dice, calle Rafael Calvo, casi esquina con la calle Miguel Ángel ¡Qué cortos los guardias civiles! su contestación fue telegráfica.
Me encamino bien, tengo suerte ¡tengo suerte! claro que sí, encontrar aparcamiento al lado mismo de la comisaría en esa zona de Madrid, es de puro milagro. Entro en ella, hay una ventanilla a la izquierda, al final de cuatro peldaños, que me queda a la altura del ombligo, cual confesionario ¿doblo mi cuerpo o me pongo de rodillas? porque voy a hacer una confesión, prácticamente. Opto por doblarme, ángulo recto perfecto. La chica que la atiende, policía ella, toma una breve nota en un breve papel -es una cuartilla- y pone la hora, son las 10 de la noche menos 2 minutos. Que espere en la sala cercana para que me "tomen" la denuncia.
Vuelvo a llamar a casa -ya lo hice cuando no lo encontré en la oficina- Álvaro sigue solo, le doy instrucciones, me dice que espere un poco porque está preparando unas pizzas -hace hasta la masa- para llevar a casa de un amigo, como cena, y se le pueden quemar, vuelve y sigo con mi discurso: que me anule papá las tarjetas de los bancos, las tres, y la del Hipermercado. Mi hijo me dice que ya no hay prisa, que son las 10, hora de cierre de los hiper. Sigo esperando.
Conmigo, en la sala, hay dos ciudadanos británicos, señor y señora, cercanos a los setenta años ¿denunciantes? ¡quiá! denunciados, están retenidos y al poco llega una muchacha, la intérprete, viste lo habitual en la mayoría de las jóvenes: pantalón arrastrado y camiseta ombligo al aire.
El policía que lleva "su asunto" la dice que les traslade que: "No están en un calabozo y podrán hablar con su consulado" no recuerdo más, sólo lo chocante del caso.
A las 11h. menos 20´de la noche ya me llaman, voy, me tomará la denuncia una policía jovenzana, no llega a los 30 años, que cuando se entera de mi lugar de trabajo aprovecha para hacerme una consulta de... eso. Menos mal que era facilita, que las cuestiones complicadas -referidas a este tema- ya no tienen ningún interés para mí -se me pasó la edad- ¡Cómo he cambiado! que me dice Manuela. Seguimos con "lo mío" y de allí salgo a las 11 de la noche, deseándosela lo mejor posible a mi policía.
De nuevo en el coche desemboco directamente en el Paseo de la Castellana, bajo por él, cruzo la Plaza de Colón, entro en Recoletos y... croc, croc, croc, croc ¡qué coños pasa¡... me parece que ya voy comprendiendo, me tengo que haber clavado en los separadores del carril bus ¡efectívamente! lo confirmaré al bajarme del coche, parado en el siguiente disco en rojo.
Doy una vuelta a mi vehículo, aún incrédula, no le veo desperfecto alguno, salvo la matrícula delantera algo abollada hacia dentro, y... una "aleta" del jodido carril por delante del vehículo, como a dos metros. El asunto no parece dramático y vuelvo a mi coche, me siento y... sale un muchacho -30 años- del de la izquierda y vociferando que "ya lo podía haber quitado" da una patada a la aleta y ésta va a "descansar" junto al bordillo derecho. Le digo que "no me he dado cuenta" y una muchacha acompañante suya calma el asunto añadiendo que "debo estar nerviosa" ¡menos mal! que lo ha supuesto, porque la reacción del otro" fue la de un "cafre".
Se abre el disco y... me coloco las gafas ¡ya lo veo todo más claro! pero los ruidos siguen, supongo que llevo otra aleta debajo que suena a cascajo al roce con el suelo, hasta que el ruido desaparece definitivamente ¡debe ser que se ha soltado! -recordad que es de noche y la visibilidad es muy reducida -sobre todo la mía-.
A mi casa llego a las 12h. menos 15´, aparco y en ese momento sale mi hijo con sus pizzas en las manos, le ofrezco el coche y le comento que he tenido un pequeño percance pero que parece que el coche no ha sufrido, salvo lo de la matrícula. Le hago entrega de la llave. En ese momento aparece su padre, me pregunta si he mirado bien dentro del vehículo ¡por lo del billetero! ¡que sí! que miré en el asiento de atrás y no estaba, él lo comprueba también, mira por el suelo y... el billetero que estaba allí ¡Pues que bien! un problema menos. Nuestro hijo se va.
Se va, pero a la media hora recibimos llamada suya por teléfono, que había sido algo más, que el radiador pierde líquido, que le ponga con su padre. Éste, en principio, le da instrucciones para que le vaya echando agua cada poco y evitar el calentamiento, pero a Álvaro no le debe convencer la solución, porque al poco sale también Blas con el otro vehículo ¡en busca del hijo perdido! Reaparecen ambos a la una y media de la noche, mi coche lo dejaron donde pudieron.
El lunes, cuando lo vieron los mecánicos preguntaron que ¿donde estaba el electroventilador? ¡era éso lo que sonaba! sus medidas, 40x40 cm. y metálico. Vaya, vaya.
Mi cónyuge no lo pudo ver con humor hasta pasados cuatro días desde el incidente, este martes pasado. No hubo daños personales.
PAQUITA, o cómo desdramatizar los sucesos que nos acontecen en nuestro devenir cotidiano.
3 comentarios:
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Si me permites te diré que ese anónimo que dice "I find some information here", ese HERE es un virus,lo tienes en varios comentarios,lo sé porque hace dos años nos pasó a muchos blogueros que,al darle ahí,nos trastornaba el PC.Un abrazo
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