(Publicado por Pierre Miró el 15 Octubre 2009 en su blog. Lúcido... como siempre, como siempre que le copio. PAQUITA) www.elpobrecitoveedor.net/blog/
Los no creyentes en dioses, reyes ni tribunos, creemos en otras cosas, más mundanas, y sobre todo en la capacidad del ser humano para cambiar el curso de los acontecimientos. La resignación, el sometimiento, el fatalismo y el determinismo han sido santo y seña de muchas religiones, que han predicado y prometido otra vida, en otro lugar, para aliviar espíritus aterrorizados ante el hecho ineluctable de la muerte.
En mi adolescencia, algún cura hablaba de la ciencia infusa. Los no creyentes despreciamos el intento de las iglesias de confundir y enredar a las criaturas con la típica retórica vacua y naif, que seduce voluntades y atrae a incautos perdidos y hallados en el templo de la sinrazón. Los no creyentes creemos, cómo no, en la ciencia, en tanto en cuanto conocimiento racional y ordenado de las cosas, en tanto que intenta, desde la razón, explicar lo que somos y de dónde venimos. El hacia dónde vamos ya es más peliagudo. Aunque algunas certezas se tienen. La ciencia en la que creemos parte de un hecho incontrovertible: la relatividad. Nada es absoluto, salvo la muerte y todo es como la realidad empírica demuestra. Eso sí, la validez de las teorías científicas durará, ni más ni menos, hasta que se demuestre justamente lo contrario o se descubra la no vigencia del teorema anterior.
Esto es lo que sucede con el cambio climático. Hay escépticos de buena fe y los hay con muy mala intención. Entre estos últimos están los voceros de las corporaciones que quieren seguir sacando tajada del modelo que conduce inexorablemente al climate change. Y esos voceros no hace falta que cobren directamente de la Texaco, les basta con que sus programas, medios de comunicación y modus vivendi sean financiados u oportunamente untados por los fondos de reptiles (o de dinosaurios) correspondientes. A los de buena fe les diría solamente una cosa. La ciencia, representada por la comunidad científica, esto es, la mayoría de científicos que hay en el mundo y que son especialistas en la materia, nos está diciendo que la emisión desbocada de gases de efecto invernadero, el ceodós de los cojones, está produciendo un calentamiento del globo terráqueo que va a traer como consecuencia, si no lo remediamos, un cambio en el clima (no en la meteorología del día a día, como algunos listillos se empeñan en subrayar cuando sucede con las lluvias o la calor lo que sucedía siempre a su tiempo), de efectos devastadores en las personas y en los territorios. Y además de que lo diga la comunidad científica, ya estamos viendo sus efectos. ¿O están ciegos?
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