"Lo que está pasando en el Pirineo es que se ha intentado adaptar el modelo del turismo de sol y playa a este territorio", nos dice el empresario Arriel Domínguez. "Construyeron las estaciones de esquí como infraestructuras turísticas, pero el grueso del negocio consiste en hacer casas — segundas residencias— cuya puesta en valor no depende, en este caso, de estar en primera línea de playa, sino a pie de pista", añade.

Lamentablemente, hay disfuncionalidades graves que afectan al valor de esos destinos turísticos. Las principales son la precariedad laboral y los problemas de acceso a la vivienda por parte de los trabajadores debido al elevado coste de los alquileres turísticos. Pero ahora, además, ha comenzado a escucharse un comentario entre la gente de los valles pirenaicos: "¡Pero si no cabemos más!".

Arriel Domínguez es uno de los titulares de una quesería familiar de Villanúa, además de un miembro señalado de la Asamblea Canal Roya, uno de los movimientos sociales que ha logrado impedir que el Gobierno de Aragón y la Diputación Provincial de Huesca (DPH) destruyeran la Canal Roya, un paraje de una belleza y un valor ecológico extraordinarios que nace en los ibones de Anayet, a 2.227 metros sobre el nivel del mar, y desciende entre praderas hasta el río Aragón, en la comarca de la Jacetania.

Hasta hace apenas unos días, los socialistas operaban como los valedores institucionales de un lobby de grandes empresarios que pretendían extender cuatro kilómetros de cables y pilonas para conectar por telecabina las estaciones altoaragonesas de Astún y Formigal con el fin de crear el mayor dominio esquiable de Europa.

Infografía del proyecto del teleférico del valle glaciar de Canal Roya | Salvemos Canal Roya

Ha sido la contestación social de colectivos como el de Domínguez la que, en combinación con el apoyo de la prensa, ha logrado detener ese proyecto y romper la mordaza de algunos medios de comunicación como el Heraldo de Aragón, propiedad de los Yarza.

(...) "El mismo hecho de que haya surgido un movimiento social que cuestiona el modelo es una señal de debilitamiento del destino turístico. Es la constatación de que algo pasa aquí. Y ello por no hablar de que las inversiones, los recursos y las infraestructuras se concentran en apenas tres valles del Pirineo, mientras el resto del país se condena al abandono y debe esperar al periodo preelectoral para que se comprometan inversiones", añade.

(...) En el sistema pirenaico de castas, los parias de estos pueblos pintan poco o nada. Esa es la dictadura que ejerce la nieve en ese territorio en el nombre de la presunta dependencia de su economía del turismo. El problema de poner casi todos los huevos de tu economía en la cesta del turismo es que si viene, por ejemplo, una pandemia se desmorona el chiringuito.