septiembre 24, 2020

AY, MADRIZ, MADRIZ, de Antonio Larrey Lázaro

 

tyerpo                                                         

No soy objetivo. Hablo desde el rencor enconado, desde el enfado supino de clase, desde la incredulidad; hay una tristeza lacerante que navega por entre mis dedos y tiñe de gris las teclas.
¿Qué hemos hecho? Los madrileños no nos merecemos a esta caterva de inclasificables gobernantes, encabezados por la "soyunacaricaturademimisma" Ayuso. En otra vida debimos hacer algo malo, muy malo, para que nos castiguen de este modo. Sé lo que he dicho otras veces, en este año tan puto, todos los gobernantes son unos novatos. Pero ¿la actitud? No se puede quejar uno de que suban y cuando bajan, preguntar por qué bajan. No se puede. No se debe. Lo único que ha hecho bueno el gobierno de Madrid, incluyendo pedir ayuda desde la atalaya del eh, que vienen a arrimar el hombro, a mí no me controla ni Dios, ha sido darle la razón al gobierno central. Todo lo que ha pasado, en general, desde el fin del confinamiento, afianza la certeza de que el estado de alarma nos salvó a todos. Pero Madrid, Madrid es una vergüenza en la que los pobres, ahora, deben moverse solo para trabajar, no vaya a ser que los ricos tengan que hacer las cosas por si mismos. Que salgan, trabajen, pero que no se les vea, ni molesten, ni contagien. No sé a qué temen tanto, a los pobres no nos ahoga la mascarilla, nos ahoga la injusticia; y, sobre todo, si algo nos ha demostrado la historia es que la pobreza no se contagia, más bien se hereda, pero de eso, los ricos, saben mucho más. Me cagaría en la madre del topo, pero dicen que palabroteo demasiado, así que, dejaremos tranquila a su puta madre por esta vez.
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"Están prohibidas las reuniones de más de 10 personas excepto en el Metro de Madrid" y+




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